Lo de “Murteira” no fue tan “Grave”

Del Álamo y Lamelas triunfan con el mítico hierro portugués, que tuvo nobleza

12 sep 2016 / 13:30 H.

Muchos dicen que son los “miuras” portugueses. Hay toreros que les huyen en los carteles. Sin embargo, en Villacarrillo se vio que lo de “Murteira” no fue tan “Grave”. Los toros tenían una presentación espectacular, pero no se “comieron” a nadie. Sacaron mucha nobleza y poco peligro, aunque con las dificultades de un encaste que es áspero y exigente para el torero. Fueron claros en los embroques, aunque cuando salían realmente daban miedo, mucho miedo. El público de Villacarrillo sabe de toros y lo demostró con la capacidad para reconocer el esfuerzo que suponía para el torero ponerse delante de semejante “bicho”. Y así da gusto ir a una plaza. El toro siempre ha de dar más miedo que pena, porque esta última lleva al astado a una muerte fea y a la tauromaquia, a la extinción.

Murteira Grave cumplió con las expectativas, que se vieron colmadas con el tercero de la tarde, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Cuando salió de los toriles tenía hechuras de “Núñez”, aunque parecía el padre o el tío de muchos de los que salen en otras plazas. Juan del Álamo lo paró muy ceñido a la verónica —sobre todo en la media— y le hizo un gran quite por chicuelinas con dos plásticos remates por bajo. Cogió la muleta y comenzó con un trasteo bello para colocar al animal en los medios. El toro colocaba bien la cara y perseguía la muleta hasta donde el diestro la llevaba. Además, como toda la corrida, era limpio en el embroque. Si se arrancaba al engaño, acudía de verdad, lo que invitaba a los toreros a confiarse.

Juan del Álamo lo vio claro, no le dudó nunca y le dio tres series de naturales sensacionales. El toro de Murteira Grave, además, embestía despacio, lo que hizo que la faena cobrara vuelo. Mató bien, por lo que logró dos trofeos y el palco sacó el pañuelo azul para que se le diera al toro la vuelta al ruedo. El sexto fue menos lucido. Juan del Álamo lo ve fácil y piensa rápido, por lo que pronto se dio cuenta de que necesitaba perderle tres pasos para ganarle un “tranquito” al toro. Otra vez, en los medios lo lució por ambos pitones y acabó de rodillas. Logró otro trofeo. El torero de Cortijos Nuevos, Alberto Lamelas, recibió a su primero con una larga cambiada. Estuvo templado con el capote y poderoso con un toro que, tal y como entendió desde el principio, no admitía la duda.

Alberto Lamelas se pone muy de verdad. Se lo sacó a los medios para mandar con series en redondo y enseñar el pitón izquierdo, que era el más complicado. Tanta firmeza del diestro hizo que el animal no se acabara de rajar. Terminó con unas manoletinas en los medios. Tras un pinchazo, mató bien y logró un trofeo. El quinto transmitió mucho menos, por lo que Lamelas tuvo que “arrancarle” el trofeo. Comenzó con unos estatuarios en los medios y acabó metido entre los pitones del animal. Otra vez, el diestro dejó claro que su toreo tiene mucha verdad. De nuevo, manoletinas para cerrar. En una de ellas, se le quedó tan corto que estuvo a merced, pero el animal sacó nobleza en vez del peligro que se le presupone.

Rafaelillo tuvo el peor lote. El primero siempre anduvo a media altura y el diestro no acabó de bajarle la mano para que no se le cayera. Estuvo perfecto en la colocación, pero le faltó apostar un poco más. El cuarto no tuvo recorrido alguno en la muleta. El animal tuvo ajetreo en los corrales y lo notó en la plaza. Por eso, el diestro murciano se movió por la cara del morlaco y poco más. Villacarrillo disfrutó con una tarde que fue muy para el aficionado.