Vocación renovada de los que cimentaron un futuro de paz

Baeza recibe a la 96 Promoción de la Guardia Civil 25 años después

21 abr 2018 / 10:18 H.

Fue el 21 de junio de 1991 cuando salieron de Baeza con su maleta cargada de ilusiones y sueños para iniciar su carrera profesional dentro del cuerpo de la Guardia Civil. Solo una semana antes, en Vizcaya, un compañero había sido asesinado a la puertas del colegio de su hija, mientras que la esperaba en el coche, con su hijo de copiloto. Veintiséis años y diez meses después, doscientos de aquellos guardias volvieron a la ciudad que les acogió, a aquel patio en el que juraron bandera y recogieron sus despachos. Lo hicieron para renovar su vocación benemérita por la patria. A esa misma hora, ETA pedía “perdón” a sus víctimas a través de un comunicado, a unos días de anunciar su disolución definitiva. Una jornada de recuerdos, reencuentros y, desafortunadamente también, de ausencias. Una jornada llena de historia y para la Historia.

La Academia baezana acogió la renovación del juramento o promesa de fidelidad a la bandera de España de la 96 Promoción, con motivo de sus bodas de plata, acto castrense que fue presidido por Francisco Javier Alvaredo Díaz, general de Brigada de la Guardia Civil y jefe de Enseñanza. Desde toda España y hasta de Andorra —por aquellos entonces los guardias del Principado se formaban durante un curso en Baeza— llegaron agentes, unos doscientos de los más de 4.000 que formaron esta promoción. Guardias, la inmensa mayoría, hoy en servicio, en diferentes destinos y dedicaciones; otros, en cuerpos como la Policía Nacional, los Mossos d’Esquadra o el servicio de la Casa Real, entre otros, y algunos también ya retirados, que desfilaron sin uniformar. Un vistoso mosaico poco habitual en los actos castrenses habituales en la Academia.

Baeza y el coronel director del centro, Juan Miguel Jiménez García, fueron anfitriones. Él les recordó cómo esta ciudad y su hermana Úbeda los recibieron con “la hospitalidad de sus gentes y con el calor de su cultura”, hace ya un cuarto de siglo, lugares que supusieron un antes y un después en sus vidas. Arropados por familiares, autoridades y la 123 Promoción de Guardias en formación, renovaron su compromiso, ahora, con más experiencia, canas, arrugas y “batallitas”, pero, como apuntó el capitán Roberto Fernández García, en representación de todos ellos, “con la misma ilusión y esperanzas”. En sus palabras, hubo también una mención especial para las “incorporaciones” en este tiempo, sus familias, a las que agradeció la paciencia y comprensión por convivir con esta comprensión. Muy emocionante fue también la siguiente mención, la que hizo de aquellos que, como dijo, “han llevado a sus últimas consecuencias” el servicio al prójimo, dando la vida por él. “Desgraciadamente el último caso lo tuvimos recientemente, cuando el cabo primero de la Guardia Civil Diego Díaz falleció en Sevilla en servicio, arrastrado por las aguas intentando salvar a varias personas. A ellos y a sus familias solo podemos decir que estamos orgullosos de pertenecer a su misma promoción y que siempre les recordaremos”, dijo. A él también se refirió el general Francisco Javier Alvaredo, llegado desde Madrid para presidir el acto. También se refirió a cómo ellos se han adaptado a los nuevos retos de seguridad, de la delincuencia tradicional y el terrorismo “autóctono” a la delincuencia “transnacional”, la inmigración irregular o el terrorismo yihadista. Les agradeció su “dedicación plena” que requiere una gran vocación de servicio para cumplir la tarea encomendada a través de nuestra carta Magna proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos: “Es una vocación que habéis demostrado y que estoy seguro que seguiréis haciéndolo en esta segundo etapa”.

En este día en el que ETA pedía perdón también había un recuerdo en Baeza para sus víctimas y una mirada a un futuro de paz en voz del general: “Ahora quiero dirigirme a los alumnos de la 123 promoción. Tenéis ante vosotros a unos guardias civiles que han luchado y contribuido a derrotar el terrorismo, labor en la que la Guardia Civil ha tenido que sacrificar nada menos que 230 compañeros. El honor, la lealtad y la vocación de servicio son los mejores cimientos para construir un futuro de paz”.