Cantó por primera vez por un bote de Cola Cao y unas cuantas pesetas y, desde entonces, no ha parado. El mejor silbador que ha dado la provincia jiennense es un artista reconocido internacionalmente, pero al que nunca se le ha olvidado su tierra a pesar de residir en Francia. Con un ilusionante proyecto que lo traerá a tierras olivareras, Kurt Savoy reflexiona sobre su amplia trayectoria.

—¿Cómo recuerda su infancia?

—Es una historia un poco triste. Yo nací en Andújar, pero al año y poco me marché a Córdoba. Allí me quedé hasta los ocho años, aunque mis progenitores emigraron antes a Madrid. Mi padre era minero, de Linares, y mi madre cordobesa. Me reuní con ellos en Atocha, por entonces la capital me pareció inmensa. Al poco tiempo mi padre cayó enfermo y yo me empeñé en dejar el colegio para poder ayudar en casa. Así fue como empecé a vender pipas y caramelos con una cesta.

—Como ya ha comentado, es de Andújar. ¿Qué es lo que más le gusta de su tierra?

—Me encanta la gente. Nunca he recibido tanto cariño como el que me han dado en mi tierra, donde tengo muchos seguidores y un club de fans en Linares. Siempre he deseado pasar mis últimos años en la provincia.

—¿Qué relación guarda con la provincia en la actualidad?

—Tengo muchos amigos en Jaén. Además, he realizado varios trabajos, hace poco grabé un programa para la televisión, que se desarrolló en Úbeda. El amor por Jaén y sus miles de olivos siempre me acompaña. De hecho, tengo un deseo pendiente de cumplir, visitar el santuario de la Virgen de la Cabeza, que no conozco.

—Actualmente reside en Francia. ¿Por qué decidió marcharse?

—Se unieron varios factores. Mi mujer era torero y yo sufría mucho porque era muy peligroso, incluso durante nuestra boda la cogió un toro. Ella se retiró y, cuando nacieron nuestros hijos, tuvieron problemas de salud muy serios. Fue la madre de mi esposa la que nos propuso que nos marcháramos a Francia para que los trataran allí y eso hicimos. Después, mis hijos desarrollaron su vida aquí y decidimos quedarnos.

—Comenzó realizando numerosas intervenciones radiofónicas como cantante. ¿Cómo surge la oportunidad de cantar?

—Escuché por la radio que había un concurso para jóvenes cantantes, en el que ofrecían como premio un bote de Cola Cao y algo de dinero. Yo jamás había cantado, pero quería ayudar en casa. Le pedí a un primo mío que había conseguido una guitarra en una verbena que me enseñara algunos acordes para poder presentarme. Después de unos días probé suerte y gané el concurso con una canción del artista Elvis. Tras ello, seguí presentándome a otras pruebas en la radio y me enamoré de una guitarra. Aún no sé cómo con lo poco que teníamos convencí a mi madre para que me la comprara.

—Después llegó la televisión. ¿Cómo fue el salto a la pequeña pantalla?

—Fue similar, a través de un concurso que se llamaba “Hacia la fama”. También conseguí ganar y ahí fue donde me creí que podía dedicarme a esto, pues hasta entonces lo hacía más para ayudar a mi familia.

—A partir de 1958 comienza su carrera profesional.

—Así es. Empecé a ser conocido y me llamaban para que actuara, cada vez desde más lugares. De hecho, en aquellos años fui víctima incluso de estafa. Un día uno de los empresarios que me contrató me pagó directamente y descubrí que la persona que hacía de intermediario para contratar los conciertos se quedaba con casi todo lo que nos daban.

—Realizó una gira dándose a conocer como el Rey del rock. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época?

—Sí, fue mi primera gira como cantante. La verdad es que me llamé así porque fui pionero en el mundo del rock, un género que por entonces no había explorado nadie. Más tarde surgirían estrellas como Miguel Ríos, con el que coincidí en varias ocasiones.

—Sobre los 60 empieza a ser conocido por su habilidad en el silbido. ¿Cuándo descubre que se le da bien?

—La verdad es que yo sabía silbar, pero nunca pensé que podría ser algo que llamara tanto la atención. Resulta que en las actuaciones incluía silbidos en parte de los temas que interpretaba y la verdad es que la gente se entusiasmaba y cada vez fue a más. A lo largo de mi carrera, ha habido actuaciones en las que he silbado más de lo que he cantado.

—Su fama está íntimamente relacionada con la imitación del silbido de las melodías de las bandas sonoras compuestas por Ennio Morricone para los spaghetti western El bueno, el feo y el malo (es John O'Neill el silbador imitado por Curro), y La muerte tenía un precio. ¿Cómo lo consigue?

—Es cierto que siempre se me ha relacionado con las películas. Tengo que aclarar que yo hice una versión, muy personal, de estas sintonías y a partir de ahí mucha gente pensó que yo había sido el actor que las había interpretado, aunque no fue así. Sin embargo, sí que he participado en múltiples películas a lo largo de mi carrera profesional en varios países en las que los protagonistas eran personajes bastante conocidos.

—A lo largo de su trayectoria habrá protagonizado múltiples anécdotas.

—Efectivamente, tengo muchas guardadas en la memoria. Recuerdo una vez, cuando comencé a cantar en España, que me trasladé hasta Francia para intentar actuar en uno de los teatros más importante del mundo. Por entonces no era conocido en el país y no pude hacerlo. Con el paso de los años, me llamaron en dos ocasiones, algo que me llena de orgullo.

—Es capaz de imitar con su silbido todo tipo de música, desde rock a jazz, pasando por flamenco. ¿Cuál es su género favorito y con el que más cómodo se siente?

—La verdad es que me siento bien en diversos géneros. Me he pasado toda la vida cantando, es mi pasión y lo que mejor sé hacer, pero también aprendiendo lo que no pude de pequeño. Toco la guitarra y he estudiado solfeo, entre otros.

—Tiene pensado realizar una nueva gira, ¿en qué consiste este novedoso proyecto?

—Todo surgió durante mi estancia en Úbeda para la grabación de un programa de televisión. Durante la espera de un autobús conocí al cantante de Versos Robados, Pedro Vilar, con el que intercambié el teléfono. Después surgió la idea de colaborar en un proyecto en el que ellos hacen un Tributo a Joaquín Sabina y yo a Morricone. Es una iniciativa muy bonita en la que hemos volcado toda nuestra ilusión, además de ser una iniciativa cien por cien jiennense. Los encargados de organizarlo todo son Sculpture Center, de la mano de Juan Francisco Fernández.

—Han elegido la ciudad Jaén para comenzar la gira, ¿cuándo será la actuación y que van a exhibir ante sus paisanos?

—Sí, no podía ser de otra manera, debíamos arrancan la gira en casa. Será en abril, aunque aún se están barajando las fechas. Se harán ambos tributos con acompañamiento de Versos Robados hacia mí y viceversa donde habrá momentos para la improvisación y, por supuesto, no faltarán los silbidos. Tras ello visitaremos el resto de Andalucía y cuando tengamos cubierto el sur, haremos gira por otras ciudades españolas.

—¿Por qué ningún jiennense puede perderse esta gran cita?

—Solo puedo decir que pondré todo mi corazón, me hace una especial ilusión poder actuar en mi tierra, ya que, a pesar de los años, me siento jiennense y tengo muchas ganas de volver a compartir mi música con todos mis paisanos, por lo que espero contar con su apoyo el próximo mes de abril.

—¿Qué otros proyectos tiene para los próximos meses?

—Estamos creando un libro titulado “Lo bueno, lo feo y lo malo de la música” en el que participan expertos de varios ámbitos. Además, voy a estar en varios programas de televisión.