“Ve hacia tu universo, sortea baches esquiva curvas y márcanos el camino”

04 may 2020 / 08:00 H.
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Juan María, nuestro patriarca, nuestro “Faraón”, el guía de nuestra familia, nos ha dejado hoy para marchar, quizá montado en la barca sagrada que nos sobrevuela, a territorios inexplorados desde los que seguir dándonos su peculiar abrazo, ese que no hemos podido darle en el último instante pero que sabemos que lleva impreso más allá de confinamientos y desescaladas.

No podemos por menos que recordar el festejo familiar organizado por su noventa cumpleaños, en 2017, aun ajenos a la embestida coronada que nos esperaba a la vuelta del calendario. Todos los que le quisimos, los que le seguimos queriendo, aplaudimos toda esa vida dedicada al trabajo y a los suyos brindando por lo pasado y por lo que estaba por venir. Sus tres “mujeres”, su esposa, su hija y su nieta, Francisca, Ana María y Elena serán nuestros representantes en la despedida. Tres almas que, unidas con las nuestras, ausentes por decreto, harán del adiós un susurro emocionado en mitad del recuerdo. Tres miradas con la retina llorosa pero con la satisfacción de haber compartido todas esas vivencias con las que hemos de navegar al más allá, con las que saber, saberse, sabernos unidos más allá de la sangre familiar para fundirnos en el eterno destello de la luz con mayúscula.

Nunca olvidaré tu llegada a los primigenios encuentros navideños a lomos de aquella moto transmutada en vespa en mi recuerdo. Una imagen que me ha acompañado siempre y que me permití compartir en más de una ocasión siendo casi el logo de tu noventa aniversario. Una moto que representaba, ante mis ojos infantiles, un futuro de felicidad compartida, una puerta al jacarandoso universo que anticipaba tu llegada.

Casi puedo verte y oírte ahora mismo, almirez en ristre, entonando algún villancico popular o brindando con un vasito de buen vino por todos y por todo. Y con esa imagen, con tu sonrisa abierta, con el eco de tu voz, me quedo, me emociono y ya te echo de menos.

Las carreteras, a las que tanto tiempo dedicaste en tu vida profesional, han dejado hoy en tu memoria una lágrima de asfalto en los arcenes y han vuelto a recordar los días en que mediste con mimo el alquitrán, la grava o la pintura que habría de darles forma. Íntimamente se han sentido hoy protagonistas de aquella serie que alguna vez viste, “Autopista hacia el cielo”. A muchas de ellas les habría gustado ser el camino por el que transcurriera tu último paseo y a nosotros haber estado en la orilla, a tu lado, despidiendo tu andadura. No ha podido ser pero sabes que sí que te hemos acompañado, querido y sentido a nuestro lado.

Ve hacia tu universo, sortea baches, sobrevuela viaductos, esquiva curvas y márcanos el camino como siempre hiciste. Nos llevarás en ese ligero equipaje que nombró el poeta, ese que es el único bagaje con el que atravesar la puerta del adiós. Ese soplo que acabas de sentir no es sino la brisa de nuestros besos en la distancia. Te queremos mucho.

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