Un par de reflexiones

    22 jul 2019 / 11:46 H.

    La calma y la serenidad son la puerta segura para el buen juicio y este debe ser quien rija el comportamiento. Mientras dominen los exabruptos y las asperezas, todo serán desatinos y jugadas en fuera de juego. Resulta imprescindible aplacar las emociones para entendernos y seguir la senda de los inteligentes. Discutir, analizar y, en su caso, criticar, desde luego, pero con la mesura proporcional. Asegurar, por ejemplo, que estamos en un momento peor que nunca es, además de un disparate no acorde con la historia, un bufido innecesario. ¿O es que hay quien no se acuerda de cuando se pudo jugar en Écija gracias a que algunos taxistas llevaron al equipo de manera gratuita? ¿O cuando cortaban la luz, el agua, el teléfono... a cada rato? ¿O de aquellos presidentes de infausta memoria? ¿En cuántas oportunidades hemos ido al periódico, al levantarnos, esperando encontrarnos con la sombría noticia de la desaparición del club? Hemos de ser prudentes y precisos, a la hora de enjuiciar el presente. Es como el asunto de Germán Crespo. Es triste que, después de todo, haya podido salir por la puerta de atrás, pero hay un par de modos de comportamiento indispensables: el primero, que no todos somos válidos siempre y para todo y por tanto es legítimo que haya aficionados que consideren que es un espléndido profesional para ganar 1.6 al Huétor Vega pero no para una promoción de ascenso, indiscutible disparidad de opiniones; el propio Germán, por su parte, debe tener presente que quien ejerce una actividad pública (profesional, política o como sea) debe someterse a la evaluación de la colectividad, que tiene todo el derecho a mostrar su aquiescencia o discrepancia, eso sí, por supuesto, con todo el respeto a la persona. Y ni pasa ni debe pasar nada. Impresiones, puntos de vista... Y la directiva, si quiere contar con la afición, debe tener muy claro que la información pública no es un añadido incómodo sino parte esencial de su trabajo, algo que no está ocurriendo. Lo que agrava aún más el ya deteriorado ambiente, creando incertidumbres, dudas y sospechas nefandas e impropias.