Entre Corín y Agatha

Teresa Viedma Jurado presenta “El asesino de la puntilla”, su nueva novela

03 feb 2023 / 19:48 H.
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No es un personaje principal, pero tendría futuro. Se llama Salvador Corral, torero de éxito y filólogo. Un perfil que introduce Teresa Viedma Jurado en su última novela: El asesino de la puntilla, cuarta de su producción y cierre, de momento, de la trilogía que en el imaginario colectivo de sus lectoras se identifica con la figura detectivesca —un clásico del género— del inspector Guzmán. La novela, y a la autora, la presentó este jueves en la Biblioteca Municipal de Jaén el periodista Ángel González. Les acompañó el delegado de Fomento de la Junta, y amigo personal de la novelista, Miguel Contreras. En ese mundo del maestro Corral, entre subalternos, mozos de espadas, empresarios taurinos y apoderados, inserta otro personaje como una esquirla en el universo de capotes, patillas, cigarros puros, estoques y puntillas, el arma de gracia con la que se finiquita la vida del toro. Hugo no sabía, mientras aplaudía en un tendido de la plaza de toros de Jaén la faena de Salvador Corral, que el asesino de la puntilla ya había actuado. Allí mismo. Miraba al torero y miraba, alrededor, a sus amigos batiendo palmas de admiración.

Así comienza el relato de esta novela, para la autora un punto de inflexión en su producción literaria y en su experiencia vital como escritora, como mujer: “El asesino de la puntilla me ha dado serenidad”, dijo respondiendo a una pregunta de su presentador. Su ocupación diaria ahora “al cien por cien”, y temeraria, es escribir, precisó. Se afana con una nueva novela sin Guzmán, pero “de misterio”; también escribe relatos, cuentos y sus columnas de opinión en Diario JAÉN.

Entiende la autora que la de la puntilla supera a sus predecesoras. Va atinada. Y está dedicada a un amigo fallecido, compañero de trabajo dos décadas: Juan Padilla, por quien la terminó y la ha publicado; trasunto de Hugo en su personalidad, “que no en su vida”, matizó. Y también a su madre, Josefa Jurado, fallecida el año pasado, lectora empedernida como ella, a través de la cual llegó a los libros de la editorial Molino, los de Agatha Christie. Un influjo que perdura. Como el de su padre, Arturo Viedma, lector de Dumas y sus novelas de capa y espada. El asesino de la puntilla, tras la experiencia dolorosa de la muerte de su amigo, pule su estilo, siempre cuidado y ortodoxo; refuerza el diálogo; traza con tono más grueso un trasfondo social de trinchera actual: si antes fue el maltrato ahora es la homosexualidad; lo agudiza en un escenario original, el de la tauromaquia, su fiesta y sus actores principales y secundarios, y se reitera en lo que siempre ha escrito, una novela de amores y desamores que subsisten en tramas de intriga e investigación.

La escritora empodera siempre —en el término al uso— a una mujer, ya fuera Alicia en Gris Plata, la primera de la trilogía, Clara en El caso de las magdalenas envenenadas, la segunda, o Rebeca en esta tercera entrega. Independientes, inteligentes, cultas, pero también con un punto borde —reconoce ella misma—, agresivas a veces, incluso lastradas por una suerte de soledad necesitada de contrapunto para el equilibro, para el final feliz, que lo hay, de la mano de un hombre, Guzmán en el caso de Clara. Es tranquilo, seguro, culto, sensible y bondadoso: “Me gustan los hombres buenos”, dijo sin rodeos respondiendo a otra pregunta del periodista. “Me identifico con ella”, dijo refiriéndose a Rebeca, la protagonista de El asesino de la puntilla —porque ellas son siempre las protagonistas— que no el inspector, cuyo papel es más el de clave de bóveda que sostiene la arquitectura de sus novelas.

Corín Tellado, que escribió 4.000 novelas románticas cortas, fue traducida a 27 idiomas y es la más leída de todos los tiempos en nuestro idioma, pese al desprecio de la crítica, que la ignoró siempre, dijo: “Me salen en las novelas unos hombres estupendos, sensibles”. Quienes han estudiado —sí, estudiado— sus obras afirman que pretendía empoderar a su personajes femeninos y por eso hacían, en aquella época de censura y ágrafa de la dictadura, lo que Corín nunca pudo hacer. Agatha Christie, la reina del género de misterio e intriga, sentenció: “La mejor receta para una novela policíaca es que el detective no sepa nunca más que el lector”. Los lectores de Teresa Viedma dirán hasta qué punto confluyen en Guzmán, la clave de bóveda. Y la autora, si entre Corín Y Agatha hay espacio para renovar en clave jiennense uno y otro género.

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