Una romería a cinco grados

Decenas de castellariegos arropan al patrón a pesar de una mañana de intenso frío

22 mar 2018 / 09:12 H.

Aunque era el primer día de la primavera, solo se notaba por el sol que brillaba en el limpio cielo de Castellar, no en la temperatura. Con apenas cinco grados y un aire que cortaba, los castellariegos desafiaron al termómetro y salieron a la calle para arropar a su patrón, San Benito, en su fiesta. Un año más, los vecinos del municipio de El Condado celebraron su 21 de marzo con una sencilla romería hasta la ermita. Decenas de fieles, de todas las edades, recorrieron a pie los algo más de dos kilómetros que separan la iglesia de la Excolegiata de Santiago de la capilla.

Fue poco después de las once de la mañana cuando partió la comitiva de la imponente construcción del siglo XVII. Jornada de festivo local, niños y mayores se fueron uniendo por las calles, más tranquilas de lo habitual, a la procesión. Acompañados por la Banda Municipal Santa Cecilia de Castellar, un grupo de jóvenes anderos llevó al patrón a hombros en su recorrido. A las doce, la comitiva llegó a la ermita, un sencillo paraje muy cuidado por la Hermandad de San Benito, que ha trabajado intensamente durante las últimas semanas para ponerlo a punto para esta fiesta. Allí, el párroco, Julio Ángel Delgado, presidió la eucaristía por el patrón de Castellar, que, como recordó, también lo es de Europa y fundador de los benedictinos. Lo hizo ante una ermita llena de castellariegos que, como apunta la hermana mayor, Adolfina González, se encomiendan a un San Benito “muy milagroso”. En la actualidad, esta hermandad la conforman unas 310 personas.

Además de la fiesta religiosa, los asistentes compartieron un aperitivo en el recinto de la ermita. Aguantaron la baja temperatura para cerrar la celebración que arrancó el sábado con el traslado de San Benito desde su ermita de la plaza de toros hasta la Colegiata. Además, en la víspera de San Benito, durante la noche, se celebró la tradicional chocolatada para los vecinos, aunque el intenso frío —hasta menos tres grados— no dejó que la fiesta se alargara a la madrugada.

Fue hace unos treinta años cuando la hermandad y la devoción por San Benito se recuperó gracias al impulso de un vecino que trató de levantar su ermita, en ruinas. Aunque reconocen que el fervor por el patrón no es comparable a la de la Virgen de la Consolación, que celebra su romería en los primeros días de mayo, sí reúne cada año a un buen puñado de fieles que no dejan que la tradición se pierda. Hace un año, se intentó celebrar el último domingo de marzo para que los castellariegos que viven fuera pudieran acudir, pero la postura de algunos fieles, más convencidos por la tradición, hizo que este año volviera a “su día”.