Tu recuerdo siempre permanecerá imborrable en nosotros, papi

25 oct 2019 / 08:00 H.
Ver comentarios

Han pasado ya unos días y aún me resisto a reconocer esta situación, la de no poder verte a diario, de dejar de disfrutar de esa sonrisa bondadosa y complaciente, de tu carácter templado y tu mirada apacible y serena.

Muy debilitado ya en las últimas semanas, hasta el momento final has sido un ejemplo de ganas de vivir y de optimismo ante la vida, esa vida que te ha dado tantos momentos de gloria y dulzura, pero también de esfuerzo infatigable y sacrificio en pro del bien de los tuyos.

Has mostrado siempre un talante amable y cariñoso con todos tus familiares, amigos, compañeros y vecinos. Y, especialmente, con tu “niña” Encarna, un pilar y apoyo esencial en tu vida durante más de medio siglo.

Como un verdadero caballero, has mantenido siempre el sentido pícaro del humor y esa espontaneidad para agradecer a cuantos te halagaban y se acercaban a ti para interesarse por tu estado.

Papi, de justicia es reconocer la actuación que ha tenido contigo el personal sanitario del Complejo Hospitalario en general, y la quinta planta en particular, que con altas dosis de vocación, profesionalidad y humanidad, estuvieron pendiente de ti hasta el momento final. Te has ido de este mundo en silencio, con clase, discreción y saber estar; sin quejas ni lamentos; y muy agradecido a cuantos hemos cuidado de ti con tanta entrega y fervor. Te has marchado siendo bendecido por tu venerado Cristo de Chircales, justo unos días antes de retornar a su santuario valdepeñero.

Los que de verdad te queremos, no sabes lo orgullosos que nos hemos sentido al escuchar todos esos comentarios llenos de bondad y cariño dirigidos hacia a ti por parte de ese nutrido grupo de personas que se acercaron para darte el último adiós.

Es por ello que, a día de hoy, somos muchos los que te recordamos con un profundo dolor en nuestro corazón y con la sensación de vacío que deja la ausencia física de un buen padre y, sobre todo, de una buena persona entrañable y sencilla, cordial y amigable, cortés y agradecida, poseedora de un dechado de virtudes que marcan la referencia a seguir a cualquiera de nosotros y, especialmente, a quien te escribe.

Papi, vamos a recordarte de por vida. Nicasio, tu corazón ha dejado de latir pero tu alma, como el significado griego de tu nombre, va a resultar victoriosa en esta tu nueva vida. Brillarás eternamente en el cielo con luz propia y serás nuestro ángel protector desde ese lugar de privilegio que sin duda estás ocupando ya en el firmamento divino.

Papi, te quiero mucho y siempre te llevaré, para toda la vida, dentro de mí.

Obituarios