Virus del coronavirus

05 abr 2020 / 11:23 H.

Saldremos, seguro.

Pero... :

“Debemos estar alerta para que nadie se

aproveche de lo vírico, para seguir manteniéndonos

en la oscuridad y extender más la indecencia. Sobrecoge

ver el poder que tienen sobre nosotros ciertas

personas disparatadas”

E. Lledó. Marzo 2020

Leo hace un par de días en El País a Emilio Lledó, filosofo. Imprescindible y no por sevillano, de Salteras. Sus pensamientos, una lección para ser mejores, ensayo de la ética. 92 años, baja cada día a comprar el pan. Emociona.

El virus llega lento, sigiloso, pero las alarmas se encienden rápido, muy rápido, en un día, de un día para otro. Comienza la lucha, confinados, los apocalípticos toman posiciones, la pelota empieza a rodar. Detectados los epicentros, se extiende, como se extiende la locura: tranquilos, parece coincidir la mayoría, se ceba con los mayores, miedo, el miedo es libre, los muertos empiezan a subir, con la misma velocidad que las curvas, son una losa, pánico en las residencias, críticas a la gestión, surgen a la par fake y agoreros, nadie calla. Y vídeos, muchos vídeos, bromas, memes, tutoriales en jardines o gimnasios particulares, el humor ayuda, también a los que conviven en pisos de 70 metros, aislados del lujo. Y nos acecha, está ahí, cacofonías políticas insufribles y muertos, y contagiados, y más muertos. Corre deprisa, igual que los bulos, las residencias parecen convertirse en morgues, nos dicen, nuestros mayores aterrados ya, el miedo es libre. Nadie parece pensar que la mayoría sigue dentro. Ven como en los medios, en algunos claro, les señalan como víctimas irremediables. Sufren solos, en soledad el peor de los sufrimientos. Medidas, más medidas, las bolsas caen a mínimos, de esta no salimos, la crisis de hace una década (la de Zapatero, ya saben), asoma y asusta. Será peor, Dios nos libre. El virus no entiende de ricos y pobres, es silencioso, ni se ve ni huele. Otra vez El 8-M ¡madre mía!, incautaciones de material. Mando único, camino del pánico. Madrid arde y también Cataluña, a la que robamos, como siempre, esta vez no sé qué. UCIs casi llenas, oímos hablar de colapso hospitalario. Espeluznado asisto. Pero llega el sabio, no el de Hortaleza, el de Salteras, hay que ser mejores, más justos, más libres. Brillante:

“Entre tanto exceso de información, de palabras refritas,

y peor, entre tanta desinformación, el ciudadano

debe ser capaz de plantearse las preguntas propias

de una mente libre: quién nos dice la verdad,

quién nos engaña, quién quiere manipularnos”

E. Lledó. Marzo 2020

Son las ocho, hora de balcón. No hay experiencia conocida en la historia mundial de algo similar. Otra vez el 8-M, dale a la harina Marina. Más cacofonías, intentos de unidad, paciencia, todos juntos, sí, pero... A borbotones asistimos a un derroche de impaciencia, los muertos crecen y crecen, y los contagiados, y las curvas. Aprendemos de picos y de tendencias, eso sí, con cautela. Algunos. Horror, esto no para, cada vez más. Apenas escuchamos ya a nuestros mayores, horrorizados y muy asustados, ya no pueden más, no podemos más. Nadie parece hablar ya de residencias, en posición mute, parece. Se rompe el silencio, demasiado espectáculo mediático y político, envuelto, eso sí, en servicio público.

Oigo justificaciones en sede parlamentaria por un envío de uvis móviles al epicentro capitalino. Se llama solidaridad, Dios. Empiezan las teorías, se señalan culpables, vuelven los fake, recorren las redes, más medidas, más predicciones de malos augurios, decreto para defender al más indefenso, para frenar este horror. Llega tarde, dicen, yo las pedí pero ahora no me han consultado, critican otros. Faltan Test, batas, mascarillas, guantes, nuestros sanitarios empiezan a caer, y cada día más. Lamentable, muy lamentable. Sanidad Pública, más vale tarde... Todos anuncian llegadas de aviones, repletos, pero tardan, y tardan. Mercado salvaje. Hasta roban pijamas de un hospital. Empiezan a llegar... pero las cifras ya son terribles, y siguen. Los que se reían, lloran. No creo que nadie quiera que nadie muera o se contagie, cómo va a ser eso hombre.

La historia se repite por ahí. Bélgica pide a sus mayores que no vayan a los hospitales, que se mueran en casa parecen decir por omisión; Holanda, digo bien, Holanda, y Alemania, niegan otra vez solidaridad al sur, maldita Unión.. Ya los fake entran como cuchillo en mantequilla en grupos de wasap y redes sociales, como bocanadas de vómito, sin filtro, y tal como entran salen, en otra dirección, a través de otras redes y otros medios. La estulticia no tiene fin, pobre Simón, el miedo es libre, pero a él se llega por diferentes caminos. Y no todos asumibles. Morgues improvisadas, campos de fútbol y gimnasios de almacén. Y a todo esto la iglesia... por cierto, ¿dónde está la iglesia?

Es hora de los científicos, todos la buscan, peleas y patentes, Estados Unidos, China, es el final. Pero tardará en llegar. Mientras, la mejor vacuna es la solidaridad. No cabe duda.

Otra vez el filósofo, gracias, aporta luz: El conocimiento lo trae la experiencia, dice, pero ahora es hora de echar una gran pensada, todos, “para ver qué tipo de conocimiento puede brotar de esta (horrible) experiencia”. Ojalá.