San Juan se luce en una jornada para la convivencia

Los villariegos disfrutan de sus días más grandes acompañados por el sentimiento, la devoción y el fervor

25 jun 2018 / 08:33 H.

Devoción que vale por mil. Los villariegos alzaron a hombros al patrón de su pueblo, San Juan, que salió de la iglesia que lleva su nombre al filo de la tarde, mientras el sol se escondía entre las montañas de los alrededores. Así, el sonar de las campanas de la torre del templo anunciaron a todos los vecinos, aunque extraño es que alguno no lo supiera ya, que el patrón estaba a punto de iniciar su gran desfile procesional, que discurrió por los rincones de Los Villares con distinto punto de partida y de regreso, la preciosa Plaza Feijoó, donde se agolpaban centenares de fieles para ver bien de cerca la procesión de San Juan.

Los villariegos hicieron caso a la invitación de la cofradía, que les propuso asistir a las actividades del día grande del pueblo ataviados y engalanados. Así, las principales calles de Los Villares se llenaron de devotos con trajes típicos del municipio, donde se respiraba la tradición y la fe en cada rincón por el que se pasaba. Así, las telas de colores dibujaban unos fantásticos trajes de faralaes, muy típicos en las fiestas en honor de San Juan. De este modo, los vecinos hicieron ver al resto de la provincia que las tradiciones no se pierden, sino que hay que luchar por conservarlas. Esta es la sensación que se vivió en Los Villares, donde la gente joven participó en todas y cada una de las actividades que se realizan en honor del patrón. En esta línea, los villariegos dieron buena seña de que, a la devoción por San Juan, aún le quedan muchísimos años de salir a las calles del municipio.

Como no podía ser de otra forma, Diario JAÉN no se perdió el día más grande para los fieles de San Juan. Así, los vecinos de Los Villares adquirieron, junto a su ejemplar del periódico referente en la provincia, una camiseta que, a buen seguro, dejará grabados en la retina de los asistentes todos y cada uno de los recuerdos de una de las jornadas más mágicas. Un día en el que no solo San Juan salió a “pasear” por las calles, sino que así lo hicieron los vecinos de este pueblo, que caminaron junto a su patrón, al que no faltaron vítores, aplausos y ojos vidriosos con las lágrimas a flor de piel. Y es que el sentimiento de Los Villares por San Juan es legendario en Jaén, y los vecinos dieron buena cuenta de ello. Mecido por el viento, y por el cariño de un municipio volcado, el trono de San Juan no se dejó calle sin recorrer ni rincón de Los Villares sin bendecir. Los vecinos aclamaron a su patrón con alegría, felicidad y una devoción muy pura.

Pero el día de los villariegos no empezó con la procesión, sino que, al medio día, disfrutaron de la misa, que corrió a cargo del cura del pueblo, Francisco Sánchez. Así, el párroco se encomendó a San Juan y le pidió por los presentes. Se trató de un acto religioso que brilló por su emotividad y, sobre todo, por un sentimiento enorme que hacía vibrar los cuatro muros de la Iglesia de San Juan Bautista.

La nota musical de la misa la pusieron los miembros de la Banda Municipal Lázaro Rueda, de Los Villares. Los sones de este grupo de artistas dotaron de una especial y dulce melodía el sermón de Sánchez, que versó sobre el gran amor de los villariegos, así como el perdón y la admiración que los vecinos profesan al patrón. Los músicos, antes de firmar su participación en la eucaristía, se dieron un paseo por las calles del municipio con una doble finalidad. Por un lado, recoger a todos los hermanos mayores de sus casas y dirigirlos hacia el templo, y, por otro, “despertar” a los vecinos más rezagados para avisarles de que el día más grande de su patrón, tan esperado por todos los villariegos, estaba a punto de comenzar. En definitiva, fue una jornada en la que, además de la devoción, tomó un protagonismo importante la convivencia entre los fieles, que continúan con la fiesta hoy, con un original tributo a Joaquín Sabina. Los vecinos de Los Villares saben bien como aunar tradición, fervor, alegría, compañerismo y diversión en una única y especial celebración.