Los emigrantes vuelven con su Virgen

La patrona de Bedmar se despide hoy de su pueblo camino del paraje de Cuadros

29 oct 2017 / 11:08 H.

Cualquier rincón de Bedmar huele hoy a romería, la de su patrona, la Virgen de Cuadros, que después de un mes en la iglesia del pueblo parte hoy camino de su ermita, en el paraje que la cobija todo el año. Lo hace pronto, para que el día sea más largo y dure mucho la fiesta. Tanto, que a las ocho de la mañana las campanas del templo son el mejor de los maitines para convocar a los devotos de la hermosísima imagen a la celebración litúrgica en su honor, que además encauza la alegre tristeza de los bedmarenses, de un lado por una jornada festiva, de convivencia, que promete momentos para el recuerdo y de otro, por las ganas de que se quede en la iglesia, de tenerla a un paso los doce meses del año.

Sí, el último domingo de este octubre que ya es casi recuerdo es el día en el que la Madre de Dios, el amparo de los hijos de Bedmar, requiere la compañía de los suyos para irse a su refugio de invierno sin demasiada nostalgia. ¡Y a ver quién le falla a la que siempre ha estado ahí, en los buenos y en los malos instantes! Después de nueve jornadas de solemne culto en los que mayores, catecúmenos y catequistas, cofrades, consejos parroquiales, mujeres, enfermos, adoradores nocturnos, matrimonios en plenas bodas de oro o plata y anderos tuvieron su día propio en la novena, las puertas sagradas se abren —en cuanto termine la misa— para que las cruce Su Majestad la Reina de Cuadros. Con ella el copatrón, San José, que en la peña que lleva su casto nombre pone la emoción a punto de lágrima cuando entre ambos se suceden, a hombros de su gente, gestos de despedida que a ver en qué garganta no ponen un nudo de llanto loco por derramarse ojos abajo, los de los bedmarenses que viven muy cerca de su Señora y los de los hijos del pueblo llegados en autobuses y coches particulares desde Azagra, en tierras navarras —encabezados por su alcalde, Ignacio Gutiérrez—, Cataluña o cualquier punto de España que, desde el sábado por la mañana, en cuanto tocaron el suelo de su patria chica, derrochan felicidad. El regidor azagrés destaca la relación fraternal entre ambos municipios, sellada con un acto de hermanamiento en 2001 y el afecto recíproco que los vecinos se profesan a destajo.

“Las plazas hoteleras y los alojamientos rurales están al cien por cien de ocupación para la romería de la Virgen de Cuadros”, afirma el alcalde de Bedmar, Juan Francisco Serrano, satisfecho con el clima de convivencia que procura esta cita entre la patrona y quienes nunca la olvidan, y añade: “Los que llegan desde Cataluña, dada la situación que se vive estos días, se llevan una gran dosis de cariño de su pueblo”.

Entre cantos enfilan el sendero del santuario la Virgen y su comitiva, que al escuchar la canción de la molinera aclama a la milagrosa imagen; precisamente la historia que refleja recuerda la historia de una bedmarense que perdió el habla, María Dolores Viedma, conocida como “Lola la Manquilla”, y tras dormir tres días a los pies de su alcaldesa perpetua, recuperó la voz. Una vez en el bucólico paraje, el párroco, Juan Guerrero, oficia una eucaristía que el coro rociero Adelfal convierte en una maravillosa liturgia rociera.

Luego, el estómago es el encargado de dar cuenta de las mejores viandas preparadas para uno de los días más grandes de quienes llevan a flor la labio el orgullo de ser hijos de Bedmar. Una fiesta alrededor de María Santísima que, lejos de disolverse cuando el sacerdote imparte la bendición, toma fuerza y hace de su escenario, en plena naturaleza, un lugar para disfrutarlo con buena gente.