Sánchez cede y acepta un Gobierno de coalición con Iglesias como vicepresidente

12 nov 2019 / 19:21 H.

El resultado electoral del 10 de noviembre ha provocado una sorprendente y rápida mutación en el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que cede y acaba aceptando en menos de 48 horas un Gobierno de coalición con Unidas Podemos y con el líder morado, Pablo Iglesias, de vicepresidente.

El 18 de julio pasado, antes de su investidura fallida, Sánchez señalaba que la presencia de Iglesias en el Ejecutivo era el "principal escollo" para alcanzar un acuerdo sobre la coalición con Podemos y lo justificaba en las "divergencias" con Iglesias en cuestiones como la crisis catalana.

En una entrevista en La Sexta, Sánchez alegaba que necesita un vicepresidente que "defienda la democracia" y que diga que España es un Estado de Derecho, que tiene un poder judicial independiente y que no se persigue a nadie por sus ideas ni se encarcela a nadie por sus ideas.

La rama de Podemos en Cataluña sigue a día de hoy hablando de los dirigentes del “procés” condenados como "presos políticos" y este mismo martes se abstenía en la votación en el Parlament de la moción de la CUP sobre la voluntad de la Cámara de ejercer el derecho de autodeterminación catalán que el Tribunal Constitucional ha suspendido.

Los comunes también se abstuvieron hoy en otro moción tumbada por el Parlament y que, a iniciativa del PSC, pedía rechazar la violencia en las protestas tras la sentencia del Tribunal Supremo.

Estas "discrepancias de fondo" que, según señalaba Sánchez en julio, podrían paralizar un Gobierno de coalición y precipitar la primera crisis de gobierno porque se visualizaría la existencia de dos gobiernos en uno no han sido obstáculo para alcanzar este preacuerdo tras el 10 de noviembre, que los dos líderes han firmado en el Congreso en presencia, entre otros, del portavoz parlamentario de los Comunes, Jaume Asens.

Sánchez sólo terminó ofreciendo en julio una fórmula de coalición con Podemos después de que Iglesias diese un paso atrás en su exigencia de entrar en el Gobierno. Esa oferta incluía una vicepresidencia social para la 'número dos' de los morados, Irene Montero, y tres Ministerios más, también de corte social, que Iglesias rechazó por considerarlos vacíos de competencias.

Desde que Podemos se abstuviera en la investidura que Sánchez intentó sin éxito en julio, tanto el líder socialista como los miembros de su Gobierno y Ejecutiva Federal solían recurrir a la falta de confianza generada por los morados para sostener que era imposible volver a negociar un Gobierno de coalición.

"No son ustedes de fiar. Utilizan el primer flanco para dañar al Gobierno y no es la primera vez", les espetó a los diputados de Podemos el secretario general del Grupo Parlamentario Socialista en un pleno extraordinario en el Congreso en agosto pasado.

Cuando se confirmó el adelanto electoral, Sánchez presumía de haber rechazado la coalición con Podemos anteponiendo los intereses generales de España y llegó a decir que "no dormiría por la noche" con miembros inexpertos de Unidas Podemos al frente de Ministerios como el de Hacienda, Transición Ecológica o gestionando la Seguridad Social.

NO MERECE LA PENA INTENTARLO

Según su visión, no merecía la pena intentar formar un ejecutivo que no le permitiera "actuar con eficacia" para dar estabilidad al país en unos momentos en que se avecinaban grandes retos como el Brexit o una posible desaceleración económica.

Precisamente la imperiosa necesidad de que España se dotase de un Gobierno estable y dotado de coherencia fue lo que argumentó Sánchez a preferir afrontar una repetición electoral que acceder a gobernar en coalición con Podemos, con los que no alcanzaba la mayoría absoluta y por tanto estaba obligado a apoyarse en los independentistas de ERC.

Pero la llamada del PSOE a que los ciudadanos le otorgasen una mayoría más amplia no fue escuchada, y los socialistas se dejaron 760.000 votos por el camino y tres escaños en las elecciones del domingo, que auparon a Vox de los 24 a 52 asientos en el Congreso de los Diputados.

El Gobierno progresista de coalición que aspiran a sacar adelante PSOE y Unidas Podemos necesitará como mínimo de la abstención de algunas de las formaciones independentistas para superar la investidura.

EL CONTROL DE TV3 Y LA PROHIBICIÓN DE REFERENDOS

En el único debate electoral previo a los comicios del 10 de noviembre, Sánchez evitó responder a la pregunta que de manera repetida le lanzó el líder del PP, Pablo Casado, sobre si rechazaba ser investido con la colaboración de partidos independentistas.

En cambio, Sánchez lanzó una serie de propuestas encaminadas a demostrar firmeza ante el independentismo catalán, como la promesa de recuperar en el Código Penal la prohibición de convocar referendos ilegales o la modificación de la Ley General Audiovisual para terminar con el "sectarismo" de TV3.

Por su parte, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, será vicepresidente del Gobierno de coalición que conformarán PSOE y Unidas Podemos, a pesar de que en julio el propio Sánchez le vetara en julio recalcando era el único escollo para el acuerdo.

La estructura completa de ese Ejecutivo se concretará una vez tenga lugar la sesión de investidura en el Parlamento, si bien ambos líderes han avanzado este martes en una comparecencia conjunta que comenzarán a trabajar en estas semanas para cerrar acuerdos programáticos y un organigrama de Gobierno, que se elaborará atendiendo a qué perfiles son los adecuados para cada cargo.

Este preacuerdo entre socialistas y morados llega dos días después de la celebración de las elecciones generales, comicios en los que tanto el PSOE como Unidas Podemos perdieron escaños con respecto a los que obtuvieron en los comicios de abril.

UNA CAMPAÑA HACIA LA COALICIÓN

Con este documento de diez puntos, los de Iglesias ven cumplido el principal objetivo que se marcaron cuando Pedro Sánchez decidió que se celebraran las elecciones generales de abril. Entonces, Iglesias, que regresaba de su permiso de paternidad, señaló que para que todas las medidas que pactaron PSOE y Podemos tras la moción de censura contra Rajoy se aplicaran, era necesario que tocaran poder y entraran en el Consejo de Ministros.

Tras esto, y durante la precampaña y la campaña de abril, los morados insistieron en esta idea, y fundamentaron su discurso en lograr que los artículos más sociales de la Constitución se cumplieran. Para eso, insistían en que se debía hacer frente a los poderes económicos subiéndoles los impuestos, a la oligarquía que maneja las grandes empresas energéticas creando una empresa pública que lograra bajar el precio de la luz, y que era preciso acabar con las puertas giratorias que permiten que ministros y presidentes acaben en sillones de consejos de administración de multinacionales.

A pesar de las malas encuestas, los morados remontaron gracias a la irrupción en la campaña del líder y se alzaron con 42 escaños y 3,8 millones de votos en las generales. Pero a pesar de que la coalición era posible, acabó frustrándose tras meses de negociaciones y malentendidos.

LA CAMPAÑA EXPRÉS

Tras el fracaso, y con los líderes de ambas fuerzas enfrentados gracias a acusaciones y declaraciones subidas de tono en medios, la posibilidad de que ambos llegaran a entenderse tras el 10 de noviembre parecía alejada. Pero entonces Iglesias en sus intervenciones de campaña tendió la mano de nuevo al líder socialista y le invitó a olvidar reproches atendiendo "a la emergencia del auge de la extrema derecha".

Además, sostuvo la carrera hacia las urnas pidiendo que los morados estuvieran fuertes el 10N porque de esa manera el PSOE se vería obligado a un acuerdo de gobierno con ellos, a pesar de que Pedro Sánchez no quisiera. Llegó a afirmar Iglesias que si Vox aumentaba apoyos, esto impediría una gran coalición de PP y PSOE y abriría la puerta del Consejo de Ministros a Podemos.

Ese cálculo electoral finalmente se cumplió y Vox logró 52 escaños. Y dos días después de las generales, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias escenificaban un preacuerdo, con firma en el Congreso de los Diputados y con abrazo para sellar la alianza.

EL REPARTO DE MINISTERIOS Y LAS MEDIDAS ESTRELLA DE PODEMOS

Además de la propuesta de crear una empresa pública de energía, los de Iglesias han insistido durante la campaña en que si llegaban al Gobierno derogarían la reforma laboral, intervendrían el mercado de la vivienda de alquiler, fijarían la subida de las pensiones al IPC por ley, implantarían la jornada laboral de 34 horas semanales, crearían una banca pública o pondrían coto a las casas de apuestas, entre otras. Está por ver cuántas de estas pueden llegar a cumplir desde los ministerios que logren fruto de la negociación.

En cuanto a esas carteras que los morados ostentarán, hasta el momento sólo se sabe que el propio Iglesias tendrá una vicepresidencia. Pero atendiendo al documento que desde Unidas Podemos enviaron al PSOE para desbloquear la negociación en agosto, uno de los que aspiran a llevar es el de Trabajo.

En ese documento de 'Propuestas para retomar el diálogo por un acuerdo integral de gobierno de coalición', los morados señalaban como primera opción una Vicepresidencia de Derechos Sociales e Igualdad, el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, el Ministerio de Sanidad y Consumo y el Ministerio de Vivienda y Economía Social.

En ese mismo documento, el único posterior a la investidura fallida en el que hablan de carteras, los morados presentaban otras cuatro combinaciones posibles de ministerios, y en ellas además de las citadas carteras incluían el Ministerio de Transición Ecológica, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el Ministerio de Agricultura, Pesca y España Vaciada, y el Ministerio de Cultura.