“La alargada sombra de un banquero”

06 jun 2019 / 08:00 H.

En plena Semana Santa, en abril, nos dejaba Paco Quesada, un hombre joven, jovial y siempre accesible. Al margen del inmenso dolor que supone su prematura pérdida para su entorno familiar, hay que significar el gran vacío que deja en la sociedad villanovense, a la que dedicó varias décadas de trabajo como director de Banca, primero en Banesto y después en La Caixa. En el quehacer profesional diario de Paco Quesada hay que anotar su extremada disponibilidad y capacidad de resolución, siempre atento y preocupado por ayudar a los más débiles, extraño contrasentido para una profesión y cargo como el suyo. Pero Paco supo compaginarlo desde la equidad y empatía hacia situaciones difíciles. Por ello, no fue raro que las manos más humildes y sencillas fueran mayoría absoluta en los actos fúnebres.

A su familia, esencialmente a Juana Mari, Paco, Laura y Julio, hay que resaltarles esa gran huella que ha dejado Paco y que pervivirá para siempre, dejando una estela totalmente imposible de borrar. El mejor ejemplo profesional y familiar para presentes y futuras generaciones, y la mayor tranquilidad de que su legado siempre estará latente. Solo un pequeño “pero” a su marcha: nos quedó pendiente de jugar ese partido de pádel que concretamos a las puertas de su inesperada recaída, en una plácida mañana de Navidad en la que, como casi siempre, nos dio tiempo sobrado de analizar todo lo humano y lo divino... Que así era Paco, un hombre personalmente profundo y preocupado por su entorno, al que temprano levantó la muerte el vuelo... Compañero del alma, compañero...