El Papa Francisco busca proteger a las víctimas

cumbre. La cita de febrero contra los abusos sexuales tiene que ser, según el Papa, “operativa” y no solo “para el estudio”

20 ene 2019 / 11:38 H.

El Papa quiere que la cumbre que afrontará en febrero con todas las conferencias episcopales del mundo para atajar los abusos sexuales en el seno de la Iglesia sea “operativa” y no solo “de estudio”, según el director en funciones de la Oficina de prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti. “El Papa Francisco sabe que un problema global se puede enfrentar solamente con una respuesta global. Y quiere que el encuentro sea una reunión de pastores, no una convención de estudio. Un encuentro de oración y discernimiento, catequético y operativo”, especificó.

Gisotti explicó que el objetivo de la reunión sin precedentes, que tendrá lugar del 21 al 24 de febrero, es que “todos los obispos tengan absolutamente claro lo que se necesita hacer para prevenir y combatir el drama mundial de los abusos a menores”. “Para el Santo Padre, es fundamental que regresando a sus países, en sus diócesis, los obispos reunidos en Roma sean conscientes de las reglas para aplicar y cumplan así los pasos necesarios para prevenir los abusos, para proteger a las víctimas, para no permitir que ningún caso sea ocultado o encubierto”.

Por otro lado, ante la gran expectativa que se ha creado alrededor del encuentro, Gisotti subrayó “que la Iglesia no está en el punto inicial en la lucha contra los abusos”. “El encuentro es la etapa de un camino doloroso, pero sin pausa que, con decisión, la Iglesia está recorriendo desde hace más de quince años”, manifestó. El Papa también ha pedido a los presidente de las conferencias episcopales que visiten personalmente a víctimas de abusos sexuales como paso previo para la preparación de este encuentro. El objetivo del pontífice es que aprendan “de primera mano el sufrimiento que han soportado” las víctimas, según especificó él mismo en una carta enviada a la jerarquía de los obispos de cada país. Para el Papa, estos encuentros personales son una “forma concreta” de reafirmar que los supervivientes del abuso clerical son la “prioridad” en la mente de todos durante el encuentro de febrero, a medida que se unen “en solidaridad, humildad y penitencia” para avanzar en la crisis de los abusos.

Francisco pretende implantar un protocolo de actuación común en todas las áreas geográficas episcopales para que no vuelva a reproducirse el silencio cómplice de las más altas esferas de la jerarquía católica en torno a estos casos. El informe de la Corte Suprema de Pensilvania (EE UU), que reveló que más de 300 sacerdotes abusaron de niños durante las últimas siete décadas con la mirada connivente del Vaticano y las revelaciones de la iglesia católica alemana que documentaron que entre 1946 y 2014 se contabilizaron 3.677 casos de abusos sexuales a niños, aceleraron esta decisión.

Los abusos sexuales por parte del clero han sido uno de los desafíos de su pontificado. Francisco aplicó desde el principio la política de tolerancia cero que impulsó su predecesor Benedicto XVI. Puso en marcha una Comisión específica para la protección de la infancia frente a los abusos, si bien fue objeto de polémicas tras la dimisión de la irlandesa Marie Collins, víctima de abusos en su niñez por parte de sacerdotes quien arguyó que su trabajo se vio obstaculizado por una “falta de cooperación con la comisión por parte de otras oficinas de la Curia romana”. Otro de los casos más destacados fue la condena por abusos sexuales a dos menores de quien el Papa nombró responsable último las finanzas del Vaticano, el cardenal australiano George Pell. Un día antes de que el tribunal de Melbourne emitiera la sentencia, Francisco le cesó del Consejo de Cardenales o C-9, el grupo de purpurados, que ayuda al Papa en la reforma de la Curia Romana, junto al cardenal chileno, Francisco Javier Errazuriz, también salpicado por el escándalo de abusos sexuales en Chile. Errazuriz, de 85 años, está implicado en el encubrimiento de las denuncias de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima, caso que marcó el viaje del Papa a Chile el año pasado.

El Pontífice defendió al principio al obispo Juan Barros, acusado por un grupo de víctimas de encubrir los abusos sexuales del sacerdote Fernando Karadima. Pero a los pocos días se dio cuenta de su error y rectificó. Recibió a tres de las víctimas del sacerdote Fernando Karadima y abrió una investigación que cristalizó en la renuncia en bloque de la Conferencia Episcopal del país andino. Seis meses después del viaje de papa al país andino, cuando descubrió que lo que le habían contado los obispos sobre los abusos a menores no era exactamente como creía, continúa sin dilación la operación de limpieza en la jerarquía eclesial de aquel país.

De momento ha aceptado la renuncia del obispo de Rancagua, Alejandro Goic; el de Talca, Horacio del Carmen; el obispo de Osorno, Juan Barros; el de Valparaíso, Gonzalo Duarte García de Cortázar, y el de Puerto Montt, Cristián Caro Cordero. En la reunión que tuvo el pontífice esta semana con los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile estos, se comprometieron a completar “un recorrido de acogida y diálogo” con las víctimas de abusos sexuales.