Rescatan a un pescador tras quedar atrapado en un barrizal

Abraham Sánchez perdió el equilibrio en un paraje de Mogón junto al Guadalquivir

04 oct 2019 / 16:30 H.

Singular episodio el vivido en la orilla del río Guadalquivir, a su paso por la pedanía villacarrillense de Mogón que acabó de forma feliz. Dicen que la experiencia es un grado, pero esta no valió a Abraham Sánchez, un vecino de Martos, aunque natural de Quesada, de 71 años y con seis décadas a sus espaldas como pescador aficionado en el entorno de Villacarrillo, para valerse por sí mismo a la hora de salir de una zona de barro acumulado a la margen del citado río.

Los hechos tuvieron lugar el pasado martes, en torno a las seis de la tarde. Como había hecho tantísimas otras veces desde su adolescencia, este marteño de adopción había acudido a Mogón, junto a un habitual compañero, para pasar una tranquila tarde de pesca. Dejaron el coche cerca del paraje de la estación elevadora de aguas del Guadalquivir, de la que se abastece la comunidad de regantes del sector 1 y se aproximaron al río. Allí, Sánchez, en su afán por encontrar la zona más adecuada para volver a casa con un buen botín, subió sobre una piedra en la que resbaló, a pesar de llevar sus botas de pesca. La mala suerte provocó que fuera a parar a un barrizal originado tras las últimas tormentas registradas en la provincia, en el que quedó hundido hasta la cintura. “Conozco la zona de toda la vida, iba con mi cayada y tomé mis habituales medidas de seguridad, pero un accidente como este puede surgir de cualquier forma”, explica Sánchez a Diario JAÉN.

Regresar a tierra firme no hubiera sido ningún problema de no darse la circunstancia de que el compañero de este hombre no contaba con el calzado ni las medidas de seguridad apropiadas como para acceder al punto en el que Sánchez había quedado atrapado. Sin perder la calma, trató de regresar por su propia cuenta a tierra firme, pero fue incapaz de conseguirlo: “Estaba tranquilo porque es algo que me ha pasado otras veces. Cuando uno es más joven es capaz de salir sin problemas, pero me quede inmovilizado en una posición en la que no podía emplear la fuerza para conseguir nada”. Como su amigo había dejado su teléfono móvil en el vehículo y las llaves las portaba el propio vecino marteño en un bolsillo del pantalón, que se encontraba sumergido, tuvo que ser él mismo el que, usando su terminal, que había guardado en el bolsillo superior de la camisa, llamara a la Guardia Civil para solicitar su ayuda.

Fue el vigilante de la comunidad el que dirigió a los agentes personados en la zona a alcanzar el punto en el que se hallaba Sánchez. Una vez allí, tuvieron que ayudarse de una soga, que se ató alrededor de su cintura el pescador, para sacar a este de aquella “trampa” natural. “Me trataron de maravilla. Incluso por la noche me llamaron para saber cómo estaba”, cuenta el protagonista, que, de seguro, en el futuro seguirá recordando la anécdota con una sonrisa.