De joven ya mostró su talento

30 dic 2019 / 08:00 H.
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Ojalá pasearas por tu querida Linares por estas fechas. Estarías muy orgullosa de la labor realizada y, sobre todo, del resultado. A todas horas hay gente en la calle, llena de luz y de color. Ojalá vieras la plaza frente al edificio del Ayuntamiento, que ya está remodelado. Hay un enorme árbol de color azul, y el nacimiento luminoso que hay a los pies de la basílica de Santa María la Mayor... El Pasaje del Comercio brilla, y qué decirte del Paseo de Linarejos. Este año instalaron una gran bola gigante de color rojo y la gente se lo pasa en grande inmortalizando momentos dentro de ella. También hay un trineo muy grande donde se suben los más pequeños, y los grandes también. Todo está precioso, hasta los renos de Santa Margarita. Da alegría pasear por tu Linares, esa ciudad que tanto te quitaba el sueño, cuyas necesidades las convertías en tus preocupaciones. Dejaste un gran vacío emocional en la vida de los que te querían, pero también lo hiciste como persona extremadamente comprometida con esta tierra minera. Qué tonto, seguro que todo lo que te cuento lo estás viendo tú desde un privilegiado lugar que conocemos como Cielo, pero que tú has engrandecido.

La de Antonio López Martín es, indudablemente, una de las mayores pérdidas que ha sufrido este año el municipio de Alcalá la Real. Su talante amable, servicial y cercano lo convirtieron en una persona a la que era muy difícil no querer. Antonio tenía un corazón enorme y lleno de muchísimo que dar a los demás. Y así lo demostraba con su gran labor como voluntario en la Cruz Roja de su ciudad, una organización donde no pasó de puntillas, sino que se implicó con todo su ser e, incluso, llegó a ocupar el cargo de vicepresidente y las veces de presidente durante muchos años. Y, en su querida Alcalá, cuántos paseos dio contemplando la belleza de la Fortaleza de la Mota por esas calles que, aún hoy, lloran por no poder volver a ver su sonrisa. Sonrisas con las que Antonio conseguía provocar en aquellos que le rodeaban, que eran muchos. Era conocido en la ciudad, y no solo por su trabajo, que mantuvo durante décadas, en una conocida farmacia alcalaína, sino también por esas tardes que pasaba junto a los jóvenes a los que daba formación musical en el ámbito cofrade. Fue, en definitiva, un hombre que dejó una enorme huella en el corazón de Alcalá la Real y en sus gentes.

Un 7 de noviembre nació, en Linares, Antonio Olivares Sánchez, quien de joven se convertiría en uno de los jugadores de fútbol más recordados de su generación. Su pasión por el balón venía ya desde muy pequeño, donde ya se veía su talento como portero. De hecho, no tardo en firmar con el Club Deportivo Linares, donde, ciertamente jugó poco tiempo, ya que se marchó a Algeciras para jugar con el equipo titular de la ciudad. Un cambio que vino, rápidamente, sucedido por otro que lo llevaría a uno de los grandes conjuntos del país: el Real Madrid CF, donde estuvo la temporada 1958-59. Tras ser cedido a varios clubes, debutó finalmente en Primera División con el Granada CF en la temporada 66-67. A continuación pasó a formar parte del Alcoyano, donde jugó cuatro temporadas en Segunda División y se convirtió en la figura del club de la Font Roja. En la temporada 1971-1972 regresó a su tierra, Linares, aunque solo se quedaría ese año y finalizó su carrera profesional con el Villena, en la temporada 1974-1975, jugando en Tercera División. Conjunto donde, de hecho, ocupó todos los cargos técnicos y directivos.

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