Rus brinda una despedida con los mayores honores a su alcalde

Un todoterreno gira como para dirigirse al centro de Rus, pero una pareja de la Guardia Civil se lo impide. “¿Dónde va usted?”, le preguntan los agentes. “A mi casa, vivo allí”, responde; “Pues se tiene que esperar hasta que termine el acto”, zanjan los uniformados. El municipio ruseño fue el escenario ayer de un entierro que se parecía mucho más a un funeral de estado que a otra cosa, lo que incluyó el corte de varias calles, incluso, la Avenida de Andalucía, su principal arteria, durante el tiempo necesario para que la atravesara el cortejo fúnebre; una hilera de personas a la que abría paso un coche patrulla de la Policía Local, que era seguido por unas mil quinientas personas, según la Benemérita.
El objetivo era honrar al último alcalde de las 3.695 almas de este pueblo, José Manuel Campos López, socialista, de 31 años, que cogió la vara de mando en julio. El compañero que se la cedió, el diputado provincial de Empleo, Manuel Hueso, fue a dársela a la familia del difunto cuando terminó el sepelio, para que ejerza de regidor allá donde vaya. Pero José Manuel, además de un político, era el novio de Inés, la enfermera que de riguroso luto se sentó en la primera fila de la bancada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción; el nieto de Francisco y Teresa; el hermano de Julián y Francisco y el hijo de Ana y de Julián. Y tenía muchos amigos, que se organizaron en segundos para sacarlo a hombros de la parroquia, con la idea de hacerle la carga menos pesada a sus hermanos. El traslado de las flores enviadas como señal de respeto a los dolientes también hubiera necesitado de muchos brazos. Los de la funeraria encargados de organizar el último viaje de José Manuel Campos hasta el camposanto de Rus contaron 36 coronas y 50 ramos. En los lazos se leía “de tu abuelo, tío y primos” y “de tu abuela y primos”; también había del Gobierno andaluz en Jaén, de la Diputación, del Ibros Club de Fútbol, varias del Ayuntamiento que gobernó prácticamente hasta el lunes, de los concejales, de una comunidad de regantes o de empresas locales y de otros municipios. Por eso, hicieron falta dos coches para llevarlas hasta la tumba en la que fue depositado el ataúd del joven.
La ceremonia también pasará a la historia local como una de las más multitudinarias que se recuerdan. Todos los bancos del templo estaban llenos; había gente arremolinada en los dos accesos que tiene Nuestra Señora de la Asunción y también asomados al coro. En la lonja, cientos de personas en silencio. Uno de los asistentes se mareó, quizás un poco impresionado por la situación que se vivía, y tuvieron que llevárselo dos sanitarios.
Hasta en el altar mayor de la iglesia había más gente de la habitual. La misa fue concelebrada por tres curas. El párroco de Rus, Juan Enrique Lucas Buendía, que dio su “más sentido pésame” prácticamente con carácter general, consciente del profundo impacto de la muerte de José Manuel López, recordó de este “el agradable trato, la simpatía y la sonrisa” de una persona que ya no está, para sorpresa de todos. A sus seres queridos, trató de consolarlos con el dogma cristiano de “la vida no termina con la muerte”, aunque admitió que hechos así dejan “descoyuntada” a la familia del fallecido. Por eso, les pidió tener la paciencia suficiente para comprender que los proyectos y las ilusiones truncadas “podrá cumplirlos en otro plano”. Otros dos curas participaron en el oficio, se trata de Domingo Pérez y Francisco Damián Villacañas, dos sacerdotes que habían tenido relación con los ruseños y conocían a este querido vecino.
Cuando el cura dijo “podéis ir en paz”, prosiguió el “funeral de estado”. Los dolientes, después de unas intensas horas en el tanatorio, por el que pasaron cientos de personas para expresarles sus condolencias, quisieron cumplir con la tradición local de recibir el pésame junto al féretro, aún dentro de la iglesia. Custodiando los restos mortales, dos agentes de la Policía Local de pie, con la cabeza descubierta. Más de una hora estuvieron los familiares de pie recibiendo los “le acompaño en el sentimiento y “lo siento mucho” de multitud de vecinos, de representantes de instituciones, miembros de la Corporación Municipal y de la propia presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, que acudió a expresar sus respetos en una visita privada, que no se había anunciado. Había tanta gente que alguien fuera del templo, que esperaba su turno, sugirió que debía de haberse celebrado el funeral en el polideportivo municipal, al haberse desbordado el principal recinto religioso de Rus. Finalmente, el féretro salió de Nuestra Señora de la Asunción, seguido por los seres queridos de José Manuel Campos y recibido con aplausos cuando salió a la plaza que hay delante de la iglesia. Como cuando llegó procedente de la sala de velatorios, las puertas del Ayuntamiento estaban abiertas de par en par, para recordarle que esa casa se queda sin uno de sus más queridos moradores antes de tiempo.
A las puertas de las viviendas y de los comercios, todos los que no iban detrás de los coches fúnebres se asomaban y bajaban la cabeza conmocionados con la escena que presenciaban. En Rus, que está de luto oficial hasta la una de la madrugada de mañana, la muerte del joven alcalde, portero del equipo de fútbol local y vinculado a la Semana Santa o la Fiesta de Mozos, que estaba a punto de comprarse su primera casa y que siempre estaba dispuesto a echarle una mano a cualquiera ha dolido muchísimo.

26 nov 2015 / 11:00 H.