Preparación al “doctorado”

Las dos escuelas taurinas de la provincia forman, con teoría y práctica, a los jóvenes que sueñan con estar en los carteles de las grandes ferias y les inculcan valores intrínsecos a la fiesta

02 dic 2018 / 11:28 H.

Aquellos tiempos en los que torear y estudiar eran antónimos y un torero con carrera, toda una excepción, han pasado a la historia. Hace cada vez más que en los escalafones de becerristas, novilleros y matadores de toros figuran diestros con título universitario bajo el brazo, e incluso el propio “doctorado” taurino cuenta, años ha, con su propio “itinerario formativo”. Las “aulas” habilitadas para adquirir los conocimientos, teóricos y prácticos, que cualquier aspirante que se precie debe poseer, de manos de profesores curtidos en el albero y en el campo, están en las escuelas taurinas, entidades sujetas a la normativa institucional vigente en el ámbito de la “fiesta nacional” cuyo principal objetivo consiste en hacer toreros a quienes llegan ávidos de aprender; lo de llegar a ser figura no hay quien lo prevea por más carne que se ponga en el asador, dicen los entendidos en el arte de Cúchares.

La provincia jiennense, abundante en ganadería brava y cuna de un buen elenco de figuras de oro y plata de la tauromaquia de todos los tiempos, cuenta solo con dos escuelas taurinas en su territorio, concretamente en Jáen capital y en el municipio de Baeza. La primera de ellas, denominada oficialmente Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén, fue fundada en 1997 por, como se lee en su página web, “un grupo de taurinos capitaneados por don Francisco Gutiérrez Colmenero (...) tras el vacío taurino de noveles ocasionado al desaparecer la antigua Escuela Taurina Tendido 1, que tanta ilusión despertó en la aficion jiennense, sacando promesas que sonaron fuerte, primero como becerristas y, posteriormente, como novilleros, como los hermanos Netes, El Yiya, El Chico, Miguel Valero, M. Callejas, Juan Carlos Galián... y Juan Carlos García, el más destacado, quien llegó a tomar la alternativa en Jaén de manos de Ortega Cano y Enrique Ponce”.

La edad máxima para matricularse es de veintiún años, y los días de clases los lunes y miércoles, de 16:30 a 18:30 horas, y los sábados o domingos de 9:30 a 12:30. Los entrenamientos, por su parte, se llevan a cabo se realizan en las plazas de toros de Jaén o Linares —donde acuden, con más facilidad a la hora de desplazarse, alumnos de los alrededores de la ciudad de las Minas o de otros puntos de la provincia jiennense. “Contribuir al desarrollo y fomento de la fiesta de los toros, ayudarla a través de la búsqueda de nuevos valores que velen por su permanencia, impartir las enseñanzas necesarias, sean estas teóricas, prácticas, culturales, históricas y profesionales, que ayuden a los alumnos a formarse taurinamente, inculcar los valores humanos que hay en este mundo —respeto, educación, compañerismo, sacrificio, entrega, esfuerzo...— y fomentar la afición entre la sociedad, haciendo que la gente acuda a espectáculos taurinos a través de la asistencia a las clases prácticas organizadas por esta Escuela”, son los “leit motiv” de la entidad, que no solo incide en la “educación” taurina de sus inscritos, sino que, en palabras de Antonio Sutil, su director gerente, va más allá: “Este es un mundo muy complicado y, aparte de las cualidades de cada uno, llegar a convertirse en torero es prácticamente un milagro, tienen que juntarse muchas circunstancias para triunfar y el factor suerte es fundamental”; una opinión que secunda totalmente José Andrés Navarro, “Andujano”, matador de alternativa y profesor de la Escuela Taurina de Baeza. Sutil continúa: “Llegan con esa ilusión, y no solamente entran para aprender a torear, también otra serie de cosas que, por desgracia, los chavales de hoy día no tienen; antes, un novillero sin caballos le hablaba con respeto a otro que sí había debutado con caballos, por ejemplo, y esa evolución la vemos nosotros desde que llegan”. Según Sutil, la máxima militar que asegura que la veteranía es un grado está muy presente en la escuela: “Al llegar a un entrenamiento, lo primero que tienen que hacer es saludar a sus profesores, a los que tiene que llamar maestros, y saludarse también entre los propios compañeros dándose la mano”, reconoce. Al respecto, Antonio Sutil expone que incluso la evolución que los matriculados presentan en sus estudios reglados está muy presente en las clases. “Algunos padres culpaban del suspenso de sus hijos a una falta de concentración motivada por su actividad en la escuela”, suscribe. Para atajar la situación, añade, la directiva llegó a expulsar de la institución a un matriculado cuya respuesta académica fue en picado.

Al hilo de esto, José Andrés Navarro, “Andujano”, profesor de la Escuela Taurina de Baeza, afirma: “Cada trimestre les pedimos las notas, porque de esto no van a comer y los estudios les servirán también como toreros, para desenvolverse en la sociedad”. “Intentamos crear hombres de bien para una sociedad constructiva”, apostilla José Andrés Navarro.

En el aspecto puramente taurino, los veintiún inscritos en el centro de la capital y los cinco que asisten a clase en la plaza de toros de Baeza conocen la historia, el toreo en sí mismo o practican ejercicio físico, “asignaturas troncales” tanto de la institución jiennense como de la baezana, que comparten, además, gran parte de su estructura y funcionamiento. Quienes se muestren más “empollones” protagonizarán los carteles de festejos como, por ejemplo, los que conforman el ciclo de novilladas que televisa Canal Sur, un recorrido por diferentes cosos taurinos que, en muchos casos, suponen un importante empujón para los aspirantes a convertirse en figuras del toreo.

En cuanto a las fuentes de financiación —su práctica inexistencia, si se atiende a las declaraciones de sus responsables— de las que se nutren ambas entidades presentan matices importantes; entidades financieras —Caja Rural en el caso de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén—, firmas privadas y una aportación por parte de la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas “Pedro Romero” inyectan liquidez a la entidad de Jaén, en tanto la baezana asegura que no cuenta con aportación alguna, excepto la cesión de las instalaciones del coso de la ciudad monumental, que responde a un convenio. Sin embargo, la suma de estas cantidades no da —asegura Sutil— para pagar salarios a los monitores —el propio director gerente, Joselito Rus y Francisco Diego Martínez Sánchez, “Curro Martínez”— ni para asumir los gastos que implica organizar un festejo para que los alumnos puedan desarrollar lo aprendido. En relación con la queja de Sutil, el diestro Andujano —que desarrolla las tareas docentes en solitario— critica que administraciones públicas como la Diputación Provincial no colaboren económicamente: “La Diputación de Málaga le dio a la escuela malagueña dinero para dos o tres años recientemente, parece mentira que la de Jaén no tenga esa sensibilidad de ayudarnos”. Y añade: “El toreo ha sido y es un arte arraigado a una tradición y a unas raíces totalmente apolíticas”.

En otro orden de cosas, por encima del organigrama puramente artístico ambas entidades cuentan con una directiva, que en Jaén preside Antonio Luis Moriana y en Baeza, Pedro Villa. Ellos están al frente de dos escuelas de las que —dicen— han salido ya nombres que, a día de hoy, representan el futuro de la “fiesta nacional”.

El gusto de convivir con el toro en el campo
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Las escuelas taurinas desarrollan también sus propios programas de “actividades extraescolares”, que si en el caso de los centros formativos de Primaria o Secundaria tienen como destino granjas escuela, museos o parques temáticos, entre otros, para los aspirantes a toreros se encuentran en el campo, las ganaderías y los lugares donde el toro bravo, desde su nacimiento, desarrolla su vida. Recientemente, la Escuela Cultural de Tauromaquia de Jaén promovió una de estas citas, concretamente una jornada de herradero en la finca carolinense de El Añadío, donde conocieron las tareas propias que tienen lugar en estas instalaciones en torno a los astados. Para finalizar fueron tentadas dos becerras, que pusieron a prueba los “conocimientos” de los alumnos de la entidad. La cita formó parte del variado calendario que convoca la escuela, que incluye encuentros con toreros, toreo de salón y desplazamientos para asistir a festejos que puedan resultarles interesantes.