La mítica Copa Pavón y otros concursos

07 feb 2016 / 10:27 H.

El teatro Pavón se construyó por iniciativa de Francisca Pavón en 1924 y fue inaugurado el año siguiente por el rey Alfonso XIII. Hasta aquí nada de flamenco, pero sí que es el teatro que los aficionados tenemos como referencia ya que supieron recoger los frutos que había dado el concurso de Granada en el 1922 y aprovechando que los aficionados estaban deseosos por saber quién era el mejor cantaor, (en esa época no se discutía de fútbol, el centro de las charlas de bares eran los toros y el flamenco) pues organizaron un concurso para dilucidar quién se coronaba como el mejor de los flamencos.

A la llamada a esta cita acudió la flor y nata del cante, hubo que hacerse eliminatorias, (buen negocio para la empresa) y por fin se llegó a la final con el siguiente plantel de concursantes: El Niño de Escacena, Pepe Marchena, el Cojo de Málaga, El Mochuelo, y Manuel Vallejo.

Puede que a algunos de ustedes no les suenen alguno de estos nombres, pero todos han sido grandes figuras del cante. Como me ocurrió con el concurso de Granada, a este tampoco asistí pues faltaban más de dos décadas para que yo naciera, pero no quita que haya aprendido algo sobre el tema gracias a las clases que recibí de Agustín Gómez en la Cátedra de Flamencología de Córdoba, así que entre lo que me enseñaron y lo que yo he leído posteriormente, si pudo ofrecer unas pinceladas sobre el concurso.

La final fue el día 24 de agosto del 1925. Presidía el jurado, Antonio Chacón. El resultado del certamen estaba muy reñido, de todos los aficionados era sabido que Chacón era un gran admirador de Escacena, pero el jurado se decantó por unanimidad para declarar ganador de la primera Copa Pavón a Manuel Vallejo. Nunca ha habido tanta sintonía entre el fallo de un jurado y el público. Al conocerse el resultado el teatro se convirtió en una fiesta de aplausos, olés y vivas.

Cuenta las malas leguas, que finalizado el concurso, Antonio Chacón, en un aparte le comentó a Vallejo que había cantado mejor que los demás pero que “La Vieja” (así llamaban a sus espaldas a Pepe Marchena) sería más popular y ganaría mucho más dinero. Eso es ver el futuro y lo demás son tonterías.

Dado el exitazo de taquilla, público y crítica de la primera Copa Pavón, rápidamente se organizó su segunda edición para el siguiente año.

Año 1926, II Copa Pavón. Preside el jurado nuevamente Antonio Chacón. Público a abarrotar el teatro. Veredicto del jurado: Ganador, Manuel Centeno. Respuesta del público: gran abucheo y pataleo pues nadie compartía este fallo. ¿Quiere esto decir que Centeno cantara mal? De ninguna manera por lo que dicen las crónicas, entre otros cantes hizo una saeta que levantó a todo el público de sus asientos entre olés y vivas. ¿Entonces qué pasó? Lo que ocurrió es que Manuel Vallejo se había vuelto a presentar y según todo el mundo fue el mejor, pero a la empresa no le interesaba que el mismo artista ganara dos veces consecutivas, así que el jurado optó por dejar en segundo lugar al artista que había vuelto a demostrar sus excepcionales cualidades.

Cuentan las crónicas que los artistas flamencos de esa época amenazaron con hacer una huelga en protesta por este desaguisado. ¡Eso es solidaridad entre profesionales! Así que el gran maestro Chacón tuvo una genial idea, compensarían este entuerto dándole a Manuel Vallejo las II Llaves de Oro del Cante. Dicho y hecho, la huelga fue desconvocada, la afición se calmó y aplaudieron la decisión tomada y las llaves se las entregó el gran artista flamenco Manuel Torres.

El famoso concurso de la Copa Pavón nunca llegó a tener una tercera edición. Tuvieron que pasar bastantes años para que algún concurso de flamenco se hiciera importante. Fíjense que hasta el año 1956 no se crea en Córdoba el Concurso Nacional de Cante Jondo, que por cierto, pronto pasó a denominarse Concurso Nacional de Arte Flamenco.

En el año 1955 Anselmo González Climent escribió su exitoso libro titulado Flamencología y he aquí que el escritor y poeta Ricardo Molina, colaborador de Antonio Mairena, leyó este libro y se quedó prendado, así que sin pensárselo dos veces fue en busca del alcalde de Córdoba, que a la sazón era el señor Cruz Conde, y le propuso hacer un concurso de flamenco similar al que se había celebrado en Granada allá por el año 1922.

Ni qué decir que el alcalde aceptó y agradeció la idea de su amigo y, de esta manera, surgió este importantísimo certamen que se viene celebrando cada tres años. El cambio de nombre fue un gran acierto puesto que el certamen cordobés se abrió a las especialidades de baile y guitarra , cubriendo así todas las parcelas del flamenco.

No me resisto a contar que el primer triunfador de este prestigioso concurso fue ni más ni menos que el cantaor Antonio Fernández Díaz, Fosforito, quien consiguió sobresalir en los cuatro apartados en los que habían agrupado los palos más importantes del flamenco, siendo las cabeceras de dichos apartados: Grupo A. Seguiriyas, B. Soleares, C. Malagueñas y D. Peteneras.

Le siguen en antigüedad los concursos de cante de las Minas de la Unión y el de Mairena del Alcor, ambos creados en el año 1961 y el de las Tarantas, de Linares, que data ya del año 1964.