Y los jóvenes nos rejuvenecieron

    01 jul 2016 / 10:00 H.

    Hay veces que uno se siente más orgulloso que otras de Jaén. El 29 de junio fue uno de esos días. Nuestro querido, y así hay que decirlo, sin eufemismos, querido Diario JAÉN homenajeó a unos jóvenes que son presente, pero sobre todo futuro, de nuestro panorama cultural. Constaté que esa Cultura, con mayúsculas, en sus más diversas facetas tiene aquí buenos y nobles cimientos. Cine, música, ilustración, poesía, diseño y cante, ahí es nada. Como diría el paisano, ahora vas y lo cascas. Verlos felices y expectantes; también nerviosos, la edad obliga a ello; sabiéndose, sin apenas creerlo, centro de atención, una atención que sin duda no esperaban, pero de la que son merecedores. Eran la viva muestra de que hay mimbres. Nuestros jóvenes saben, pueden y quieren hacer por ellos mismos y por su patria chica, este Jaén, el bosque ordenado de olivos. Observar su deleite y admiración a su padrino en el acto, un jovenzuelo de 95 años, Ginés Liébana, que lo ha sido todo en las Artes, me llegó a conmover. Ese punto de conexión invisible, pero palpable, entre Ginés y ellos, encandilaba; créanme que fue un momento maravilloso. Escuchar a Fany de la Chica, tan joven como ellos, decirles que no se rindan, que no tiren la toalla, que luchen por aquello que les gusta y en lo que creen, seguro les dio un plus de fuerza añadido. El miércoles, en la Sala 75 Aniversario, un periódico se rindió a los pies de un grupo, donde los de 20 y pocos eran como el de los 95. De verdad que las palabras no hacen mérito a lo ocurrido, quizá debió hacer uno de los homenajeados, Antonio Galarzo, un pequeño documental, el momento lo merecía. Sublime fue escuchar de sus labios a Begoña recitando una poema de la ya galardonada obra Princesa Leia. No menos sentidas fueron las palabras de la diseñadora María Jesús Pérez, cuyos bocetos hablan por sí solos. O a la ilustradora Elena Pancorbo, joven que hace de sus trazos verdaderas genialidades. O ver a Christian sudar ganas y empuje por juguetear entre partituras y notas musicales. Y si algo le faltaba al momento va Mariángeles y se nos arranca a cantar, nos pone los pelos de punta y hace vibrar toda la Sala.

    Lo dicho, el miércoles me llené de orgullo. Orgullo de ser de Jaén, de saber que esos chavales que vienen detrás valen mucho, lo demostrarán, si es que ya no lo han hecho. Orgullo de un periódico que puso de relieve su preocupación por lo que aquí ocurre. Orgullo de atesorar tanto arte en nuestros límites provinciales. Orgullo de ver que el mejor de los espermas, el aceite que mana de nuestras aceitunas, ha preñado al gran tesoro de nuestras mujeres para parir una generación de pura excelencia.

    Cómo, de forma admirable, se dirigió al personal Ginés Liébana: “Yo estoy aquí para compartir con vosotros, así que preguntadme”. En ese momento pensé, huelgan las preguntas, justo enfrente de mí encontré las respuestas, una foto donde el longevo y los jovenzuelos eran lo mejor de lo mejor, esperanza, vitalidad y alegría.

    Acabado el acto no pude contenerme, me acerqué a cada uno de ellos. A los de veinte y al de noventa y cinco. Además de darles las gracias por la osadía de ser lo que quieren ser en un mundo tan complicado, les pedí algo que sé que no dejarán de hacer nunca, cuando salgáis al mundo decid orgullosos cuál es vuestra procedencia. En Jaén os necesitamos, necesitamos de vuestra fuerza y autoestima para mirarnos en vuestro espejo vital. Al de 95 solo le dije: Gracias, Maestro, por todo lo que has sido y en el día de hoy, por acercarte desde París, sí, desde Francia, para decirnos a los jiennenses que aquí, en estos chavales está la savia nueva.