Viajera y apasionada de su profesión

Ana Segura Cano

04 jun 2016 / 11:45 H.

En tiempos de Al Andalus, Navas de San Juan era una alquería que pertenecía a Sant Astiban (Santisteban). Fue reconquistada por Fernando III de Castilla en 1226 e integrada en las tierras de realengo bajo la jurisdicción de Santisteban del Puerto. Su vinculación a este municipio de El Condado concluyó en 1802, cuando el rey Carlos IV le concedió el privilegio de villazgo.

Desde entonces, Navas de San Juan se ha convertido en un hermoso municipio, de cerca de 5.000 habitantes, con un casco urbano que recuerda su pasado medieval, al que una de sus hijas, Ana Segura Cano, que reside en Jaén, le encanta visitar con regularidad. Sobre todo ahora que con la jubilación dispone de todo el tiempo del mundo para dedicarlo a hacer lo que considere oportuno. Entre sus prioridades está la de viajar y saciar así su sed de conocimientos.

Y, para ello, no le hace falta ir muy lejos. La provincia de Jaén, dice, tiene atractivos suficientes como para disfrutar un montón a la vuelta de la esquina, bien sea recorriendo la Ruta de los Castillos y las Batallas o cualquiera de sus municipios, parajes naturales y monumentos. Todo ello es diverso y fascinante. A medida que los visita, Ana Segura se da cuenta de que, realmente, esta provincia es la gran desconocida para un buen número de jiennenses. Y como le gusta viajar, si se presenta la ocasión, también se desplaza a otras provincias. Sin ir más lejos, este fin de semana se encuentra en Badajoz. Estas pequeñas satisfacciones son su recompensa a toda una vida de trabajo.

Ana es auxiliar de enfermería. En los años 80 empezó a ejercer en el hospital de Cádiz, luego pasó al de Linares y, aunque estaba cerca de su pueblo, prefirió pedir traslado a Jaén, donde había un mayor número de posibilidades para completar su formación. Porque ella ha sido una profesional como la copa de un pino, amante de su trabajo. Comenta que cuando acuden estudiantes a formarse al hospital su consejo siempre es el mismo: “Si no tienes vocación y no amas esta profesión, es mejor que lo dejes, porque a quien vas a atender es a personas enfermas que no están aquí por gusto”.

Recuerda que cuando llegó al hospital de Jaén, el primer año lo pasó en Pediatría, con niños. Luego su destino fue Medicina Interna, con enfermos terminales. A sabiendas de que la suya es una profesión de riesgo, porque hay que estar en contacto directo con el enfermo, siempre se ha sentido feliz con su trabajo. Recuerda que hace 30 años la atención al paciente y los medios eran muy diferentes. En ese tiempo, dice, todo ha mejorado muchísimo. Como no para quieta, ahora con la jubilación da rienda suelta a su vena solidaria y arrima el hombro tanto en Cruz Roja como en Manos Unidas.