Caritativo y bondadoso

El marqués de Linares fue un personaje que pasó a la historia por su amor por el arte y su carácter bondadoso. Su ahijada heredó el Palacio de Linares, ubicado en el centro de Madrid, y creó al morir la Institución de la Caridad

01 jul 2018 / 11:15 H.

Mi madre, Isabel Jódar, me decía siempre que su madre era hija de un marqués, hemos vivido con ello, pero con la sensación de que teníamos que escondernos. No quiero morirme sin saber realmente qué pasó, quién era mi abuela, por qué no la quisieron y cuáles fueron los motivos por los que nunca supimos la verdad”. Así se expresa Alfonso Jódar, otro de los nietos de Aniceta, la presunta hija de José de Murga y Reolid. Añade: “No lo hago por dinero, ni por herencias. Y se pregunta: ¿Qué necesidad tengo yo, con setenta años que tengo y después de toda una vida de lucha y de trabajo...? Yo lo hago porque quiero conocer mis raíces, no me hace falta dinero es una cuestión de honradez y dignidad”.

¿Quién fue el Marqués de Linares? Mercedes Hurtado de Saracho y Galíndez lo describe de esta forma en un libro titulado “Los Marqueses de Linares”: “Fue un personaje que ha pasado a la historia por dos circunstancias, su amor al arte reflejado en el magnífico y bello palacio que levantó en el paseo más selecto de su época, el Paseo de Recoletos de Madrid, y por su obra filantrópica, especialmente la póstuma, con la creación de la Institución de Caridad de los Marqueses de Linares, institución encargada de llevar a cabo su gran ilusión, la creación en la ciudad de las Minas de su marquesado, de un complejo benéfico asistencial, compuesto de un hospital, un asilo y una casa cuna, a más de ser el lugar que eligió como sede de su enterramiento”.

A José de Murga le tocó vivir en un siglo, el XIX, de profundas transformaciones, tanto en lo político, como en lo económico y en lo social. La educación cosmopolita recibida en Inglaterra, Alemania y Francia, y los viajes en unión de su esposa y amigos por Europa le abrieron los ojos a los nuevos vientos que corrían por el viejo continente. Según la autora del libro, el marqués llevó una conducta intachable y discreta, evitó que su nombre apareciera en los medios de comunicación relacionado con cualquier escándalo por minúsculo que fuera. Poseedor de una gran fortuna, supo preservar el legado familiar al tiempo que se ocupó de prodigar el bien a cuantos necesitados acudieron en su ayuda. Según Mercedes Hurtado de Saracho, las largas estancias en el extranjero de José de Murga y el reconocido deseo de preservar su intimidad hicieron que su vida fuera un misterio y que se especulara en demasía con su matrimonio.

¿Quién heredó el Palacio de Linares? En el libro aparece que la principal heredera fue la ahijada del marqués, Raimunda Avecilla y Aguado, condesa de Villapadierna por su matromonio con Felipe Padierna de Vilapadierna y Erice, considerada desde su infancia como la hija que, supuestamente, nunca tuvo. A Mundita, que así la llamaban, le deja el Paladio de Linares con todas sus pertenencias, en usufructo, y las dos casas de la calle de las Torres. Para que pueda hacer frente a los gastos de contribución y de sostenimiento de la casa palaciega ordena que se cree un depósito que rente anualmente la suma de 25.000 pesetas. Sin embargo, lo más importante que dejó en herencia José de Murga fue la Institución de Caridad, dotada con un capital de un millón de pesetas, efectivas en títulos de la deuda perpetua al 4% interior, valores que mandó depositar en el Banco de España. Quienes lo conocieron coinciden en señalar el carácter bondadoso del Marqués de Linares.

El relato de una vida impreso en un libro

“A la única protagonista y víctima inocente de esta historia: Nuestra abuela Aniceta o Dolores (como quieran ustedes llamarla)”. Así comienza el libro “La niña a la que nadie quiso”, escrito por Astrid Antuña Lloréns, una asturiana residente en Linares que tiene ya terminado el relato de la familia de la supuesta nieta del Marqués de Linares. Fue ella quien, al conocer la historia a través de las redes sociales, se dispuso a contar a la gente, a través de esta obra, el testimonio de una familia de Baeza que lucha por conocer su verdad. Se ha pateado media España para recabar documentación que detalla en las más de trescientas páginas escritas con su puño y letra. Lo ha vivido con pasión, está comprometida con la historia y, junto con la familia, está dispuesta a llegar hasta el final. Es más, el dinero que se recabe con el libro quiere destinarlo a los gastos de esta familia de raíces baezanas. Hay que tener en cuenta que Dolores Martínez, que ejerce de portavoz, nació y se crió en Baeza, pero lleva desde 1972 en Madrid. Lo mismo ocurre con sus hermanos y sus primos, casi todos fijaron sus lugares de residencia en otras ciudades. Astrid Antuña es escritora y especialista en genealogía.