Voluntaria y oftalmóloga al servicio de un continente

PREMIO fuerte del rey

16 feb 2017 / 11:46 H.

“La mejor medalla que me han puesto, una de las mejores cosas que me ha sucedido, es la llamada que recibí de un padre, del Congo, que me dio las gracias por haber formado al personal que trató a su hija que acudió con un traumatismo en el ojo. Todavía me tiembla todo el cuerpo cuando me acuerdo”, deja claro Carmen Peña Aranda, una de las mujeres que recibirá un premio en la gala de los Premios Reino de Jaén que se celebra, el próximo 24 de febrero, en Mancha Real. Nacida en Fuerte del Rey, en 1952, estudió Medicina en Granada, como explica, guiada por un fuerte deseo de trabajar para los demás. Una vez que se licenció, en 1975, comenzó una brillante carrera profesional en el campo de la Oftalmología, pero, desde hace 6 años, su existencia, que no distaba mucho de la del común de los mortales, cambió al comenzar su colaboración con la Fundación Bangassou, como voluntaria en Centroafrica. “Puedo estar en un hospital, en precarios centros de salud y también recorrer miles de kilómetros a pie, en bici, en moto o canoa para llevar la sanidad donde no hay salud y salud donde no hay sanidad”, explica. La formación que brinda y el contacto continuo permite la asistencia básica a la población. Antes fueron 40 años de ejercer como oftalmólogo en la sanidad publica y privada en Jaén, hasta que, en 2015 y tras su prejubilación, cerró una etapa profesional en España y viaja al continente africano, donde, su primera incursión, la llevó a residir durante todo un año. Como anécdota, cuenta que, ante la pobreza y la falta de recursos que se encontró, pensó: “¿Por qué bailan, con lo desgraciados que son? Cuando llevaba allí un tiempo, tuve claro que la desgraciada soy yo”. “Enganchada” a África, no puede ya dedicarle todo el tiempo a España, donde tiene cuatro hijos y otros tantos nietos. “Por supuesto, si no fuera por ellos, no podría hacerlo, su apoyo es fundamental y me animan, no me crean sentimiento de culpa alguno. Incluso, dos de ellos estuvieron allí y pusieron en marcha sus propios proyectos”, comenta Carmen Peña.

¿Cómo dio este salto vital?. Fue gracias a una compañera, Ascensión Pérez. “Un día me llamó y me dijo te vienes a África y hasta ahora”, afirma, satisfecha. Este arrojo le permite vivir experiencias extraordinarias y enriquecedoras, a pesar de que, como deja claro, no hay muchas facilidades. “Pasamos consulta en cualquier sitio y vamos con todo el aparataje a las espaldas. Como no hay infraestructura de carreteras, hay que ir abriendo camino a machetazos”, relata, sin darle mucho mérito a esta hazaña. “La verdad es que allí caminar poco es recorrer unos diez o doce kilómetros al día. Es como si yo hubiera ido a trabajar de Fuerte del Rey a Jaén a pie”, bromea.