Experimento para salvar la esencia del campo local

La Fundación Huerta de San Antonio prepara la distribución de pequeñas parcelas para productos de regadío

15 feb 2016 / 09:42 H.

La Fundación Huerta de San Antonio (FHSA) se preocupa de hacer realidad unos objetivos muy bien definidos desde un principio. El colectivo firmó un convenio con el Obispado de Jaén para acometer intervenciones de urgencia en la iglesia de San Lorenzo y, después, empezar el proceso de restauración integral para que el templo sea un espacio de encuentro cultural y turístico intergeneracional. Por ello, la entidad celebra, a lo largo del año, multitud de actividades, como un festival de la palabra y unas jornadas “sabineras” organizadas en colaboración con el colectivo Peor para el Sol.

Ahora, los miembros de la fundación quieren poner en marcha un nuevo proyecto, la recuperación de unos seiscientos metros cuadrados de la cornisa sur de Úbeda, en la zona conocida como Granadillo-Huerta Grande, a través de la creación de unas parcelas de ocio o familiares. El área en cuestión se encuentra a solo dos minutos a pie de la fuente de la Saludeja, en la Redonda de Miradores. Es una iniciativa que comenzará con el apoyo obtenido gracias a la generosidad de un ubetense ilustre y mundialmente conocido, Antonio Muñoz Molina. La FHSA editó “La puerta de la infamia. Crónicas del Caso Marey”, un trabajo en el que se recopilan las veintiuna crónicas que el escritor publicó en el diario “El País” entre mayo y julio de 1998. Ya se han vendido casi seiscientos ejemplares y parte de los beneficios serán invertidos en la creación de las explotaciones de recreo, pues otro de los objetivos de la organización es contribuir a la conservación de un patrimonio inmaterial como el de las huertas, igual que se ha hecho con la celebración de los mercados de productos de la zona, las visitas guiadas a las parcelas de la ladera sur o las campañas de difusión y promoción a través de su “perfil” de la red social Facebook.

La iniciativa plantea crear pequeñas hazas de treinta metros cuadrados. Serán quince, en régimen de aparcería —es decir, el agricultor es dueño de lo que cría—. La propuesta contempla que una persona asesore al hortelano sobre qué sembrar y cuándo regar, por ejemplo. Aunque parezca poco terreno, los técnicos en la materia aseguran que se pueden obtener hasta trescientos cincuenta kilos de hortalizas que cada cual tendría la opción de emplear en lo que quisiera, claro está, aunque el planteamiento de la fundación es el autoconsumo y el uso familiar. Como se trata de una experiencia piloto, la organización ha pensado en un primer ciclo de seis meses, comprendido entre abril y septiembre. El precio no está todavía cerrado pero, de acuerdo con las previsiones, rondará los cincuenta euros mensuales e incluirá el agua consumida y, posiblemente, los aperos. Ya se acondiciona el lugar para que esté preparado la próxima primavera.