Las cornetas encumbran el trono de la eucaristía tras una gran salida


Hubo quien casi no respiró hasta que el inmenso trono de la Santa Cena cruzó el umbral de San Félix de Valois. Los fieles aplaudieron el misterio y el palio de la Virgen de la Caridad, cuyos tronos brillaron bajo un sol de justicia. La procesión tuvo un gran acompañamiento musical.
El ambiente en el interior de la iglesia de San Félix de Valois era mucho más relajado que el año pasado. Risas y bromas precedieron a las oraciones antes de la salida. Los cofrades intercambiaban entre sí deseos de disfrutar de una “buena procesión”, y resultó ser como esperaban. Media hora antes de la salida, los costaleros se concentraban mientras se atacaban en el patio del templo. Eran 170, casi la mitad de los 385 hermanos que participaron en la procesión, emocionados, un año después de un fastuoso desfile que interrumpieron por la lluvia.

13 abr 2014 / 22:00 H.


Entre la juventud que impera en la hermandad destacaron los usuarios de la residencia de María Santísima de la Caridad y Consolación, invitados por la cofradía. Depositaron un ramo de flores a los pies de cada uno de los tronos.
Tras unas palabras del hermano mayor, Francisco Manuel García, y del párroco del templo, Santos Lorente, se organizaron los penitentes y, pocos minutos después, se abrieron las puertas ante la expectación de una multitud que aguardaba en el exterior. Nada hizo sombra a la salida. La Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Expiración anunció el misterio y, mientras los costaleros realizaban arduas maniobras para sacarlo del templo, solo se escuchaban las palabras de ánimo de los capataces. Tardó en torno a veinte minutos en cruzar el umbral, y la banda premió el esfuerzo con una fantástica marcha hasta que se enfrentó al Gran Eje y comenzó a avanzar con paso ligero y firme. Para la Virgen, los costaleros se pusieron de rodillas. Temblorosa y bajo las notas del himno nacional interpretado por la Banda Tuabmirum de Cañete de las Torres (Córdoba), la Dolorosa se presentó a los fieles, que alabaron el precioso arreglo floral. Minutos después, ambas figuras ascendían hacia el centro bajo un sol de justicia que no fue sino una anécdota.