Veinticinco años de la polémica que dejó a la Expo sin Custodia

El paso de los años han convertido el suceso en una anécdota

26 jun 2017 / 10:54 H.

La Custodia de Baeza protagonizó, hace veinticinco años, una polémica que provocó que la mayor parte del pueblo saliera de sus casas y se uniese por un objetivo común: impedir que esta joya abandonase la catedral con destino a la “Expo 92”.

Muchos de los baezanos y de los protagonistas de la “trifulca” aún recuerdan los momentos de gran tensión que se vivieron a lo largo de los varios días que duró el enfrentamiento. Eso sí, lo hacen con mucho humor y sin rencor.

Todo comenzó cuando al alcalde en ese momento, Eusebio Ortega, le propusieron llevar la obra a la exposición de la capital sevillana, que suponía un acontecimiento muy importante para toda Andalucía. “Me lo dijeron unas cuantas personas en una conversación informal pero luego, más tarde, me di cuenta de que provenían del Obispado y que lo que querían era ponerme en antecedentes”, cuenta el exregidor, quien también explica que la pieza, construida en plata y bronce a principios del siglo XVIII, se confeccionó gracias a los donativos del pueblo. Los ancianos del municipio le recordaron los años de la guerra y le dijeron que tuviese “cuidado, por si había algún problema”. Así, en un pleno del Ayuntamiento, los partidos se mostraron, desde el principio, a favor y, por unanimidad, accedieron a permitir que gran número de personas admirasen el tesoro, pero con un seguro de condiciones. “El primer problema fue saber qué clase de seguro, y nadie me daba opiniones. Así que se me ocurrió llamar a un alto cargo de Castilla-La Mancha, porque en Toledo tienen una Custodia muy parecida a la nuestra. Les pedí consejo y me dijeron una cantidad. Yo se la dije a un sacerdote y este aceptó”, recuerda Eusebio Ortega. También pusieron otra condición: que fuese trasladada por una empresa que se dedicase específicamente a ello y contase con todas las garantías y seguridad posibles.

El día marcado en el calendario por muchos de sus fieles llegó y su máximo responsable, es decir, el alcalde, no quiso dejar en manos de terceras personas una acción tan importante. Por ello, se desplazó personalmente hasta la catedral y, cuando la joya ya estaba en el camión preparada para salir, pidió los papeles del seguro y descubrió que la cantidad que habían acordado no era la que aparecía: “Recuerdo que, en aquellos tiempos, una compañera de Canal Sur llegó a decir: ‘la importancia del cerillo’. Porque faltaba un cero, y no es lo mismo diez que cien”. Se sintió engañado y, ante este hecho, decidió que la Custodia no saldría de la catedral. Comenzó entonces un sinfín de acciones, discusiones, “que sí y que no”, entre él y el obispo de ese momento, monseñor García Aracil, que se empeñaba en que la joya continuase su trayecto. “Preguntó dónde estaba el alcalde, le dijeron que en la catedral y, entonces, dijo que me saliese de ella. Yo pensé en la frase de Manuel Fraga ‘la calle es mía’. Así que me salí de la iglesia”, confiesa. El Ayuntamiento expresó su malestar ante la situación a través de un comunicado, ya que según palabras de Ortega, estaban empeñados en llevarse la Custodia sin su autorización. “Esta notificación provocó que las personas saliesen a las calles y subiesen a la catedral. La Plaza de Santa María se llenó de gente para impedir la salida. Unos iban con buena intención, pero llegué a ver a algunos con palos largos”, destaca el alcalde entre risas. La Custodia no fue a la “Expo”.

Al año siguiente, el Obispado decidió no llevar a cabo el tradicional “Miserere” porque no querían que los cantores estuviesen en el altar, sino en una plataforma en un lateral, según explica el vicario general de la Diócesis Francisco Juan Martínez. La versión de Ortega es que se negaron directamente y por ello tuvieron que hacerlo en la iglesia de San Juan Bautista, donde se siguió celebrando hasta 2003. Ahora, ambas partes lo recuerdan sin darle importancia, como una simple anécdota que no dejó a ninguno de los que lo vivieron indiferente.