Vidas entre volantes y lunares

El sector de los feriantes, uno de los más afectados por la pandemia, mira al futuro con gran incertidumbre

06 may 2020 / 12:05 H.
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Y ahora qué? Cuando el sol de abril se abre paso en el horizonte para anunciar que la primavera quiere instalarse, un amplio número de familias comienzan a montar el petate con el que se recorrerán medio país durante los siguientes meses. Sí, son los feriantes, ese colectivo que nunca falla, que tras un carrusel, un puesto de patatas o esos vinillos que tan bien sientan, se encargan de dar vida a los festejos de cada municipio. Su labor no tiene horario, ni oficina, y además requiere de don de gentes, de mucha paciencia, de disponibilidad para el cliente que busca pasarlo bien durante unas horas. Así es la vida de casi doscientas familias jiennenses cuyas jornadas transcurren entre volantes y farolillos, cuyo alimento depende del jolgorio de la ciudadanía.

La temporada arranca en abril cuando Sevilla se deja embriagar por ese olor a feria, a chatillo y paseo a caballo, y se alargar hasta octubre, cuando San Lucas anuncia en Jaén que es hora de volver a casa, que el trabajo está cumplido. Desde que parten de la ciudad donde desemboca el Guadalquivir hasta que llegan donde brotan sus primeras aguas, los feriantes se recorren la mayoría de regiones del país con sus negocios acuestas y, en muchos caso, una plantilla conformada por familia y empleados. Así ha sido siempre, en el caso de algunos incluso nacieron en la feria o aprendieron andar entre casetas, sin embargo, este año será diferente, pues el negocio se ha quedado en la cochera. Saber si podrán montarlo en algún territorio es difícil de adivinar, dependerá de la resistencia de covid-19, pero tienen serias dudas y algunos ya dan la temporada por “perdida”.

“Estamos en una situación muy complicada, pues llevamos alrededor de seis meses sin trabajar a lo que vamos a unir toda una temporada sin ganancias y algunas familias viven exclusivamente de los ingresos de las ferias”, relata Federico Gaitán, presidente de la Asociación de Feriantes de Jaén, de Torreperogil. A ello, hay que añadir la inversión que la mayoría ya habían realizado para poner a punto sus negocios, lo que incluye reformas, revisiones, adaptación a nuevas normativas y, en definitiva, gastos que no van a cubrir: “Todos estábamos preparados porque cuando se decretó el estado de alarma estábamos a tan solo unos días de comenzar la temporada”.

Decenas de cielos que no tendrán sus tradicionales fuegos artificiales que anuncian el pistoletazo de salida de sus fiestas y que supondrán la pérdida de una cuantía muy numerosa que Gaitán no se atreve a cuantificar: “Salvo cambios, la mayoría de festejos han cancelado por lo que damos la temporada por cerrada, unas pérdidas que van a dejar en una situación crítica a muchas familias, algunas con varios comercios y distintos préstamos a los que hacer frente”. Jiennenses de varios puntos de la provincia que miran al futuro con mucha incertidumbre, pues además se sienten abandonados ya que consideran que las administraciones “los han olvidado”, pues con las ayudas que les han llegado no les salen las cuentas. Asimismo, no tienen claro, en el caso de poder volver a ponerse en marcha, qué medidas de seguridad tendrán que tomar, si será posible adaptarse y sí la respuesta de la ciudadanía será positiva, pues “son muchos los bolsillos que se están viendo afectados por esta crisis”.

Es por ello que desde la Asociación de Feriantes piden una serie de “medias específicas” para el sector al considerarse “uno de los más vulnerables frente a la pandemia”. “Estoy muy pendiente de los compañeros y desde la asociación y yo como presidente, intentaremos que nadie se quede en el camino exigiendo apoyo a las administraciones, aunque no estamos seguros de que todos puedan superar este duro golpe”, argumenta Gaitán.

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