Un estudio de prevención de la obesidad juvenil

Científicos de la Universidad investigan sobre tratamientos contra el sobrepeso

21 nov 2019 / 10:03 H.
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Científicos de las Universidades de Jaén y Málaga, junto con el Hospital Virgen de la Victoria (Málaga), relacionaron niveles bajos de un compuesto que se encuentra en la saliva con la sensación de hambre en jóvenes obesos. El estudio se basó en el análisis de la respuesta de los adolescentes cuando se les muestran fotografías de comida rica en grasas y azúcares. Los procesos que regulan el comportamiento alimentario son complejos y engloban factores químicos, sensoriales o conductuales, controlados por el hambre y la saciedad a través de señales en el organismo. Algunos péptidos y proteínas, como la insulina, proporcionan información sobre los mecanismos de transformación de los alimentos en nutrientes y, por lo tanto, se pueden utilizar como biomarcadores de regulación en la conducta alimentaria y la obesidad.

Otro de esos posibles biomarcadores es la alfa-amilasa salival, una enzima que se encuentra en la saliva y comienza el proceso de digestión de los alimentos en la boca. Así, los investigadores evalúan la presencia de esta sustancia en adolescentes con exceso de peso y peso normal y la asociaron con la sensación de hambre antes y después de ver imágenes de alimentos. Tras los estudios, los expertos proponen que la enzima alfa-amilasa salival es un marcador de hambre y de propensión al sobrepeso, ya que los niveles de apetito y los cambios en los mismos dependen de ella. Este hallazgo indica que el nivel de esta sustancia puede ser un factor en los tratamientos de la obesidad, sobre todo en infantil.

Esta enzima está presente en muchos tejidos y se encarga de romper enlaces de moléculas grandes, como el glucógeno o el almidón, y producir muchas otras más pequeñas como la maltosa y la glucosa. Así, los carbohidratos se convierten en glucosa por la intervención de la enzima y esto provoca la sensación de estar saciado. En personas que presentan niveles más bajos de alfa-amilasa, la digestión será lenta y, por tanto, la existencia de glucosa será menor. “Esto hace que la sensación de hambre se mantenga durante un período más largo, lo que contribuye a un mayor consumo de alimentos antes de alcanzar la saciedad. A largo plazo, aumenta la propensión a la acumulación de grasas, un alto índice de masa corporal, riesgo de obesidad y mayor liberación de insulina”, indicó la investigadora de la Universidad de Jaén, María Moreno, una de las autoras del estudio.

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