“La felicidad no la da el dinero, sino hacer algo con lo que se disfruta; y yo lo hago con mi oficio, hablando con las manos”

PREMIO ayuntamiento arjonilla

07 abr 2019 / 16:11 H.

Toda una vida dedicada al oficio de la alfarería y volcado con su pueblo. Difícil resumir en una sola frase toda la trayectoria de Manuel Bejarano Zafra, pero esa sería una buena primera aproximación. Descendiente de una familia de alfareros, es la tercera generación que se dedica a la bella labor del modelaje. “Mis abuelos se dedicaban a hacer tejas y ladrillos, mi tío quedó como descendiente y desde que andaba a gatas ya vivía entre el barro”, comenta este artesano que recibe el Premio Reino de Jaén Comarca La Campiña, como reconocimiento a toda una vida dedicada a Arjonilla.

“Desde muy joven me he dedicado a aprender. Con ocho años entré en la escuela de cerámica para conocer las técnicas de modelado, torno y dibujo, y después trabajé en un taller local para aprender de un ceramista”, rememora.

Curioso incansable, ha dedicado gran parte de su tiempo desde niño a investigar la cerámica histórica viendo museos y leyendo libros, investigando las diferentes técnicas. Ese afán por conocer le ha valido para convertirse en “experto en la cerámica griega, ibérica y romana”, en la que asegura que se recrea muchísimo porque disfruta con ello. Actualmente colabora con la Universidad de Jaén y ayuda a una alumna con su tesis doctoral.

“He trabajado con coleccionistas privados, museos y el Ayuntamiento. En Arjonilla realizamos una feria medieval en la que cada año realizo una pieza de gran tamaño durante tres días y también colaboro abriendo mi taller para quien quiera visitarlo gratuitamente”, explica este afanado artesano además ha colaborado en la fundación del museo de artes populares de su pueblo, donde ahora trabaja para que vea la luz uno dedicado a la arqueología.

Durante su trayectoria como artesano reconoce que ha tenido que adaptarse a los tiempos, ya que cada momento requiere unos productos concretos, ya sean útiles de cocina, decoración o elemento para regalar en bodas o comuniones, aunque reconoce que “hacer cosas repetitivas” no es lo que más le gusta, pero que es necesario para poder comer. Al final por muy romántico que sea este oficio y su vocación siempre es necesario tener claro saber en la sociedad en la que se vive, aunque trate de buscar caminos con los que gozar de su trabajo. “La felicidad no la hace el dinero, sino hacer algo con lo que se disfruta. Mi forma de hablar es con las manos, por eso dedico todas las horas que puedo a trabajar”, sentencia.

Un artista dedicado en cuerpo y alma al oficio que ama y volcado con Arjonilla durante toda una vida, que ahora es reconocido por su amplia labor por un pueblo que siempre ha querido que disfrute con su trabajo.