Lucha contra la despoblación

Jaén es la cuarta provincia española que pierde mayor número de habitantes

07 feb 2017 / 12:21 H.

Dieciséis pueblos jiennenses “están en riesgo”. Pierden población desde hace décadas, bajo el paraguas del envejecimiento, la falta de oportunidades y la baja natalidad. Cada vez son menos las almas que pueblan el mar de olivos. Así lo constatan los datos ofrecidos por la Federación Española de Municipios y Provincias. Unas cifras que advierten de que municipios como Hinojares, Santa Elena o Lupión —por poner algunos ejemplos— dejarían de tener vida dentro de cincuenta años. Y es que Jaén, alerta el colectivo, con una pérdida de 5.520 habitantes en el último año, se convierte en la cuarta provincia española que más población pierde. Sobre esta situación, la FEMP alerta de que “se sufre el continuo envejecimiento de su censo demográfico y un mínimo o nulo relevo generacional, con escasas o nulas cifras de natalidad”.

Hinojares, con 338 habitantes censados, es el municipio más pequeño de Jaén y uno de los pueblos que desde hace décadas padece en primera persona el fenómeno de la despoblación. En sus calles se percibe ese remanso de paz que nada tiene que ver con las grandes urbes. Es un laberinto urbano cuajado de geranios y macetas integrado por completo en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Es un desierto multicolor surcado de barrancos y colinas de vértigo, que se convierten al mismo tiempo en su tabla de salvación. Así lo manifiesta su alcalde, Maron Martínez: “El turismo es una de nuestras principales fuentes de riqueza. Pese a la población que tenemos, en Hinojares contamos con doscientas camas que hacen que hasta nuestro municipio vengan muchos visitantes”. Con orgullo, enumera los enormes atractivos con los que cuenta su municipio y afirma que este es uno de los pilares que guían su trabajo, junto con el impulso de la agricultura. Martínez insiste en que desde que ocupa la Alcaldía no ha parado de buscar soluciones a la despoblación. “Cada vez vive menos gente. En nuestro municipio hemos llegado a tener 1.100 habitantes, en 1983. Desde entonces, el éxodo rural ha ido a peor”, indica. El alcalde representa el vivo ejemplo de la emigración. “Nací en Hinojares, pero la falta de trabajo me llevó a Suiza, donde estuve veinte años. Después volví, porque las raíces tiran mucho”, sentencia el regidor.

Unos se van y otros vienen atraídos por este rincón del Parque Natural. Según comenta Maron Martínez, son varias las familias inglesas que se han instalado en un pueblo que cuenta con solo cinco niños que cursan Primaria. “Hinojares es un auténtico paraíso”, dice Joanne McGarry, una inglesa, de 53 años, que disfruta de su jubilación, junto con su pareja, John McGarry, en Hinojares. Trabajaba en Londres y tenía claro que quería venirse a vivir a España, un país que elegía como destino de vacaciones. “Conocí el pueblo por internet y me enamoré de él, así que buscamos una casa y la reformamos. Estoy supercontenta aquí. La gente es muy hospitalaria y formamos una gran familia”, dice en “spanglish”.

A 156 kilómetros de la capital, Benatae es otro de los municipios jiennenses que ve cómo su padrón no hace más que desplomarse. Actualmente hay censados 463 habitantes, casi cien menos que hace quince años. Natividad Flores es una de sus vecinas y una de las pocas empresarias que hay en el pueblo. La jiennense regenta un supermercado desde 2008. “Aquí se vende para sobrevivir, tengo de todo: droguería, alimentación, carne..., hasta venta de teléfonos tengo”, recalca Flores, quien reconoce que la mayoría de los habitantes son personas mayores. “Gente joven ahi poca y la que hay acaba por marcharse por la falta de trabajo. Aquí o se vive de la agricultura o nada. Se nota que cada vez estamos menos y si la cosa sigue así, yo no podré vivir de mi negocio”, afirma la mujer.

Si el campo es sinónimo, para la mayoría, de falta de oferta laboral, para otros supone un “vía de escape” para vivir plenamente. Es el caso de Laura Torres, una vilcheña que ha pasado la mayor parte de su vida en La Carolina, hasta que un día decidió “liarse la manta la cabeza”, cogió sus maletas y se fue a vivir a Aldeaquemada, en plena Sierra Morena. En Despeñaperros, esta agricultora, de 38 años, que vive del olivar y de sus almendros, reside con sus cuatro hijos. “Estaba harta de la vida urbana, así que decidí cambiarla. Me encanta donde vivo. Además, los terrenos se encuentran en un sitio privilegiado, en plena sierra, donde ves los ciervos, los jabalíes, los buitres... No ha sido fácil llegar hasta aquí, pero esto es maravilloso”, sostiene.

Pese a los miles de atractivos que envuelven los pueblos jiennenses, la crisis demográfica azota a los municipios del mar de olivos, lo que hace que cada vez sean más los se encuentren “tras la línea roja del peligro de extinción”. Ante esta situación, la FEMP considera imprescindible la adopción inmediata de medidas concretas para luchar contra la despoblación rural.