Y que luego digan que solo fueron cinco o seis

Cerca de 2.000 personas participan en la marcha del 8M y claman por la igualdad y los derechos de las mujeres

09 mar 2020 / 12:04 H.
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Jaén, levántate brava”. Parece que las mujeres de la capital así lo hicieron este 8 de marzo recordando el poema de Miguel Hernández, pues con fiereza llenaron las calles de ansias por conseguir un futuro donde la igualdad no sea solo la coletilla de un mensaje populista, sino algo real y efectivo, que fuera tan cierto que casi pudiera tocarse con la yema de los dedos. Miles de mujeres y hombres volvieron a unir sus voces por ello y lo hicieron con sonrisas, bailes, abrazos, sororidad; pero también con consignas feministas que erizaban la piel, pues estas recordaban a todas aquellas mujeres a las que la violencia machista arrebató la vida.

Fue la plaza de las Batallas el punto de encuentro designado, como es habitual. Por todas las calles que la rodean llegaban personas con el característico color violeta presente de alguna forma, ya fuera en una camiseta, un pañuelo, bandana o con el icono feminista pintado en el rostro. No se llama la “marea violeta” por nada.

Con las doce del mediodía marcadas en el reloj comenzó la marcha. Al frente de la misma fue una amplia representación de las diferentes administraciones y, por supuesto, de la organización de esta cita con el feminismo, la Comisión para la Igualdad y contra la Violencia de Género de Jaén. Recién empezada, ya se oían las primeras consignas reivindicativas que se entremezclaban con el ritmo de las batucadas que acompañaron a la marcha en la cabecera y en el centro. Fue, en este tramo, donde se movió mayormente Ana, una joven que no dudó en salir a las calles para manifestarse por los derechos de todas las mujeres trabajadoras “de Jaén, España y de todo el mundo”. Ana aún es estudiante, pero tiene una cosa muy clara, cuando llegue al mercado laboral espera poder encontrarse con derechos equitativos entre hombres y mujeres. En su vida como estudiante, Ana confesó que se ha tenido que enfrentar a situaciones de desigualdad no solo en la Universidad, sino también en niveles educativos anteriores. “Los profesores no trataban de la misma manera a los chicos que a las chicas”, aseguró, por lo que insiste en que habría que reformar el sistema “en todos los sectores de la vida, no solamente en el trabajo”. “Hoy luchamos para que la igualdad sea real y efectiva en todos los ámbitos de la vida, no solo en uno”, matizó. Junto a ella estaba Gema, con quien Ana compartía una apacible charla durante la marcha. Y, como seguramente pasaría con muchas otras personas que participaron en la manifestación, Gema coincidió en que el objetivo de esta marcha es reivindicar los derechos de todas las mujeres. “Estamos en un segundo plano y tenemos que igualarnos al resto de la sociedad, porque las mujeres somos la mitad de la población y tenemos que estar en igualdad con los hombres”, explicó Gema, a la vez que señaló la existencia de ciertos partidos políticos que fomentan la desigualdad entre hombres y mujeres. Una sentencia ante la que se respondió a sí misma: “Pero nosotras seguiremos luchando”.

No muy lejos de estas dos jóvenes se encontraba Lola. Ella lucía canas, jersey rosa y pantalón violeta. Sus ojos vieron como la sociedad avanzaba hacia la igualdad desde su experiencia como enfermera. Cuenta que vivió las desigualdades con mucha dificultad. “He estado en un mundo donde las mujeres no estaban presentes en el hospital, en los médicos, en los jefes... pero creo que ha habido cambios a mejor gracias a que hemos luchado tanto durante todos estos años”, dijo. Eso sí, no sin sentenciar —como lo hizo Gema— que hay que seguir con la batalla por los derechos y la igualdad real. Estas tres mujeres, junto a otras 1.997 personas (la participación rondó las 2.000, según cifras de la Policía que detallaron fuentes de la Subdelegación del Gobierno a este periódico), continuaron con la marcha hasta la plaza de Santa María. Allí, sobre un escenario instalado para la ocasión, se procedió a la lectura del manifiesto con las voces de cuatro mujeres pertenecientes a las Juventudes Socialistas y a la Asociación de Mujeres Progresistas contra la Discriminación y la Violencia de Género. Tras eso, un espectáculo, que levantó los ánimos de todos los presentes, a cargo de compañeras de la Fundación Secretariado Gitano y dirigido por María Carrillo. Un final perfecto que dejó a todos con la frase más potente posible: “Solo se vive una vez”.

Jaén