Real Jaén. El proceso de cambio en la sociedad anónima deportiva ni es sencillo ni está asegurado
El proceso de sucesión en la cúpula del Real Jaén SAD se ha enredado con el paso de los días hasta tal punto que el cambio ni parece sencillo ni está asegurado. La entrada en escena de Rafael Teruel abre nuevas expectativas, pero también numerosos interrogantes. Carlos Sánchez no se cierra en banda, pero no cede en su empeño de buscar soluciones.
¿Habrá cambio accionarial en el Real Jaén SAD? ¿Cederá Carlos Sánchez sus acciones y se marchará? ¿Entrará Rafael Teruel en la entidad con un nuevo proyecto? ¿A quién apoya el Grupo Ibereólica? Son preguntas de difícil respuesta y, por ahora, piezas sueltas de un puzle que no termina de ajustarse. Carlos Sánchez, el máximo accionista, con el 53,2 por ciento de los títulos, ha focalizado todas las críticas en las últimas semanas, después del anuncio realizado a los jugadores de que no tenía soluciones a corto plazo para encarar la crisis económica. Ese anuncio, unido a una gestión opaca en el último año y a imágenes esperpénticas que han colocado a la entidad en el disparadero (corte de luz, viaje a Écija en taxi y futbolistas arrodillados), quitó credibilidad y rigor a un hombre que se ha dejado la piel en salvar al Real Jaén. Pese al clamor unánime de jugadores y aficionados para que Carlos Sánchez abandone la entidad, el máximo accionista no sólo resiste —no existen indicios contrarios— sino que sale fortalecido de la adversidad y conjurado para dar un cambio de timón a la dirección de la sociedad. Apoyado en sus extraordinarios contactos, se ha puesto manos a la obra. Se siente convencido de que la solución es posible. Por ello, lucha con las fuerzas que le quedan, pero con la convicción y firmeza que siempre ha tenido. Aunque nunca cierra las puertas a una transacción de las acciones, su espíritu indomable le lleva a un surco complejo, pero factible.
En medio de la tempestad, cuando el viento arreciaba con cierto estruendo, surgió la figura de Rafael Teruel, un ex vicepresidente y director económico de Carlos Sánchez que simbolizó la cura de los males y la salvación de la institución. Respaldado por un grupo que nunca desveló, aunque sus alusiones llevaban implícitamente el apellido de Ibereólica, Teruel se lanzó a la aventura. Marcó tres pautas para conquistar el objetivo final: la compra del Real Jaén SAD. ¿Quién la compraría? ¿Quién sería el presidente? ¿Y el máximo accionista? Nunca llegó a desvelarlo. Su obsesión inicial era conocer la disposición de Carlos Sánchez a una posible venta-censión de sus títulos, comprobar el estado económico del último año y medio —lo único que desconocía, porque ha sido el autor de la auditoría— y, finalmente, valorar el grado de implicación de las administraciones, en particular del Ayuntamiento. Sólo ha cubierto el primer tramo: hablar con el actual propietario. Está pendiente de conocer con detalles los balances económicos de los últimos meses. De la estructura que sostiene o respalda a Teruel poco o nada se sabe. Quedan demasiadas cuestiones sin respuesta. Sólo el tiempo las desvelará.
El proceso de sucesión se ha enrevesado aún más con la intención de Carlos Sánchez de pedir a Gregorio Álvarez, presidente del Grupo Ibereólica, el adelanto de los 200.000 euros comprometidos por el grupo para principios de 2011. Esta estrategia entra dentro de la dinámica de Sánchez de dar un golpe de efecto y de poner al día a los profesionales. La reafirmación de Álvarez de que está dispuesto a ayudar al máximo accionista y de que no conoce a Rafael Teruel ha disparado todas las especulaciones. Queda la sensación de que Teruel, en estos momentos, ha perdido impacto, después de una aparición mediática extraordinaria, y de que Sánchez ha ganado terreno en el silencio, cuando su etapa parecía prácticamente en la agonía. Este juego de sensaciones y apreciaciones ofrece cada día nuevos capítulos y tiene en vilo a una afición que busca respuestas a demasiadas preguntas. En juego están el presente y el futuro de una entidad nonagenaria. Aporta más confusión aún el anuncio de Teruel de que Sánchez se irá. ¿Si el máximo accionista toma una decisión en firme por qué no la comunica él en persona y lo hace, en teoría, su oponente directo por el poder? No cuadra.
Carlos Sánchez ha resistido hasta el momento la dureza de la crisis, pero no sólo ahora sino en muchas fases de su mandato, del que se cumplieron siete años el pasado 17 de octubre. Sánchez llegó en 2003 y desde entonces ha remodelado su equipo en numerosas ocasiones. Llama la atención que Rafael Teruel fue uno de sus hombres fuertes cuando llegó a la entidad y que, en una segunda etapa mucho más reciente, formó parte del consejo. Ahora se declaran amigos, pero cada uno ha marcado su territorio y su camino. Y no parece que haya punto de encuentro. En siete años de gestión, el máximo accionista llegó a dar un paso hacia atrás y cedió terreno a Juan Miguel Hitos, cuando la situación económica giró hacia extremos inquietantes. No duró demasiado Hitos, acuciado por un gestión discreta, aunque valorada ahora. Sánchez retomó el mando, aclamado por una afición que lo veneraba y que veía en él al gran salvador del Real Jaén. Forjado por la dureza de los acontecimientos y por las crisis vividas, como un oasis en el desierto, Sánchez vivió dos promociones de ascenso que, en un primer instante, lo encumbraron como dirigente. Luego han terminado por ser su peor calvario, especialmente por la falta de claridad y trasparencia en la gestión de los cuantiosos ingresos que dejaron las eliminatorias. Es su talón de Aquiles, el que ha encolerizado a una hinchada que desconoce dónde se invirtió ese dinero y que ha proclamado a los cuatro vientos una frase terrible: “No más engaños”. En esa encrucijada se encuentra ahora el Real Jaén, en un cruce donde busca su presente y su futuro. Pero nada está claro. José Eugenio Lara /Jaén