Tidiany: 365 días en un limbo

Tidiany Coulibaly, para los investigadores, no está ni vivo ni muerto, está desaparecido. Nada se sabe de él desde hace un año. Hoy hace 365 días que dos compatriotas de este joven de Malí, que había ido a Villacarrillo para recoger aceituna, denunciaron en la radio local que no sabían dónde estaba, poco después, las autoridades se pusieron manos a la obra.

17 dic 2014 / 10:10 H.

Desde el principio, apuntan dos hechos clave: están convencidos de que no se ausenta por su propia voluntad y también hacen constar que 24 horas de su extraña desaparición, que certificó un familiar que también trabajaba de temporero, Tidiany Coulibaly, había discutido con su patrón. El extranjero reclamaba al olivarero villacarrillense que, en lugar de pagarle a destajo, le abonara un fijo por día.

La Policía Judicial de la Comandancia jiennense es la encargada de descubrir qué sucedió aquel día y quién está detrás. El 7 de mayo, tal y como adelantó este periódico, seis meses de trabajo de los guardias civiles dieron su fruto y permitieron sentar ante Antonia Torres Gómez, titular del Juzgado número 1 de Villacarrillo, a un sospechoso. Es el hijo del patrón del aceitunero de Malí.

Antes de detener al único imputado en el caso, los investigadores ataron cabos. Se basaron en varios indicios para ponerle los grilletes. Este individuo cayó en una contradicción, cuando negó haber estado, el 17 de diciembre de 2013, en la finca La Moratilla, en Villanueva del Arzobispo, cuando un rastreo telefónico lo sitúa allí. En este parcela, que es de su familia, un perro del Cuerpo encontró unas orejeras que pertenecían al maliense. Ese mismo día de autos, este joven villacarrillense no tenía coartada durante noventa minutos, periodo en el que, precisamente, se pierde la pista de Coulibaly. Otro de los hechos que llamó la atención de la Benemérita es que este individuo violó un precinto judicial en una nave de aperos, propiedad de su familia, a la que, precisamente, no se podía acceder por el interés de los encargado de la instrucción de obtener pruebas allí.

Hay más, cuando hace un año se perdió la pista de Tidiany, el sospechoso vestía un jersey a rayas, con el que fue visto por vecinos, pero no supo explicar dónde estaba la prenda, cuando prestó declaración.

A estas certezas se suman los comentarios sobre que el detenido había aparecido, al día siguiente de que el maliense se esfumara, con el brazo en cabestrillo. Estas averiguaciones permitieron atribuir al hijo del olivarero que contrató al trabajador africano un delito de detención ilegal, es decir, secuestro, y otro de desobediencia, por no respetar la prohibición de entrar en la nave agrícola. Además, en uno de los registros practicados se encontró alguna droga, por lo que también se le suma esta imputación judicial por posesión de sustancias estupefacientes. Además, se cree que no respetó los derechos de los trabajadores que tenía a su cargo. El mismo 7 de mayo de este año, cuando declaró en la sede judicial, salió en libertad, aunque con cargos.

La búsqueda de Tidiany Coulibaly todavía prosigue, aunque no con tanta intensidad como durante los primeros meses. El interés en encontrar a este maliense traspasó fronteras ya que incluso la embajada de su país tomó cartas en el asunto, además de la asociación que agrupa a los nacionales de este país africano en España. El caso, ni mucho menos, está todavía cerrado.