Pablo Villén, un diseñador que derriba mil barreras

El alcaudetense cumple su sueño con el estreno de su primera colección el día 25

18 oct 2019 / 17:09 H.

Que nadie te diga que no puedes cumplir tu sueño. Esa frase tan aparentemente manida que cobran todo su sentido cuando se conocen historias como las de Pablo Sánchez Villén, Pablo Villén como nombre artístico. Este alcaudentese, hace dos años, no era más que otro veinteañero que añoraba lograr lo que tanto ansiaba, en este caso ser diseñador de moda, y que gracias al esfuerzo de su familia, principalmente de su madre, puede decir que va a lograrlo. Es cierto que lo tuvo algo más difícil que otro jóvenes, pues se encuentra en silla de ruedas y está transplantado del riñón —que le donó su madre después de que perdiera ambos—, pero eso no le impidió seguir adelante y el día 25 de este mes estrenará su primera colección, en la que plasma, como explica Ani Villén, sus manos en este camino a la felicidad, “lo que es su vida”.

Como otras tantas historias hoy en día, esta comenzó con un mensaje en redes sociales, en este caso dirigido a Claudina Mata, diseñadora alcaudetense que cuenta con una marca propia en Granada: “Quiero ser diseñador de moda, como tú”. A partir de ahí, tras días de conversación y cuando el joven consideró que era el momento de decirlo en casa, comenzó la aventura. Pero no sería sencillo. Fueron varias las escuelas que cerraron las puertas a Pablo porque necesitaba que su madre le acompañara en las clases, pues no cuenta con una total movilidad en las manos. Hasta que llamaron a la puerta de Estación Diseño, que según explican Mata y Ani Villés, “solo pusieron facilidades”.

Fue entonces el momento de hacer las maletas, dejar Alcaudete y mudarse a Granada —aunque solo de lunes a viernes, pues Ani se hacía cargo de su casa los fines de semana— para que Pablo pudiera cumplir el sueño, algo que no sería posible sin la gran ayuda de su madre.

Mata explica que Pablo era una persona tímida pero con una capacidad creativa enorme. “Su mente va más allá de lo que cualquiera podríamos hacer”, dice. Su evolución, en todos los aspectos, ha sido enorme: ha mejorado en salud y demostrado tener habilidades innatas para el diseño. “Ha estado feliz —explica su madre, en pasado porque ya finalizó su curso— porque estaba cumpliendo su sueño y el estudiar lo que quería le daba una energía que hizo que apenas se pusiera malo y, cuando lo hizo, no renunció a seguir yendo a clase, porque sabía que si todos hacíamos un esfuerzo, el debía hacer lo mismo, aunque tuviera dolores”, rememora Ani Villés que, en unos días, verá cómo la obra de su hijo, y la suya, ve la luz en la pasarela.