La mejor imaginería y la música de capilla conquistan la capital

La tarde del Viernes Santo es un museo ambulante. Del viejo barrio de San Juan nace una antigua procesión. El Calvario, hito en la imaginería jiennense, cuenta con tallas atribuidas a Sebastián de Solís, que vierten manierismo a raudales en Dimas y Gestas, los ladrones crucificados con Jesús, mientras que Cristo presenta una barroquísima palidez. A sus pies, Santa María del Silencio.Tras este trono, el Santo Sepulcro, impresionante urna funeraria en que yace muerto el Redentor. Por si tanta belleza no fuera suficiente, la Virgen de los Dolores pone el punto final insuperablemente. Al salir, los costaleros tocan el suelo con las rodillas, para salvar la puerta del templo. Espectacular.

San Ildefonso celebra las exequias con el Señor Yacente y María de la Soledad, comitiva “oficial” los años impares, cuando representaciones civiles y militares la acompañan con respeto de funeral. Noche de negro raso cuyo luto extrema esta cofradía, que lleva música de capilla. Singular donde las haya.

Santo Sepulcro

Soledad

09 abr 2014 / 22:00 H.