Al pie del cañón en Pascuas

Sin moverse de Jaén, pero tampoco sentados en la mesa familiar navideña. Los profesionales que tienen que trabajar en Nochebuena anteponen la obligación a la “devoción” con buen talante

23 dic 2018 / 12:38 H.

Personal sanitario, componentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, vigilantes, hosteleros, taxistas... La relación de profesionales a los que les toca trabajar también en Nochebuena no es precisamente corta y, como en cualquier parte, tiene en Jaén muchos nombres propios. En muchos casos acostumbrados a vivir la “noche de paz” a un paso de los suyos pero sin poder compartir con ellos el turrón y los cánticos, ponen la mejor de las caras a la llamada de la obligación en beneficio de quienes tienen el privilegio de disfrutar de la fiesta en familia o con amigos.

“Para nosotros es como un día más, no se paraliza nada ni se recortan servicios; lo único es que, a ciertas horas que pueden ser conflictivas, se refuerza el servicio”, explica Diego Moya, portavoz de la Comisaría de la Policía Nacional en Jaén, que añade: “Normalmente sí que hay un pequeño receso para comer unos mantecados”. Pero solo eso, una breve parada que, a veces, no llega ni a serlo: “Recuerdo un año, en Nochevieja, que ya teníamos preparadas hasta las uvas cuando recibimos una llamada urgente que, por supuesto, hubo que atender”, evoca el portavoz del cuerpo, y aclara que, como el cambio de turno se produce a las once de la noche, “unos ya vienen cenados y los que salen, pueden hacerlo en casa”. La profesionalidad, por delante, siempre con la vista puesta en que el servicio esté bien cubierto y la ciudadanía, protegida, aunque para ello haya que renunciar a la celebración.

En la misma línea se pronuncia el jefe de la Policía Local, Rafael Domingo, que asegura que, hasta hace ocho o diez años, la Nochebuena era “muy tranquila”: “Ahora abren muchos establecimientos hosteleros y hay que montar un servicio operativo importante”. Según el oficial, veintiocho miembros del cuerpo —entre personal en la calle y en la jefatura— velarán por que la Navidad jiennense pase sin sobresalto alguno. Una treintena de agentes que, eso sí, tendrán que privarse de brindar y cantar, en pro de la seguridad. En cualquier caso, aclara Rafael Domingo, “a la entrada, a no ser que haya algún requerimiento importante, se toma un café con algún dulce de Navidad”. “Son noches de familia, pero nosotros, desde que entramos en la Policía, sabemos dónde llegamos”, sentencia. Como “recompensa”, quienes trabajan en turno la noche del 24 de diciembre cuentan con un “aliciente” económico, mientras que quienes se les nombra servicio se les premia con horas extraordinarias”, dice, y añade: “Desde hace tres años ni siquiera tengo que nombrarlos yo, ellos mismos se apuntan en una lista”. La “recompensa”, a tenor de sus palabras, atrae, aunque pasar la noche lejos de la familia no está pagado: “Quiero expresar públicamente a mi gente mi agradecimiento, como jefe de la Policía Local, por el esfuerzo que realiza en este tipo de noches”, concluye Domingo. Un “sacrificio” del que también saben mucho los bomberos. El sargento del parque jiennense Antonio Tobaruela indica que, actualmente, los turnos del cuerpo son de dieciséis personas, aunque desde hace un mes los cubren catorce; sin embargo, en Nochebuena, el número vuelve a subir a quince más uno entre cabos, agentes y un telefonista para atender a Jaén capital y veinticinco pueblos, o lo que es lo mismo, 250.000 habitantes. Aun así, afirma, en Nochebuena y en Nochevieja “todo el turno come en comunidad, con platos hechos por ellos o de cáterin, siempre que las incidencias lo permitan”. Una unión que, apostilla, “compensa el hecho de no pasar la noche con la familia”.

Otro sector imprescindible en plenas fiestas es el de la salud, cuyos profesionales están más que curtidos en esto de faltar a la cena: “Este año me ha tocado”, indica Antonio Berrio, celador del Complejo Hospitalario desde hace tres décadas. “No hacemos nada extraordinario, intentamos borrar esa noche de nuestra mente, porque siempre tenemos recuerdos de personas queridas que ya no están”, manifiesta. Dentro de lo que su labor les permite, intentan cenar —asegura— con platos aportados por cada uno de ellos. Berrio confiesa que es una fecha entrañable en la que anteponer la profesionalidad es condición “sine qua non” para sobreponerse a la situación.