Brota el agua en la fuente que abastece a la Charca

Expectación en Pegalajar a la espera de que su mayor atractivo “resucite”

09 abr 2018 / 09:13 H.

Es la vida del pueblo”. Con esta frase resume el alcalde, Juan Merino, lo que supone la Charca de Pegalajar para sus convecinos. Por ello, hay expectación una vez que, este pasado fin de semana, brotó el agua en la fuente de la Reja, después de un mes y medio de espera con abundantes precipitaciones.

Merino explica que, de acuerdo con mediciones municipales y de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, el acuífero está en la cota ochocientos, es decir, a dos centímetros de “romper”. De esta manera, si regresan las lluvias, aunque sea de manera tímida, es muy probable que, en breve, comience a llenarse el “embalse”, seña de identidad y gran atractivo del municipio. La Charca de Pegalajar lleva seca desde 2015, y en las últimas décadas solo albergó caudal de manera intermitente, siempre en coincidencia con ciclos meteorológicos húmedos. Según la información facilitada por Merino, desde que, a finales de febrero, comenzó a llover, el nivel del manantial ha subido catorce metros. Ante las previsiones, este fin de semana buena parte de la población pegalajareña se dirigió hasta la fuente de la Reja para constatar los avances y con el deseo de que el flujo se derrame lo antes posible. Desde que, en octubre, comenzó el año hidrológico, el volumen acumulado ronda los quinientos cincuenta litros por metro cuadrado, aunque los anteriores resultaron mucho más escasos.

El alcalde subraya que el ritmo de llenado dependerá, por un lado, de la recuperación del nacimiento y por otro, de la intensidad de las precipitaciones en lo que queda de primavera. Si se llena la Charca, se utilizará como espacio turístico y de ocio —el Ayuntamiento cuenta con unas pequeñas barcas—, y los sobrantes se usarán para el riego.

La causa de la desecación del embalse está en la sobreexplotación del acuífero —del cual es un rebosadero natural —, que suministra a Pegalajar, Mancha Real y La Guardia. Juan Merino explica que hay un plan de extracciones que debe cumplirse si se quiere descongestionar el manantial. El recurso a otros pozos alternativos por parte de los tres municipios que se surten del que abastece a la Charca costaría en torno a diez millones de euros, conforme con los datos del alcalde.

El actual espacio donde se almacena el agua, en pleno casco urbano, tiene alrededor de medio kilómetro de perímetro y tres meses o más —según el punto— de profundidad. Las primeras referencias a la Charca de Pegalajar se remontan a la Edad Media, por lo que se supone que el origen data de la época andalusí. Como se recoge en la página web del Ayuntamiento, en un principio fue una simple presa con un muro de piedra de contención y unas compuertas que regulaban la salida del agua a través de una intrincada red de kilómetros de acequia, que servía para irrigar las tierras de huerta y olivar ubicadas al sur del pueblo. A partir de 1950, el Paseo de la Alameda de la Charca desplazó a la actual Plaza de la Constitución como zona de recreo y el embalse pasó a ser el centro de la vida de ocio y fiestas de los pegalajeños. En su recinto se celebraban diversas actividades, como baños, audiciones musicales, paseos en barca, piragüismo y natación. Según el Ayuntamiento, la década de los 60 fue la época dorada del recinto, que se convirtió en un pequeño núcleo turístico de ámbito comarcal. La desecación del manantial se produjo en 1988, tras años esquilmado.

El nacimiento del río Segura, en su apogeo

La sucesión de temporales entre finales de febrero y la última semana de marzo dejó consecuencias positivas en todas las comarcas, particularmente en los acuíferos. Un caso paradigmático es el nacimiento del río Segura. Después de permanecer prácticamente seco durante meses, el caudal brota con fuerza y propicia el esplendor del cauce fluvial gracias a las lluvias y al deshielo de las nieves caídas en las cumbres el pasado invierno. Se trata de uno de los principales cursos de agua del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Nace en el término municipal de Santiago-Pontones, en una zona montañosa, y se caracteriza por su caudal cristalino, que brota a borbotones. La surgencia se encuentra en Fuente segura, un paraje ubicado a escasa distancia de Pontón Bajo y al que se accede por un serpenteante trayecto. Es una cueva natural inundada de tipo kárstico. Después de recorrer más de trescientos kilómetros por territorio jiennense, albaceteño, murciano y alicantino, desemboca en el Mediterráneo a la altura de Guardamar del Segura. El río es fundamental para abastecer a la población de la cuenca hidrográfica a la que da nombre y para el regadío en las regiones levantinas.