Una llama de alegría en el infierno (1-0)

José Eugenio Lara / Jaén
El Real Jaén encontró ayer una llama de alegría en el infierno que vive esta temporada gracias a una victoria reconfortante ante el Écija, en un partido serio y  bien manejado. El triunfo se fraguó en el añadido, en un pase genial de Carnicer que Valdés remató de forma maravillosa.

    26 mar 2011 / 16:00 H.

    El Real Jaén de los problemas es el Real Jaén de las soluciones y de los sentimientos. En un nuevo alarde de profesionalidad y honradez, los jugadores brindaron un espléndido partido, relleno de astucia y vigor, y de talento y calidad cuando el guión lo exigió. No hubo ni un solo resquicio para la protesta. Todo lo contrario, el equipo se reinvindicó como debe hacerlo una plantilla, con actitud y disposición. Ese es el mensaje más certero para proclamar la esencia y el espíritu indomable de un grupo fortalecido en la dificultad y bendecido por una honestidad de indudable calado. Seis meses sin cobrar, aunque alguna nómina está ya en el camino, realzan todavía más la valía de este joven plantel que ha superado numerosos escollos en ese infierno que ha sido —y es— la presente temporada.
    Hasta el gol del triunfo tuvo una carga emotiva. Por su ejecución, por quién lo consiguió y por cuándo sucedió. El pase de Fran Carnicer desde el mediocampo fue extraordinariamente bello y preciso. Álvaro Valdés conectó con la pelota en el aire, con cierto esfuerzo, y la elevó ante la media salida del portero. El destino no podía ser otro que la red. Allí se introdujo, entre el delirio del propio Valdés, de todos sus compañeros y de una afición entregada. Era el minuto 91, el tiempo donde los éxitos se saborean mucho mejor y parecen valer más.
    El encuentro no fue de vértigo, sino de control. Apenas hubo acciones ofensivas de relieve, aunque las que se produjeron tuvieron claridad en el desarrollo, pero opacidad en la definición. El Real Jaén generó peligro en sus combinaciones, las que permitió el campo, mientras que el Écija solo se dejó ver en estrategia o en alguna internada de su interior zurdo Pizarraya, el jugador más relevante. El equipo de Herrero tuvo dos oportunidades en la primera mitad que no cristalizó por  mala suerte. Protagonizó otras brillantes en la segunda con llegadas casi hasta la línea de fondo y centro atrás, pero sin acierto de Toledo y Pedro en el remate, con todo a favor. Entre ellas, el Écija golpeó dos veces en los palos, en una misma jugada a balón parado. Pizarraya y Danilson tuvieron el gol. Esta vez hubo conexión astral. No fue suerte sino talento lo que presidió la jugada decisiva entre Carnicer y Valdés. Valió una joya y prácticamente la salvación ese hermoso tanto que, además, proporcionó una llama de luz y de felicidad en una temporada repleta de penurias y sufrimiento. El triunfo fue la mejor reivindicación.