Un torrecampeño en Canadá

El torrecampeño Juan Peragón Liébana lleva en Calgary (Canadá) desde 1993, un viaje que decidió hacer por amor y que, hoy en día, le hace seguir en el mismo lugar a este tatuador y camionero, con su mujer y sus hijos

19 may 2019 / 11:40 H.

Calgary se encuentra ubicada en la provincia de Alberta, en el oeste de Canadá. Es una ciudad que está estratégicamente posicionada en el mapa, lo que la convierte en un lugar muy bien ubicado para poder recorrer otras áreas del país de Norte América. Hasta hacía unas décadas, Calgary era una ciudad en la que sus habitantes vivían tranquilos, donde la masa de turistas que solía asolar otras tierras no terminaba de llegar, algo que a sus habitantes no les molestaba demasiado. Pero esa realidad dio un giro de 180 grados a partir del año 1988. ¿La razón? La celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno. Fue un momento crucial para la ciudad, que se convirtió en el punto central de los deportes de invierno durante la celebración y, gracias a la buena fama obtenida y la publicidad conseguida, fueron muchos los turistas que decidieron dar una oportunidad a esta ciudad canadiense, apenas conocida hasta entonces para muchos viajeros.

Ahí se encuentra Juan Peragón Liébana, un torrecampeño que estudió Delineación en San Juan Bosco y que ahora se gana la vida entre el asfalto y la tinta, como dice él. De lunes a jueves viajar sobre ruedas como camionero y, los fines de semana, es tatuador. Se mudó en 1993 y la razón del viaje fue la que ahora es su exesposa, a la que conoció en Torredelcampo siendo ella natural de Calgary, causa por la que decidió hacer las maletas y dejar su tierra natal, rodeado de olivos, para cambiar el paisaje radicalmente, así como el idioma y las caras conocidas. El cambio fue radical, pues Peragón confiesa que “no tenía ni idea de inglés”, así que lo fue aprendiendo sobre la marcha, mientras trabajaba de camionero y marcando en tinta la piel de sus nuevos vecinos. Su primer trabajo fue en un hotel del Lago Louise, “un lugar maravilloso”, en el corazón de las Montañas Rocosas, a dos horas de Calgary. La estampa del lugar es la clásica imagen de Canadá de los carteles del siglo pasado, donde la Policía Montada vigilaba las tierras salvajes, de frondosos bosques, altísimas montañas y lagos profundos y azules. “Recuerdo que mi primera noche aquí fue muy emocionante”, comenta Peragón, y explica cómo llegó en octubre y, al día, siguiente nevó, “como solo nieva por aquí y yo solo parecía un crío jugando en la nieve”. Fue un instante mágico que le hizo más consciente de dónde se encontraba, tan lejos de su tierra natal, tras cruzar un Océano. Sin embargo, no se sintió incómodo, al contrario, a pesar de las complicaciones del idioma, confiesa que enseguida se adaptó y no tardó en disfrutar de verdad de la vida en Calgary. De hecho, unos de los mejores momentos que ha vivido en tierras canadienses, sin contar el nacimiento de sus hijos , fue cuando su mejor amigo de la infancia, Pedro Eliche, cogió el avión y acudió a la boda de su amigo torrecampeño. “Me volví a casar tras mi divorcio y Crystal, mi esposa, es el motivo por el que sigo aquí”. De hecho, en su casa en Torredelcampo tienen la situación “más que controlada y asumida”. Después de tantos años, Peragón cuenta que se han acostumbrado a su ausencia. “Bueno, todos menos mi madre, que más de dos décadas después aún ha asumido del todo y lo lleva mal”. Es más, Peragón es el único miembro de la familia que se encuentra fuera del país, lo cual acrecienta ese sentimiento de ausencia. La distancia le hace añorar su Jaén, y lo que más echa en falta es “su gente y los olores”. Asimismo, la actitud de los canadienses no es la misma que los jiennenses, ni mucho menos. “Suelen ser muy reservados, casi al borde de ser fríos, por eso sé que la gente de Jaén no tiene nada en común con ellos en carácter”.

lo difícil del idioma

En Canadá el inglés y el francés comparten estado cooficialidad de lenguas. El 90 por ciento del país sabe hablar en inglés, y el 60 por ciento, en francés, debido a las antiguas colonias provenientes del país galo. De todas formas, la lengua anglosajona sale ganando, sin duda, y Juan Peragón tuvo un gran inconveniente nada más llegar, pues desconocía el idioma. “No recuerdo haber vivido momentos incómodos como tal, en todo caso, sí que me acuerdo de los difícil que era comunicarme al principio, cuando llegué de España, los primeros meses fueron los más duros”. Sin embargo, la práctica y el oído facilitaron mucho la tarea. Gracias a ello, poco a poco, aprendió un idioma que desconocía hasta asumirlo como tal. De hecho, su pareja y sus hijos son angloparlantes. Un hogar que comparte culturas e idiomas natales.

subida del turismo

Hasta los Juegos de Invierno de 1988, la ciudad de Calgary apenas era conocida. Pero la celebración de este gran evento deportivo reforzó la imagen de la ciudad, que se dio a conocer en todo el mundo y que los que estuvieron viviendo en la zona durante esa temporada compartieron su experiencia positiva, creando un efecto llamada. Actualmente, la ciudad recibe a miles de visitantes cada año, de hecho, está incluida como uno de los cinco destinos más visitados de todo el país. Uno de los grandes puntos de entrada es Alberta, otra de las importantes ciudades de Canadá y que, gracias a la cercanía con Calgary, es fácil encontrar formas de llegar hasta el lugar y participar en excursiones o actividades relacionadas con el lugar, de todo tipo de ideas originales.

una gran diversidad cultural que hace
que el país sea incomparable
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Canadá está formada por emigrantes. Es una realidad que Juan Peragón ha conocido en primera persona y que muestra la “gran diversidad cultural del país, que es incomparable”. En el territorio existe una variedad étnica hace que sea “un lugar mágico”, donde todo puede suceder en el país de las montañas heladas y los bosques de altos pinos. Peragón no duda en hablar de las maravillas de Calgary a todo aquel que quiera atender: “Lo recomiendo para otros emigrantes”. Sin embargo, la espinita de no poder regresar a Jaén sigue clavada en su corazón torrecampeño. “Ahora que mis hijos son adolescentes, veo cada vez más difícil volver de forma permanentemente”, comenta, y apunta: “Pero nunca se sabe...”. La vida es una sorpresa, así lo ha descubierto Juan Peragón, así que no cierra la puerta a cualquier otra posibilidad, como la idea de jubilarse y volver a su tierra natal. “Es una gran posibilidad”. Algo que, seguramente, sus familiares también deseen que salga adelante.

obras de arte que quedan marcadas en tinta en la piel
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Juan Peragón es un tatuador profesional. Entre sus obras realizadas sobre la piel destaca el del dragón que cubre toda la espalda, con colores intensos del fuego que parece arder de verdad.

amigos de todas las partes del mundo se juntan en calgary
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La gran variedad étnica que existe en Canadá se pone de relieve con la relación de amistad que hay entre Peragón y Emad, un egipcio que regenta un negocio en Calgary.

camionero entre semana, tatuador los fines de semana
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La mayoría de las horas de su vida las dedica Peragón a su profesión como camionero, recorriendo las larguísimas carreteras canadienses con su camión, transportando mercancía de un lugar a otro del país.

un lugar que enamora más allá de su increible paisaje
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La ciudad de Calgary gusta y mucho a sus visitantes, y con razón. No solo por la naturaleza que rodea a la ciudad, sino también la que tiene en su interior, con edificios modernos y esencia clásica, es un reducto para los enamorados de Canadá.