Rojo, amarillo y verde visten a Campillo del Río

Cerrarán el martes una “buena” temporada con 1,5 millones de kilos de pimiento producidos

16 nov 2018 / 11:41 H.

Hasta que llegan cada otoño las heladas a las fértiles vegas del Guadalquivir, en Campillo del Río, la estampa, a uno y otro lado de carreteras y caminos, es la misma: ágiles manos saltan de mata en mata para recoger los rojos, amarillos y verdes pimientos que colorean sus tierras. Uno detrás de otro, no tardan en llenar las espuertas. A buen ritmo, el final de un caballón engancha con el siguiente. Lleno el cubo, al cajón y a volver a empezar. Y es que en los doscientos kilos que entran en cada uno de estos grandes contenedores, caben muchos pimientos.

Mientras tanto, en “Huerta del Río”, la cooperativa de este blanco y cuadriculado poblado que nació en 1953 con los planes de colonización, Doroteo López espera, pacientemente, el goteo constante del medio centenar de socios que la componen. Recoge los cajones de sus remolques, pasan por la báscula y a la cámara frigorífica, hasta que llega el momento de cargar el camión. Siempre en el mismo día de su recogida, para garantizar su frescura. En los momentos de máxima producción, hasta hace unas semanas, hasta tres cargamentos salían desde Campillo con destino a Córdoba. “Setenta y ocho palés con unos 17.000 kilos de media cada uno”, suma rápido uno de los socios, Juan Antonio Moreno Fernández. Su destino es Gelagri, uno de lo más importantes productores europeos en el mercado de las verduras y productos elaborados congelados. “Trabajamos con esta multinacional desde hace 30 años”, destaca Julio Alberto Civantos, presidente de la cooperativa.

Y camión va, camión viene, cuando cierren la temporada el próximo martes, como está previsto, habrán salido de la vega de Campillo del Río en torno a 1,5 millones de kilos de pimientos, una temporada “buena”. “El año pasado fue mejor en cuanto a producción por hectárea, pero este hemos duplicado la cantidad cultivada”, explica el joven agricultor. Una tendencia que seguirá en alza: “Mucha gente se está interesando con vistas a la próxima y esperamos subir otras diez hectáreas más”.

Este es el fruto de un trabajo que arranca en abril con la preparación de la tierra. A finales de ese mismo mes, siembran las plantas que dicta la empresa que, más tarde, será la receptora de la producción. Para agosto, si nada falla —el granizo es muy temido—, los primeros pimientos empezarán a estar listos para su recolección. Estas explotaciones suelen ser pequeñas y las gestionan las propias familias, lo que se llama en círculos institucionales autoempleo. Además, dicen, para que salga a cuenta, tienen que compatibilizar varios cultivos: cuando termina la campaña de aceituna, arranca la del espárrago, de febrero a mayo; después llega el calabacín y, en agosto, el tomate. Cierra el pimiento y, en otoños como este, se van, prácticamente directos, al tajo en los olivares. Este año, la producción del tomate, dicen, fue muy mala por una plaga. “Unas tienen que compensarse con otras”, dice Doroteo López.

En esta temporada, como explican los productores, el precio del kilo de los pimientos va de los 0,40 del rojo, a los 0,20 del verde y, entre ambos, los 0,35 por el amarillo. El margen, reconocen, “muy justo”. “Con tan solo unos céntimos más, podría ser rentable”, dice Juan Antonio Moreno. A cambio, tienen la seguridad de vender su producción. Pero no significa que se estanquen. Este año, por ejemplo, han probado suerte con el pimiento del piquillo. “Además, tenemos producción de calabacín y pimiento de residuo cero”, apunta el presidente. “Queremos reconvertir la mitad de la superficie en ecológico, se paga mejor y es el futuro”, reconoce.

Muy cerca de allí, al otro lado del río, los pistachos plantados entre los olivos suman frente al monocultivo. El campo de Jaén quiere ir más allá del aceite y, en Campillo, sus fértiles vegas son la oportunidad.

del algodón a la huerta
idcon=13588067;order=14

El algodón y el maíz son los cultivos tradicionales de la vega en esta zona entre Torreblascopedro y Villatorres. Pero, en las últimas décadas, otros productos les han robado hectáreas por su baja rentabilidad. Son el espárrago, desde los años 80 hasta los florecientes 90 —llegaron a despuntar en producción en toda Andalucía—, y hoy también el calabacín, el tomate y el pimiento.

Jóvenes agricultores toman las riendas
idcon=13588059;order=18

Tiene 25 años y las ideas claras. Julio Alberto Civantos Nieto es, desde hace unos meses, el presidente de la Cooperativa Huerta del Río de Campillo. Como reconoce, siempre le gustó el campo y nunca se planteó “irse a estudiar” como otros de su edad. Así, coger el testigo del negocio familiar fue un paso natural. Pero la apuesta va más allá: quiere hacerlo crecer y adaptarlo a los nuevos tiempos. Al mismo tiempo, tomó también las riendas de la cooperativa. Ilusión y energía no le faltan para todos los retos que los productores de Huerta del Río tienen por delante: vadear los escasos márgenes comerciales, apostar por la conversión en ecológico —“Es el futuro”, dice— y, algún día, comercializar sus productos. En la junta directiva, no es el único representante de esta nueva generación. La secretaria, Lourdes Muñoz, es de su promoción.