El Pendón de Baeza vuelve al lugar donde se fraguó su mito

La venerada reliquia recoge una leyenda sobre la milagrosa toma de la ciudad

28 may 2016 / 11:15 H.

Portar el Pendón de Baeza por las calles de la monumental León es un honor que está reservado a jefes de Estado y dignatarios. Este paño de tafetán carmesí está custodiado, bajo siete llaves, en el Museo de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de la capital leonesa. Tiene la consideración de reliquia nacional, como la famosa mano incorrupta de Santa Teresa, y goza del título de capitán general y alférez perpetuo. El próximo 4 de junio, este símbolo recorrerá las calles baezana en procesión y hay prevista una misa en la Catedral para honrar su presencia. ¿Y por qué esta enseña tiene el apellido Baeza y es tan importante? Para entenderlo hay que echar la vista a 1147 y recordar una leyenda de esas de las que abundan sobre los tiempos de la Reconquista, popular desde finales del siglo XIII. La mitológica historia cuenta que, en el siglo XII, las tropas de Alfonso VII, monarca leonés de sobrenombre El Emperador, avanzaban hacia Almería, cuando encontraron una fuerte resistencia en Baeza, por entonces, una plaza fuerte de la España musulmana.

El cerco cristiano no daba frutos y el emperador a punto estuvo de tirar la toalla en su empeño de doblegar a los moros baezanos. Pero, y ahí es donde nace la leyenda, San Isidoro hizo acto de presencia y ayudó a la victoria de los que luchaban por Jesús, lo que permitió la triunfal entrada de Alfonso VII en Baeza un 25 de julio, festividad de Santiago. Por eso, en la bandera aparece el santo ilustrado de Sevilla a caballo, blandiendo una espada, y una nube de la que sale una mano con su sable. Este pendón está asociado a otras victorias contra los sarracenos y a otros relatos, que no tienen nada que envidiar en crudeza a los salidos de la mente del más duro de los guionistas de series, como la de Pedro Martínez de Xódar. Este hombre, alférez mayor de Baeza, en una batalla llegó a dar sus manos y su vida en defensa de la tela, que sostuvo con sus muñones hasta fenecer, para así no entregarla.

La bandera da nombre a una calle de León y en Baeza una avenida recuerda a los guardianes de esta reliquia, la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, una de las más antiguas de España y que tiene entre sus caballeros a baezanos. La última visita de la orden a la ciudad Patrimonio de la Humanidad fue, en 2012, con motivo del Corpus.