En la ciudad de la felicidad

Antes coincidía con la “Bailarina” de la Plaza de la Audiencia de Jaén y ahora, Pablo Cañada Pereira se cruza, cada día, con la “Sirenita” de Copenhague, la capital danesa, donde amplía su formación como ingeniero mecánico

10 feb 2019 / 16:27 H.

Hygge” llaman los daneses a eso que la gente del sur denomina disfrutar de la vida y que, desde que el mundo es mundo, forma parte de la personalidad andaluza: el goce de unabuena conversación, un rato de compadreo con los amigos, morirse de gusto con una copa o un plato... En definitiva, sacarle el mayor jugo a la existencia —“juga”, pronuncian en Dinamarca—.

En ese ambiente tan de aquí como de allí vive un jiennense del Gran Eje y Loma del Royo que responde al nombre de Pablo Cañada Pereira, quien —eso sí—, asegura que por mucho que el país de Andersen sea un escenario cotidiano de cuento y dé gusto empaparse de él, no es “nada comparable al estitlo andaluz”: “No todo iba a ser perfecto”, apostilla. Trotamundos de vocación, su periplo comenzó desde las aulas de la Universidad de Jaén, donde estudió Ingenería Mecánica: “En el momento que decidí, por primera vez, hacer las maletas y aventurarme a eso que llaman Erasmus supe que no podría parar, el gusanillo de viajar, vivir otras culturas y aprender otros idiomas estaba en mí”, confiesa. ¿Y para qué contradecirse? “El día que deja uno de luchar contra sus instintos, ese día se ha aprendido a vivir”, escribió García Lorca. “Viví durante un año en Konstanz, Alemania, y puedo decir que fue una de mis mejores experiencias; dicen que esa primera vez en el extranjero es inolvidable, que no se puede explicar con palabras, y sintiéndolo mucho por el lector, coincido”, aclara Cañada.

Tanto ajetreo no le impidió acabar los estudios superiores y, con el título de perito bajo el brazo, el jiennense acumuló curriculum en el campo de la investigación y —la querencia es la querencia— cumplió sus mejores deseos: “Al concluir esta etapa me vi con miles de posibilidades, seguir en investigación, buscar otro trabajo en la empresa privada o, siguiendo mi sueño, hacer la maleta y ver mundo”. Era el pasado mes de agosto, y optó por su sueño: “Me armé de valor y decidí venirme a Copenhague; conquistado por el estilo escandinavo, el nivel de vida y a pesar del no tan buen tiempo, acabé haciendo el Máster de Ingeniería Mecánica en la Danmarks Tekniske Universitet en busca de nuevos retos y trabajando esa asignatura pendiente que suele ser el hablar inglés”, recuerda el ingeniero.

A la vista de sus palabras, no se ha equivocado, y Pablo Cañada reconoce sentirse más que bien en tierras danesas, donde estudia, diseña su futuro profesional y lo pasa bien a partes iguales: “Aquí he encontrado un equilibrio perfecto entre calidad en la enseñanza, posibilidades de encontrar trabajo y una más que divertida vida social”.

Y es que eso del “hygge” —el “juga”— gusta, y mucho: “Se puede resumir en olvidar los problemas superfluos y buscar bienestar siempre sintiéndose a gusto con uno mismo”, afirma Cañada, y añade: “Tienen un carácter abierto, son aficionados a la bicicleta y el transporte sostenible y tienen un sentido patriótico que va más allá de banderas”, hasta el punto de que “pagan más de un 45 por ciento de sus sueldos en impuestos y están encantados con ello si así ayudan al país y a la gente que vive en él”. ¡Vamos, que ni el Fisco les tuerce el gesto!, eso es optimismo y lo demás son tonterías.

Ni un ápice de nostalgia aparece en este reportaje, pero ahí está, velada aunque latente, íntima de tan a flor de alma: “Echo de menos España, siempre llevaré mi tierra dentro de mí, eso nunca se olvida!, exclama a la vez que sentencia: “Por ahora, no tengo intención de volverme”. ¡Viva el ‘hygge’!

lugares preferidos

En una isla artificial construida en el centro de Copenhague, sobre lo que fue una antigua base militar, se sitúa Cristiania, “un lugar diferente”, asegura Cañada: “Nada más entrar lees, bienvenido a Cristiania, estás saliendo de la Unión Europea”. Según el ingeniero jiennense, este lugar es conocido entre los vecinos de la capital de Dinamarca como “el barrio libre”; no en vano —asegura—, “está formado por una comunidad de ‘hippies’ autogobernada, donde la Policía no puede acceder y la venta y el consumo de drogas blandas están permitidos”. Una situación insólita que, sin embargo, no es lo único que procura este singular enclave a quienes visitan Copenhague: “Aunque esto es lo que más llama la atención al turista, Cristiania ofrece un sinfín de talleres, galerías de arte, clubs de jazz en directo y conciertos cada semana”, concluye el ingeniero mecánico jiennense.

un país sin desempleo

Los datos económicos y sociales sobre Dinamarca lo exponen, y Pablo Cañada lo suscribe: “Actualmente, la tasa de desempleo se sitúa en un 4,9 por ciento”. Una situación que el país disfruta en constante ascenso del Estado de bienestar y que procura a sus casi seis millones de habitantes un nivel de vida envidiable. Según los entendidos, el sistema de contratación y despidos que se aplica en territorio danés propicia que el empresario se anime a incrementar sus plantillas a la vez que, en caso de tener que despedir a algún trabajador, este pueda gozar de unas coberturas de protección social que, lejos de dejarlos en desamparo, se esfuerza en no cerrarles las puertas del mercado laboral. Detrás de estas bondades económicas y sociales se encuentra, igualmente, la elevada aportación fiscal de los daneses a las arcas del Estado.

la crónica de una “vida sencilla pero completa” en la capital de dinamarca
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“Una vida sencilla, pero completa”. Así define el ingeniero mecánico jiennense Pablo Cañada Pereira su cotidianidad en Copenhague: “Todos los días voy en bicicleta a la Universidad —que está a diez kilómetros de su domicilio— haga frío, llueva o nieve”, asegura. Su hogar, actualmente, es una residencia en la que convive —asegura— con “gente increíble”: “Cada pocos días nos reunimos para cenar, hablar de nuestro día a día, de problemas, anécdotas y demás —puedo asegurar que, viviendo en el extranjero, esa lista no es corta—”. La oferta de ocio de Copenhague es amplia, y en ella se sumerge en cuanto tiene oportunidad: “Por la tarde solemos dar un paseo, tomar algo y disfrutar de esta cosmopolita ciudad”. Vivir en la capital danesa, dice, es un gusto, pero no por ello renuncia a conocer nuevos puntos del globo terráqueo: “Durante los pocos meses que llevo aquí ya he tenido la oportunidad de viajar a Noruega, Suecia o Lituania”. También de recibir la visita de sus padres, Mari Ángeles y Manuel, que además de cariño lo surten de aceite de oliva de Jaén, Jaén.

amigos y viajeros
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Cañada y sus amigos alquilaron una caravana y se dedicaron a conocer nuevos destinos. La foto está tomada en una carretera noruega y en ella posan —a una hora en que no pasaban más coches— los franceses Yanis y Coco y el propio Cañada y otros dos españoles, Javi, Nacho y Alfonso —que no se ve, porque es el fotógrafo—.

de ruta por la ciudad
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El molino de viento de madera de una antigua fortificación en el centro de la ciudad es el telón de fondo de esta imagen, durante una ruta en bici: “Precioso, es la mejor forma de conocer Copenhague”, dice. De izquierda a derecha, Belén, Alex, el propio Cañada, Alfonso, Javi y Carlos, un entrañable grupo de españoles por el mundo.

contra los elementos
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Esta preciosa y evocadora fotografía de una de las primeras nevadas del año está tomada en la DTU, la Universidad danesa en la que Pablo Cañada cursa el Máster de Ingeniería Mecánica. “Haga frio, llueva o nieve, aquí, en Dinamarca, la gente sigue yendo en bicicleta. Una de esas bicicletas es mía”, suscribe.

¡viva la fiesta!
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¡Que no falte la diversión! En la cocina común de la residencia donde vive, Cañada aparece con Teresa, Nacho, Mario, Coco, Eva, Carlos, Claudia, Alfonso, Pietro y Nacho durante una cena de despedida. El valor de la amistad es uno de los valores que más se potencian cuantos más kilómetros de por medio hay en el día a día.