Vivas a la Virgen del Rosario entre jotas y cuerva

Los vecinos se echan a la calle para acompañar a la patrona hasta Pontón Alto en una espléndida mañana festiva, con la tradición serrana por bandera

10 ago 2017 / 10:44 H.

Arriba cachipurriana, que se te seca el tomate, tíralo por la ventana, si se mata que se mate. Por aquel ventanillo, me llamaban a mí, por aquel ventanillo, cuchi-chi, cuchi-chi. Es verdad que te quisí, y tu madre lo supió es porque yo le dijí, que te casabas con yo”. Si hay un día en el que la jota pontonera resuena con alegría en las empinadas callejuelas que bordean el Segura recién nacido es en la celebración de la romería de la Virgen del Rosario, la patrona de este privilegiado rincón de la provincia. La tradición más autóctona está allí muy viva y regala estampas únicas cada año, con la jota como banda sonora y sabor a cuerva muy fresquita. En estos días, sus vecinos reciben con los brazos abiertos a todos aquellos que algún día salieron para buscar un futuro en lugares más industrializados, pero que nunca han perdido sus raíces y, cada verano, acuden puntuales a la cita con su tierra. De hecho, en 1973, se decidió celebra la feria en honor de la Virgen del Rosario —que es en octubre— en estos días centrales de agosto por hacerlo coincidir con las vacaciones, cuando estas calles vuelven a llenarse de vida.

Desde primera hora de la mañana en los dos Pontones, el ambiente festivo ya se intuye. En sus tranquilas calles apenas quedan sitios para aparcar porque, en cuanto llegan las diez en punto, la Virgen del Rosario sale de su iglesia portada por los vecinos. Por delante, queda el camino que separa Pontón Bajo del Alto, poco más de un kilómetro, eso sí, cuesta arriba pero que se hace más corto con la música de la Asociación Cultural Los Pizarrines, de La Puerta de Segura. Engalanados las calles y balcones, la patrona llega entre vivas para la celebración de la eucaristía. Bajo un frondoso árbol, en esta ocasión, fue presidida por el arcipreste Sebastián Moreno, también párroco de Beas, junto con otros sacerdotes de la zona, como David Martínez, de Pontones; Antonio Lozano, de Santiago; Victoriano Martínez, de Hornos; Jaime González, de Arroyo; Juan Mena, de La Puerta y Orcera, y Francisco Javier García, de Siles.

Pontones es un lugar en el que las tradiciones folclóricas no están abocadas a su desaparición: hay una buena cantera. Bien se demostró en esta romería de la Virgen del Rosario, con su fin de fiesta en la plaza del Pajarete. Allí, a los pies de la patrona, se celebra una exhibición de jotas mientras que saborean un vaso de cuerva. Pontoneras de todas las edades lucen sus refajos de colores vivos bordados por ellas mismas, con sus pololos, mandiles, corpiños y faltigueras, indumentaria recuperada del fondo de los baúles por la Asociación Cultural “Pontones Cuna del Segura”. Y cuando suena la música muestran las coreografías que, por fortuna, no se perdieron a lo largo de la última mitad del pasado siglo. Buena parte de la “culpa” la tuvieron personas como Manuela Romero Picón y María Picón Molino. Ellas, como recuerda María, recogieron a lo largo de los años sesenta las enseñanzas de sus familiares más mayores y, desde el año 2000, comenzaron a enseñar a las pontoneras más jóvenes. Hoy son estas las que guían a las que son niñas todavía. Todas lo demostraron bajo el sol de justicia de agosto en esta concurrida plaza.

Y mientras tanto, la cuerva endulza y refresca el paladar de los asistentes. Cada año, la Comisión de Festejos prepara esta típica bebida a base de vino, licores como el coñac y el whisky, rebajado con frutas y agua. Hasta cincuenta litros repartieron este año.

Este día grande de la Virgen del Rosario terminó pero no las fiestas. Hoy empiezan, en Pontón Bajo, los encierros, al mediodía, y la suelta de vaquillas, por la tarde, sin duda, uno de los atractivos que más público congregan en estas fiestas serranas. Habrá hasta el sábado, al igual que las animadas verbenas nocturnas.