El orgullo de los chiclaneros

Nuestra Señora de Nazaret se luce en una procesión que se acortó por la lluvia

09 sep 2018 / 11:42 H.

Estuvieron los chiclaneros todo el día mirando al cielo. Amenazantes nubes negras se sucedieron a lo largo de toda la jornada y, durante la tarde, llovió con fuerza en el bello pueblo del que Jorge Manrique, el poeta guerrero, fue comendador. Sin embargo, a las ocho, se hizo un claro de luz y la Cofradía de Nuestra Señora de Nazaret se decidió a pasear a la sagrada imagen por las callejuelas del pueblo. La patrona de Chiclana de Segura, a la que tanto se le reza y tanto se le pide en el municipio, recibió el cariño de sus gentes. Se trató de una procesión más corta de lo normal, porque comenzó a llover, pero fue suficiente para que los chiclaneros pudieran demostrarle agradecimiento a su Señora.

Las fiestas de septiembre han tenido este año una significación especial, gracias a la presencia del obispo de la Diócesis de Jaén, Amadeo Rodríguez Magro. El prelado quiso acompañar a los devotos de Nazaret durante la jornada más grande de Chiclana y presidió la misa matinal en la imponente iglesia de San Pedro. Fue el preludio de la procesión de la tarde. Acompañada por los sones de la Asociación Musical “Antonio Vivaldi”, la Virgen se lució como solo Ella sabe hacerlo. La imagen, una bella talla del siglo XVI, de la transición del Gótico al Renacimiento, fue portada a hombros por una cuadrilla de anderos, sobre un trono de plata, rodeada de gladiolos blancos. Decenas de fieles llenos de fervor desfilaron junto a la patrona en su recorrido por las callejuelas de Chiclana de Segura. Hubo vítores y aplausos para Nuestra Señora de Nazaret antes de que, pasadas las nueve de la noche, tuviera que volver a su templo.

Las fiestas llegan hoy a su fin. Han sido cuatro días que han conjugado devoción, reencuentro y diversión para todos los gustos, con unos encierros que han sido espectaculares y verbenas que hicieron las delicias de vecinos y visitantes. Y es que esta semana de septiembre está marcada en rojo en el calendario de muchos chiclaneros que tuvieron que emigrar y que vuelven a su tierra para revivir sus raíces. Es el orgullo de todo un pueblo.