Unos encierros centenarios

Los orígenes de la tradición festiva se remontan a los siglos XV y XVI

07 sep 2018 / 09:16 H.

La alegría bulle por las empinadas calles de Chiclana de Segura estos días. En plenas fiestas patronales, todavía quedan por delante tres jornadas más de convivencia y diversión con dos protagonistas fundamentales: la Virgen de Nazaret y los tradicionales encierros.

El historiador local Constancio Zamora Moreno, autor de una reseñable bibliografía sobre Chiclana de Segura, ofrece para los lectores de Diario JAÉN algunas de las pistas para hallar el origen y recorrido en los últimos siglos de los encierros de este municipio, unos de los más singulares de toda Andalucía. La subida de las reses campo a través hasta las calles de Chiclana, vista desde su Trascastillo, es, para todo el que la ha disfrutado, un espectáculo inolvidable. “Trataré de trazar una breve reseña de la historia de los encierros de reses bravas de Chiclana de Segura. Para llegar hasta sus inicios, hay que remontarnos a tiempos inmemoriales. Aunque no hay fechas concretas que sitúen su origen, yo calculo que se debe remontar entre los siglos XV y XVI; este dato nos lo ofrece el tipo de plaza que actualmente se conserva, la que cada año se convierte en centro de la diversión taurina, en pleno centro histórico. Se hace con madera de pino, una plaza muy bonita, totalmente artesana, que siempre ha llamado mucho la atención de todo aquel él que nos visita. Existen sus planos y sus características nos aportan los indicios para conocer la antigüedad de los encierros de Chiclana.

También son significativas las distintas ganaderías que, a lo largo de su historia, han protagonizado los encierros. Mención especial merece la existencia de una ganadería taurina aquí en Chiclana, que se llamó Los Cobos. A lo largo del siglo XIX y comienzos del XX, traía sus toros que pastaban en el Cortijo Gómez. Tras la Guerra, los astados fueron comprados por las ganaderías de Castellar y Navas de San Juan, por los que los animales para los encierros venían desde aquella zona. Desde 1940, aproximadamente, los animales empezaron a traerse desde las ganaderías del campo de Montiel, partido al que perteneció Chiclana hasta 1823. Procedían de Los Fabricantes, una ganadería muy antigua, y de Patón. Actualmente, desde hace unos 30 años, son animales de Clemente Parra.

Muy importante es cómo llegan las reses desde Puebla del Príncipe hasta Chiclana. Entre ambos municipios, hay aproximadamente unos 40 kilómetros y, a lo largo de todo un día, los toros completan esta distancia con el cabestraje y las vacas. Todos los caballos de Chiclana salen a esperarlos hasta Venta Nueva y este ritual de llegada de la ganadería a su destino supone un día festivo para los chiclaneros. La expectación es enorme para asistir a su llegada al corral.

Cada mañana durante los cuatros días de encierros, el estruendo de un cohete avisa a los vecinos y visitantes que llega el momento de buscar el mejor hueco para disfrutar de un espectáculo único: la subida a través del campo de las reses. Será en torno a las once de la mañana.

Toda la gente espera en el emblemático Trascastillo para ver cómo las reses salen desde el corral y conducidos por los cabestros suben hasta Chiclana, unos tres kilómetros. Es este siempre un camino laborioso y no es extraño que, en algunas ocasiones, los toros se vuelvan sobre sus pasos o se desvíen del trazado.

Pero, sin duda, uno de los momentos más emocionantes y esperados es el que se vive en la calle Peñuela. Engalanada y llena de gente, es escenario de la bajada de los toros en su camino hasta la Plaza. Esta entrada suele ser a la una de la tarde, cuando termina el encierro. Los animales recuperan fuerzas en el corral y esperan el momento de salir a la plaza. A partir de las seis, empieza otro encierro muy bonito. Una a una, las torean y muchos jóvenes llegados desde la comarca regalan sus recortes a los asistentes. Una vez terminado, el recorrido a la inversa de las reses: se encaminan hasta la Peñuela para volver a su corral.

Este es, a grandes rasgos, el encierro de Chiclana de Segura. Yo solo puedo decir a todo aquel que no ha estado nunca que este es un pueblo por descubrir, hay que venir. No podemos olvidarnos de su importancia histórica en los siglos XIV y XV, tiempos de inquisidores y de los comendadores, con Jorge Manrique, el poeta guerrero como figura imprescindible. El visitante se sorprenderá que este es todavía un lugar con mucho por descubrir y encontraran rincones preciosos como el Complejo de os Hierros, esa piscina preciosa que tenemos”.