Glosa sentimental de un admirador

El periodista Rafael Abolafia ensalza al escritor en nombre de la Redacción

29 abr 2016 / 10:00 H.

El periodista Rafael Abolafia Morales fue el encargado de dedicar unas palabras a Juan Eslava Galán en representación de sus compañeros de la Redacción de Diario JAÉN. El redactor dibujó una reverencia a “la magnitud del escritor y la excelencia de la persona”, a la vez que entremezcló anécdotas y frases del genial autor urgavonense con sus vivencias profesionales y personales. Este es el discurso íntegro que pronunció Rafael Abolafia:

Buenas tardes a todos y bienvenidos a Diario JAÉN. Créanme si les digo que voy a comenzar a sufrir los ocho minutos más largos de mis cuarenta años de vida... El martes por la noche, hace apenas dos días, la superioridad de esta bendita casa me pidió que hiciera una glosa de Juan Eslava Galán. Así, sin anestesia ni nada. Ahí queda eso. Un plumilla de provincias presentando a uno de los grandes de la Literatura Española de las últimas décadas. Permítanme la expresión, pero el “marrón” es de los imponentes. Superado el trance inicial, pensé que, además de largos, también podrían convertirse en ocho de los minutos más bonitos de mi existencia; una experiencia que podré contar algún día como una “batallita del abuelo cebolleta” en el que espero convertirme dentro de muchos, pero que muchos años.

Así que me puse manos a la obra para esbozar este comentario, sabiendo de antemano que lo mejor de él será la grapa que sujeta los folios en los que está impreso. De todos modos, solo puedo decir que está pensado desde el corazón y escrito desde el más reverencial de los respetos y la más honda admiración.

Y es que para mí, Juan Eslava Galán es un ídolo. Hace ya unos lustros, cuando no era más que un imberbe preuniversitario, recorrí aquella “tierra de moros”, junto a Juan de Olid y su tropa, buscando el famoso unicornio que, según el mito, podía curar la impotencia del rey. Un libro que aconsejo a todos porque, además de pasar un buen rato, en el que no faltan incluso las carcajadas, nos enseña una de las mayores virtudes que puede tener un ser humano: la de no decaer nunca, la de persistir en un ideal, a pesar de las dificultades que la vida nos pone por delante.

Más tarde, ya como trabajador del periódico, he tenido la oportunidad de hablar con Juan Eslava Galán en un par de ocasiones, de las que, seguramente, él no guarde recuerdo alguno. Yo sí. Voy a referir aquí la última. Fue hace unos meses. Tenía por delante otro “marrón” de los importantes. Hacer un reportaje de varias páginas en el que jiennenses ilustres tenían que contar sus vivencias escolares y proporcionarme, además, una foto suya de aquellos años. Uno de los elegidos fue el homenajeado de esta noche. Cuando se lo propuse, no lo dudó ni un segundo. ¡Qué maravilla fue escucharle!

Ya sabía de la magnitud del escritor pero, aquel día, descubrí la excelencia de la persona. Conversamos durante poco más de veinte minutos, en los que me dio una lección de vida que me dejó huella. Eslava me habló del papel que debemos jugar los padres en la educación de nuestros hijos. Con la precisión del cirujano y la palabra como único bisturí, hizo una autopsia sociológica que me hizo ver cosas que, desde luego, nos estamos haciendo bien en un ámbito tan importante como es la enseñanza. Aquella noche, llegué a mi casa emocionado.

Hay otra vivencia que también quiero destacar aquí y que da idea de lo que supone Eslava Galán. Hace apenas unas semanas, mi hija, que solo tiene 8 años, tuvo que hacer un trabajo escolar sobre él con motivo del Día de Andalucía. No hay muchos escritores españoles que puedan decir que, en vida, se han convertido en objeto de estudio en los colegios.

Admitida aquí mi fascinación, para que a nadie coja desprevenido, empiezo a repasar algo de la trayectoria de uno de los autores más prolíficos de España, con casi un centenar de publicaciones en su currículum, que está adornado, además, por algunos de los premios literarios más prestigiosos del país. Imposible repasarlos aquí si queremos terminar a una hora decente. Nacido en Arjona en 1948, se dedicó a la enseñanza durante casi tres décadas, parte de las cuales pasó en “la brumosa Bretaña”.

No hay mejor embajador de este Santo Reino que Juan Eslava Galán. Quien se haya adentrado en Rey Lobo quedará fascinado por la cultura de los íberos, “aquellos españoles que fuimos”, y querrá venir a Jaén, la tierra que pisa el guerrero Zumel en la novela. Le ocurrirá lo mismo al lector de La lápida templaria, una obra firmada por Nicolás Wilcox, su alter ego, que es una invitación en sí misma a descubrir la Catedral de Vandelvira y la provincia a través de sus misterios.

De las decenas de entrevistas que, a contrarreloj, he leído en las últimas 48 horas para no parecer aquí un indocumentado, me quedo con algunas afirmaciones y anécdotas que a mí, sencillamente, me han parecido geniales. Hago aquí un extracto. Eslava Galán confiesa que lo peor que ha comido fue un bocadillo de cacahuetes en 1965, que todavía se le está repitiendo; señala que no hay ningún libro prescindible, ya que el más malo puede servir para equilibrar un mueble; como no sabe por qué se dedicó a la literatura, responde haciendo suya una frase de otro escritor, Milan Kundera: “Solo puedo decir que de niño era muy mentiroso”. Y suyo es también uno de los mejores titulares que he leído refiriéndose a la Democracia: “De los presos políticos a los políticos presos”.

En su autobiografía informal, el autor ironiza que el “Planeta” que ganó con “En busca del Unicornio” le permitió adquirir un lavavajillas. Confiesa, además, que colecciona “noticias curiosas, estampas religiosas, cartas, postales de amor y cántaras de aceite”. Aquí, señor Eslava, en esta sala del 75 aniversario, puede encontrar casi todos estos objetos para ampliar su repertorio.

Se define a sí mismo como “un jubilado que vive apaciblemente sus últimos años haciendo lo que más le gusta: leer y escribir”. Dos actividades que, como el propio Eslava nos enseña, “a todos nos permiten ensanchar la vida, ya que alargarla no podemos, y que junto con la música, la amistad y el amor constituyen las formas de relativa felicidad a las que podemos aspirar”.

Gracias, maestro, gracias de corazón por todo.