Perros

    13 oct 2019 / 11:50 H.

    Mi perro se ponía todas las mañanas, a primera hora, sentado sobre las patas traseras, en un lugar en donde el sol daba contra un árbol. Ladeaba entonces la cabeza y se concentraba en las hojas. Cuando llegaba a este punto su boca se iba acercando a una situación muy próxima al ladrido, pero no lo daba. Después cambiaba de sitio. Se iba, con esa decisión que tienen los animales, hacia un pasillo y se tumbaba con la cabeza erguida sobre las cuatro patas flexionadas. Pasaba largo tiempo en esta postura hasta que paulatinamente iba declinando la cabeza para dejarla apoyada sobre sus patas delanteras. Eso sí, en ningún momento dejaba de mirar la profundidad del corredor. De esta postura se levantaba resortizado y marchaba rápidamente para asomarse por la rendija de un balcón; para ello se apoyaba sobre las patas delanteras, irguiéndose sobre las traseras. Aquí emitía un breve ladrido, parecido a un estornudo y movía el rabo temblorosamente. A media tarde se incorporaba de donde estuviera y galopaba hasta llegar al pasillo, al mismo lugar en donde había estado por la mañana y tomaba igual posición. Aquí llegaba un punto en que dormitaba. Cuando llegábamos del paseo subía las escaleras pegado al lado de la pared a una velocidad imposible para mi. Entraba en la casa y se iba donde estaba el pienso, pero no lo probaba. Antes de que se apagaran las luces de la casa iba hasta la puerta de la calle y ladraba tres o cuatro veces. La repetición, día tras día, de esta conducta me hizo preguntarle al veterinario y su respuesta fue tajante: los animales también tienen mecánicas repetitivas en sus vidas. Lo dijo tan seguro que únicamente pude asentir con la cabeza. Desconozco el motivo que me llevó a situar el móvil a la altura de los ojos de mi perro y hacer fotografías; con ello intentaba hacerme una idea de lo que estaba viendo. El resultado simplón de que las veía desde un plano inferior al mío estaba claro. Después fue cuando revisé el como los perros perciben los colores y saqué la conclusión de que es como si fueran daltónicos. Las fotos que tenía las pasé a una visión daltónica con una simple aplicación que además era gratis. En estas condiciones aparecía un segmento circular en algún punto de la fotografía. Otras fotos hechas a horas distintas desde una de las posiciones que el perro repetía, pero que en ese momento no estaba mirando, no mostraban el segmento circular. Todo esto puede parecer una cuestión desargumentada, pero me resulta preocupante ese segmento circular que ve mi perro entrando y saliendo de la casa. Hasta ahora no se queda a dormir. El nombre de mi perro no tiene importancia en esta historia.