Tres puentes en 500 años

El penúltimo viaducto construido en el Puente del Obispo, en Baeza, para atravesar el Guadalquivir, se inauguró en los 80 del siglo pasado. Leoncio Ramos Pajares repasa este hito de la infraestructura civil en un libro, que presentó el pasado 28 de mayo.

04 ago 2015 / 11:05 H.

Este ingeniero de minas llegó a Jaén en 1982, como delegado de “Agromán”, para ser el jefe de aquella obra. Pero en su publicación también está la explicación de por qué la pequeña población objeto de aquella inversión tiene ese nombre de Puente del Obispo. Y es que, antes de que el hormigón hiciera acto de presencia para salvar el cauce del antiguo Betis, fue un prelado, Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, el que logró reunir el dinero para levantar la primera pasarela de piedra que atravesaba el río en este punto del término municipal baezano. Hay un nuevo puente en proceso de construcción, el tercero que se inaugurará desde el siglo XVI.

Cuando el último paso artificial esté listo, como mucho en enero de 2016 —aunque el buen ritmo de los trabajos invita a pensar que será antes—, el viaducto actual de la A-316, con un carril para cada sentido, quedará para el tráfico local y de pequeña distancia; el que se fraguó a la sombra de la mitra de Suárez de la Fuente asumirá más carácter monumental del que ya tiene. Aunque no se puede decir que la obra del obispo sea inútil, puesto que conecta las calles del Puente del Obispo, en Baeza, con las de la Estación de Begíjar, el anejo de este pueblo, que está pegado al baezano, solo separado por el Guadalquivir. El hecho de que esté a medio camino de dos ayuntamientos es otra de sus particularidades, como la existencia de un templete, en mitad del recorrido, en el que el caminante o carretero, hace quinientos años, paraba para rezar un “Ave María”.

El último puente proyectado, que construye la Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía, se sostiene sobre pilares, que forman media docena de vanos sobre el río, que, alcanzan una altura máxima de veinte metros. En estos casos, los cimientos sobre los que se alzan están enterrados la misma cantidad de metros, en el mismo lecho del río. Sobre las columnas de hormigón se alzan veinticuatro vigas, con un peso medio de 150 toneladas.