La vida en “modo naranja”

Leticia Gallardo Estrella es un alma viajera que ha encontrado en la ciudad holandesa de Nimega su sitio en el mundo, donde desarrolla
su vocación profesional en torno a la medicina como científica de datos

18 nov 2018 / 12:15 H.

Un viajero empedernido, Pablo Neruda, que recorrió el mundo varias veces, pedía en una de sus odas elementales que la luz de cada día fuese anaranjada. Seguramente recordaba —o no— mientras escribía, la tierra de la madre de su única hija, Malva Marina, que murió en tierras holandesas allá por 1943, con solo 8 años. Los mismos territorios donde, a día de hoy, Leticia GallardoEstrella —una jiennense que también ha viajado lo suyo—, construye la historia de su vida.

Estudió Ingeniería de Telecomunicación en Málaga y, precisamente, en esa etapa inauguró su álbum internacional de fotos: “Gracias a una beca Erasmus viví en Mikkeli —Finlandia— durante nueve meses; disfruté tanto de la experiencia que, a la vuelta, seguí buscando nuevas oportunidades de viajar y fui aceptada para hacer prácticas en Sony Stuttgart Technology Center, en Alemania, hasta 2009”, recuerda. Terminó la carrera y, todo un año, ganó experiencia en la capital de la Costa del Sol hasta que las fronteras españolas se le quedaron pequeñas: decidió cumplir sus sueños profesionales —que pasaban por el mundo de la medicina— y, de paso, poner tierra de por medio: “En noviembre de 2011 me mudé a Nimega (Holanda) para empezar un Doctorado en Cuantificación Automática de Biomarcadores de EPOC en imágenes de TAC”; tan positiva fue la experiencia que el birrete, la muceta y la toga le abrieron las puertas laborales holandesas y, hoy, ejerce como científica de datos en una empresa “spin off” de la Universidad de Radboud, en la ciudad en la que reside: “Mi trabajo consiste en el desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial y aprendizaje automático para la detección de alteraciones pulmonares en imágenes de TAC”, asegura, y añade: “Los algoritmos desarrollados en Thirona —la empresa en la que trabaja actualmente— se utilizan en hospitales y centros de investigación para selección y planificación de tratamientos y evalucación del progreso de enfermedades pulmonares”.

Ha conseguido lo que quería: dedicarse a lo que siempre ha deseado, aunque más de dos mil kilómetros la separen de su patria chica, a la que regresa cada vez que puede: “Intento ir a España cada dos o tres meses, casi siempre vuelo a Málaga, y a Jaén voy menos a menudo, ya que, entonces, el viaje se hace aún más largo”, confiesa; sin embargo, tiene tantas cosas inolvidables aquí que no hay quien le quite dejarse caer por el mar de olivos para “recargar las pilas” y darle una paliza a la nostalgia: “La familia y los amigos es lo que más se echa de menos”, afirma..., pero no solo eso, no: “Echo bastante de menos la comida, la cocina holandesa no es, precisamente, la mejor del mundo”. Y es que el tapeo y el ambiente sureños tiran mucho, así que no le queda otra que aprovechar y, cada vez que viene a su tierra natal, surtirse de los sabores que tanto añora en Holanda: “Cada vez que voy a Jaén voy con la maleta medio vacía, para llenarla de aceite, jamón y lomo embuchado. Siempre me llevo aceite de más, porque mucha gente, aquí, me pide que le traiga”.

Toda una embajadora del “oro líquido” jiennense que, por ahora, tiene más que claro que su sitio está en el país de los tulipanes, al menos mientras España no le garantice un desarrollo profesional como el que disfruta allí y, en consecuencia, la estabilidad que, junto con su novio, Jeroen —holandés de pura cepa—, goza en estos momentos: “Nos hemos planteado volver, pero es bastante complicado encontrar un trabajo similar al que tenemos aquí, así que es bastante improbable que volvamos en un futuro cercano”, concluye Gallardo.

país sin montañas

Vive con su novio, Jeroen, desde hace ya dos años: “Lo conocí en una fiesta, hace cuatro años, aquí, en Nimega”, recuerda la ingeniera de Telecomunicación jiennense, que no comparte solo el mismo techo con el holandés: “No gusta mucho viajar y, también, hacer snowboard”, asegura. Sin embargo, la escasez de montañas que presenta el país de los tulipanes les pone muy cuesta arriba eso de deslizarse sobre una tabla sobre la nieve. Por algo a Holanda se la conoce como Países Bajos, y es que ningún accidente geográfico de considerable estatura saca los pies del plato para rozar su cielo; como mucho, una colina de trescientos metros de altura es la única elevación “de vértigo” allí aunque, eso sí, no da para que la pareja se enfunde el mono, las gafas y el casco y se pertreche con la tabla para bajar a toda velocidad y derrochar adrenalina sobre el manto blanco.

“una vida relajada”

“En general, creo que la vida en Holanda es más relajada que en España. Se puede ir en bici a todos sitios, por lo que no pasas tiempo en atascos o buscando aparcamiento”, suscribe Leticia Gallardo Estrella, de cuyas palabras se deduce la buena opinión que tiene del paisaje y el paisanaje que la rodean a día de hoy: “Se valora mucho la conciliación de la vida personal y laboral, por lo que son muy flexibles en el trabajo. Por ejemplo, los horarios no son fijos y no tienen problema en que trabaje desde España cuando voy a visitar a mi familia”, apostilla. En Holanda ha construido un presente y un probable futuro con los que se siente más que satisfecha, rodeada de amigos no holandeses, por aquello de que ser extranjero propicia las relaciones entre quienes proceden de diferentes nacionalidades.

salir de bares y a bailar, la alternativa a las “terracitas” españolas en holanda
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“La vida social en Holanda es distinta a la española, sobre todo en invierno. Con el frío y la lluvia, no apetece sentarse en una terraza, así que lo más común es quedar para tomar cervezas o vino en un bar y, luego, ir a bailar”. Así describe Leticia Gallardo las posibilidades lúdicas y de ocio que ofrece el país en el que reside en la actualidad. Dice que Nimega, su ciudad, ha abierto, en el último año, un buen número de restaurantes que sirven tapas, pese a que, allí, esta oferta gastronómica no es lo más habitual a la hora de disfrutar de la gastronomía local: “Cuando salgo en España a cenar, normalmente pides tapas y alguna ración para completar, que normalmente se comparte; lo de compartir la comida en Holanda no es muy común”, aclara, y añade que, para los holandeses, una tapa viene a ser algo así como una ración que se comparte, “no la tapa que te ponen en Jaén cuando se pide una caña”. Sin tapa o con ella, la ingeniera y científica jiennense afirma que, en verano, las terrazas de los bares se llenan, sobre todo después del trabajo.

entre amigos
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Leticia Gallardo Estrella asegura que cenar en restaurantes en Holanda es “bastante caro”, de ahí que sea de lo más común quedar con los amigos para cenar en su propia casa o en la de cualquiera de ellos. Como muestra, un botón, esta fotografía en la que la jiennense disfruta de unas buenas viandas con su gente.

de feria
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Poco tiene que ver con la de San Lucas, pero los habitantes de Nimega disfrutan de lo lindo durante la celebración del “Vierdaagse”, que incluye una caminata de cuatro días en la que participan personas llegadas desde sitios dispares, hasta el punto de que la ciudad se queda pequeña para acoger a tanta gente.

“a lo bollywodd”
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Una compañera de doctorado, Pragnya, se casó en Ujain (India), y hasta allí se fue un grupo de sus amigos residentes en Holanda para arroparla en tan trascendental momento. “Donde fueres haz lo que vieres”, die el refrán, y Leticia Gallardo y compañía no dudaron en enfundarse el tradicional “sari” para no desentonar.

de boda
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Casarse está de moda, a tenor de las fotografías de esta página del reportaje que protagoniza Leticia Gallardo. Esta vez fue en el enlace matrimonial de Melina, una joven griega con la que la jiennense entabló amistad en Holanda. Gallardo aún no ha dado el paso, quizá por que no cogió el ramo de novia que lanzó Melina.