De una gente que ama su tierra

Un municipio con alma de mujer y la fuerza de “Arailes” para salvaguardar las tradiciones

11 mar 2016 / 09:20 H.

Al este de la comarca de La Campiña se alza Lahiguera. Tranquilo en sus plazas y amable en sus gentes. La agricultura rige la economía local con el olivo dominando la mayor parte de su extensión. También, la fabricación de muebles tuvo una época dorada, si bien la crisis no se olvidó tampoco, y por desgracia, de dejar su huella. Un pueblo que hay que conocer, donde respira paz el viajero por sus calles limpias y silenciosas. En invierno, San Sebastián, y en verano Santa Clara, llenan Lahiguera de fervor y alegría para propios y visitantes. Pero, sin lugar a dudas, destaca la singularidad de la procesión del Viernes Santo (la carrera de los Santos), original como pocas. En un extremo de la calle, el trono de Jesús, a la espera. En el otro extremo, el trono de la Virgen y, detrás, el de San Juan, aupados por cuatro costaleros cada uno, que previamente han pujado con fe y con euros para participar en un evento que les llena de orgullo. Al pronto se lanzan a correr con todas su fuerzas para llegar cuanto antes al encuentro de Jesús, arropados por centenares de personas que se agolpan a un lado y al otro de la calle. Una carrera trepidante en la que no han faltado las caídas, superadas con el aliento de los paisanos y la fe que a cada uno le mueve. Un acontecimiento que, sin duda, merece la pena ser vivido para acercarse al profundo sentimiento que les invade y emociona. Y para recuperar las fuerzas, salmorejo, ajo blanco y de postre una manta, algo así como un brazo de gitano (yo diría que tres brazos por lo menos).

En sus tierras crecen únicas y hermosas las Arailes, unas plantas que dan nombre a una asociación de mujeres, también únicas, que se encarga de llenar de actividad la vida del pueblo desde el 29 de mayo de 1997. Nacieron con la vocación de promover la igualdad entre hombres y mujeres, luchando por la incorporación de estas en las todas las facetas de la sociedad, así como conservar las tradiciones y costumbres, y lo hacen organizando talleres donde demostrar sus habilidades, viajes con los que conocer otras culturas... Desde aquí el reconocimiento que merecen por mantenerse fuertes siempre en su hermosa batalla por unir personas para hacer cosas por una tierra y sus gentes.